Asesinato de Facundo Molares: “Es un caso de violencia institucional y política”
APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11 a 13 hs por el canal de Youtube y Twitch de Gelatina, dialogó con Matías Busso, abogado fundador de la Asociación Contra la Violencia Institucional (ACVI), a raíz del caso de Facundo Molares, asesinado por la Policía de la Ciudad en el Obelisco.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo analiza lo que ocurrió con Facundo Molares en el Obelisco?
Matías Busso: En lo personal, es una pérdida muy grande para todos aquellos que abrazamos la idea de luchar por un mundo mejor al que está configurado. Se puede hablar de todo lo que enrareció la campaña, pero hay un hecho concreto, que es la muerte de Facundo, al cual no veníamos acostumbrados. Hace veinte años que no muere una persona en el contexto de una protesta social en el centro de la Ciudad de Buenos Aires.
Hablamos del 2001, porque lo de Darío y Maxi y el Parque Indoamericano fue cercano, pero que muera una persona en el Obelisco es realmente doloroso. Es un caso de represión, violencia institucional y también política, porque estaban cerrando su campaña frente a las elecciones, cuestionable o no. Con la historia que tenemos llama poderosamente la atención que esto ocurra sobre militantes políticos, lo mismo que en lugar de hacerse cargo o decir que se va a investigar funcionarios de alto rango y candidatos a presidente salgan de inmediato a respaldar y construir la versión que defiende el accionar de ese policía y de quien dio la orden.
APU: ¿Cree que hay responsabilidad política en el caso?
MB: Creo que hay una responsabilidad política y es Eugenio Burzaco. Todos los que hemos ido a una movilización sabemos que no hay represión que no sea ordenada políticamente. Fue una quema de urnas, no había un hecho para que se sientan amenazados ni terceros ni las fuerzas de seguridad.
Hay una cuestión que se construyó alrededor de Facundo que tiene que ver con los estigmas sobre determinadas personas. Para ellos hay vidas que valen más y otras que valen menos, la de un piquetero menos que cualquier otra. Imaginemos que le hubiera pasado a Luis Brandoni en el contexto de las manifestaciones contra la cuarentena. ¿Se imaginan a Alberto Fernández saliendo a decir que fue un infarto? Tiene que ver con un nervio que atraviesa no ya la cuestión ideológica sino lo más sensible de nuestra democracia. Nos estamos enfrentando en una elección en la cual parece que la antagonía es respetar o no la vida del que piensa distinto.
APU: La caracterización, que también sucedió con los padres de Morena, remiten a lo que pasó durante las movilizaciones por Santiago Maldonado. La idea es que el enemigo es quienes se manifiestan para teñir de violencia situaciones que no lo son.
MB: Era una manifestación no desmadrada ni mucho menos. La violencia y la agresión la generó la policía a partir de intervenir en un acto político. En el medio del Obelisco se han quemado barbijos y no pasó nada. Los compañeros cuentan que a Facundo lo fueron a buscar, yo les creo pero no puedo afirmarlo. Se verá en la causa judicial, estaría bueno saber cuáles eran las comunicaciones internas para saber si hubo orden directa.
Si es así es muy grave porque todos conocían quién era y cuál era su estado de salud. Atribuirle alguna responsabilidad por cuestiones de salud a la persona que se manifestó es cínico. No podes ir con un apto médico. Hay una responsabilidad implícita que yo espero que escale hasta los altos mandos políticos. Es un caso similar al de George Floyd y allá fue un escándalo. Lo central es que no lo naturalicemos.
APU: ¿Desde ACVI y el Mapa de la Policía están impulsando alguna acción?
MB: Estamos haciendo una campaña para juntar videos para aportar a la causa, y estuve hablando con los abogados querellantes, porque tiene que tener responsables materiales y políticos. Hasta ahora, con Alberto Crescenti, director del SAME, a la cabeza, todos tratan de encubrir. Si no llega a haber responsables políticos se está naturalizando una muerte en contexto de protesta social y es muy grave para la democracia. El problema, y la diferencia, de cómo abordamos la protesta es cómo entendemos la democracia que queremos. Ellos la entienden como un tema de inseguridad.
APU: Hubo muchos candidatos que se centraron en criticar la protesta social.
MB: Sí, la señalan como un problema de inseguridad o tránsito. Hay un error de concepción. Buenos Aires es el centro político nacional, entonces vienen los reclamos de políticas públicas de todo el país, como el malón de la paz desde Jujuy. Reprimir la protesta social con la idea de tolerancia cero es, prácticamente, reducir o ahogar la política de cualquier tipo. Sabemos que las salidas son otras.
Hay una ilusión de que las protestas se van a terminar por reprimir. Estamos acostumbrados a que no, se van a terminar cuando se resuelven los problemas de fondo. No quieren tener piqueteros en la calle, recíbanlos. Lo que se pide en las negociaciones con el Ministerio de Desarrollo Social son herramientas o programas sociales, no se piden bolsas de dinero. Todo tiene una causalidad. Tenemos que saber cómo son los problemas para saber cómo abordarlos con políticas públicas o cómo le reclamamos al Estado determinadas definiciones.
APU: Muchas veces se reclama más presencia policial ante hechos de inseguridad.
MB: En el caso de Morena, que es de violencia social, hay un problema fundamental que es el médico, de asistencia de salud. En lo que respecta a Facundo, fue un problema de violencia institucional y política que nunca debería haber ocurrido, y ahí sí hay responsabilidad directa del Estado, no sólo negligencia. Murió en el Obelisco y el SAME llegó a los 25 minutos. Si lo que estamos pidiendo son más patrulleros y efectivos, y queremos evitar muertes, necesitamos pedir más salud. El policía no sabe ni hacer RCP y tenemos un país, según Naciones Unidas, con el número más alto de policías cada cien mil habitantes no sólo de la región sino casi del mundo.
Es otro de los mitos construidos, junto al de la puerta giratoria. En 2002 había 44 mil presos y hoy hay 100 mil, comparando con la tasa de crecimiento de los censos que no es de cien por ciento en veinte años. Es una mentira que se repite, porque hay una disputa con el Poder Judicial, pero no existe esa puerta giratoria. Hay cada vez más personas detenidas y el problema de la violencia social no se resuelve.
Hay cada vez más policías, a donde va un montón de inversión de recursos públicos, que no resuelve los conflictos más profundos, lo que no te permite colocarla en la parte social del Estado, lo que da una ecuación clara. Es la única fuente de trabajo de los jóvenes de barrios populares, porque de ese estrato social salen quienes conforman la policía, por tener obra social, estabilidad y pronta jubilación, sin que se les ofrezca cultura y educación. La pandemia dejó en claro que había pocos médicos o enfermeros, entonces hay que pagarles una beca y el mismo sueldo para que quienes están portando un arma a los nueve meses aprendan, por lo menos, a hacer RCP.
Es una cuestión de suma cero. La cantidad de plata que se está yendo en construcción de cárceles, hacinamiento o también recursos humanos. Hay que salir de la idea de que la inseguridad se resuelve de esa manera o que “modernizaron” la policía si las condiciones de vida de la sociedad están cada vez más pauperizadas y no hay una salida de distinto tipo. Hay que llegar a acuerdos incluso con sectores reaccionarios porque lo que está en el fondo es la vida. Con hechos trágicos no podemos hacer política y generalidades sino preguntarnos cómo respondemos.