Desarrollo o dependencia
Durante las últimas décadas se viene polarizando la política mundial entre los globalistas y los nacionales. Esta división subordina y pasa a un segundo plano las interpretaciones políticas de derechas e izquierdas y se vuelve a poner en un primer lugar el problema nacional.
En varios países de la región las izquierdas son radicales en cultura y cada día más moderadas en economía y globalistas en política internacional. Paradójicamente, en las campañas electorales las derechas se radicalizan ideológicamente y las izquierdas se moderan o derechizan. El discurso contra el poder, contra los medios oligopólicos o contra la casta política puede aparecer en la agenda de la derecha y es cada día menos frecuente en la de la izquierda que centró su ataque a la cultura y la tradición histórica de Suramérica. El planteo soberanista y de defensa de la integridad territorial se debilitó en las izquierdas que son permeables a la agenda globalista y aparece en algunas derechas. Todo este berenjenal ideológico tiene una solución histórica y se llama peronismo.
El peronismo no se definió de izquierda e incluso un sector de ella se le puso enfrente. Tampoco se caracterizó por ser de derecha y el poder económico concentrado lo enfrentó con virulencia. El Justicialismo fue un proyecto político de desarrollo nacional, antiimperialista y popular de articulación de clases (con centro en el Movimiento obrero), de fusión cultural (sobre la base de la doctrina cristiana) y plural en lo partidario (Perón no preguntó de dónde venían los dirigentes, sino que los convenció de hacia dónde había que marchar). La destrucción de la cultura nacional que se está aplicando va a alejar electoralmente al pueblo de las izquierdas y va a allanar la acción del globalismo que viene por los recursos naturales, financieros y comerciales de los países.
Hoy el debate principal sigue siendo entre desarrollo y dependencia; entre soberanistas y globalistas.