Cine: “Black is Beltza 2”, canciones y revoluciones en la línea del frente
Tímidamente comienza a formarse la fila afuera del Cine Gaumont. Es la última función del día del estreno en salas del país de Black is Beltza II: Ainhoa, la continuación de ¿la saga? que comenzó en 2018 con el mismo nombre que contaba las aventuras animadas de Manex, un vasco que recorre el mundo presenciando algunos de acontecimientos más trascendentales para la humanidad y conociendo a todos tipo de celebridades en el camino: de Ernesto Guevara a los Black Panthers hasta el propio Muhammad Ali. Todo en medio de una lucha racial que no permitió, por ejemplo, hacer desfilar a dos personajes negros de la comparsa de gigantes de Pamplona de las fiestas de San Fermín que fueron invitados a hacerlo en la Quinta Avenida de Nueva York en 1965. Una historia que tristemente fue real.
Un muchacho de traje da la señal para entrar al complejo y apenas subimos una escalera nos encontramos a Fermín Muguruza apoyado sobre uno de los afiches de la película haciendo fotos de prensa. El músico que fue punta de lanza con Kortatu en el llamado rock radical vasco de comienzos de los ochenta, el mismo que en los años noventa revolucionó la escena rock de Europa junto a Negu Gorriak, el activista independentista del país vasco, el documentalista de Checkpoint Rock: Canciones desde Palestina de 2009 y eventualmente el director de la película que estaríamos a punto de ver sobre un cómic, cuando no, de su autoría.
Fermín abraza con confianza a los pocos que se le animaron a su encuentro y nos acompaña dentro de la sala para brindar una improvisada charla antes de la proyección junto con una productora de la película y un representante del INCAA, quien apoyó la realización de la misma siendo así una coproducción vasca/argentina. La gente aplaude y lo vitorea, Fermín levanta el puño al aire y agradece en euskera.
Black is Beltza II, negro en inglés y en vasco respectivamente, nos presenta a Ainhoa, una mestiza cubano-vasca hija de Manex quien sale de la isla rumbo al País Vasco para conocer la tierra de su padre. Allí forjará amistades y será testigo de acontecimientos fundacionales de los años ochenta, en un mundo asistiendo al fin de la guerra fría, con la inserción de la heroína en los jóvenes, el SIDA, la represión policial y un viaje junto con una periodista por los lugares más calientes del Líbano y Afganistán como corresponsales del diario local vasco Egin.
Muguruza nos sumerge en una visión del mundo diferente a la de los manuales de historia desde una animación para adultos algo limitada pero sumamente detallista, con elementos narrativos vinculados a la perspectiva de género y el empoderamiento.
Al igual que la primera entrega, Muguruza nos sumerge en una visión del mundo diferente a la de los manuales de historia desde una animación para adultos algo limitada pero sumamente detallista, con elementos narrativos vinculados a la perspectiva de género y el empoderamiento, en este caso del personaje principal donde no sólo asiste a los acontecimientos, si no que interviene formando parte de ellos.
Es una gran aventura que atraviesa la coyuntura política del momento, pero sin escaparle a lo lúdico que brinda la experiencia al agregar elementos del espionaje y el policial donde la historia sirve como excusa para dar testimonio sobre diferentes personajes de aquellos momentos, para revelar su verdad desde una mujer kurda preparando un ejército a desentramar parte del engranaje del narcotráfico marítimo europeo, todo en un crisol de idiomas y tonos.
El soundtrack fue fundamental en esta propuesta y tiene un protagonismo vital para llevar adelante la historia. Además, sirvió también de homenaje a los sonidos de los suburbios de aquella época, desde Imanol Larzabal, cantautor y activista de la lengua vasca, a los irlandeses The Pogues y el sonido crudo de RIP, Barricada y por supuesto Kortatu.
Se trata de un viaje que también atraviesa la propia historia del director cuando, por ejemplo, Ainhoa se encuentra de espectadora en el último show de Kortatu en Pamplona, acontecimiento donde se desprende su disco en vivo Azken guda dantza de 1988. Allí, no sólo aparece el músico en forma animada, sino también su hermano Iñigo Muguruza, fallecido en 2019, con quien mantienen una charla con la prensa sobre el futuro de la banda. Un pequeño homenaje más que merecido.
Black is Beltza II: Ainhoa nos lleva de paseo alrededor de un mundo que cambió y seguirá cambiando, pero que en sus vueltas nos deja una serie de historias, personajes y revoluciones que vale la pena recordar. Fermín Muguruza se encarga de rescatarlos y brindarles la oportunidad de contar sus verdades y en esa interacción con el público poder pensar, reflexionar y por qué no, bailar algunas lindas canciones.