Del Pacto Macri-Milei y los paralelismos con la guerra civil española
La Argentina actual presenta notables paralelismos con la España de 1936. A pesar de las diferencias de tiempo y lugar, se evidencian analogías en donde la capacidad de emprender una agenda basada en acuerdos políticos pragmáticos destinada a superar la crisis de representatividad y la tensión socioeconómica, se ve limitada.
Esto permite una comparación y un análisis de los desafíos similares que atravesaron y atraviesan las sociedades de estas dos naciones. El historiador español, Ramiro Cibrián, en su libro "Violencia política y crisis democrática: España en 1936" (1978), subraya la importancia de comprender el nivel de violencia política que puede tolerar un régimen democrático sin que colapse.
Según Cibrián: "el colapso en España se materializó debido a una aguda crisis económica en una sociedad capitalista poco desarrollada, la falta de partidos políticos completamente leales al gobierno y un historial previo de alta violencia política".
En España, la polarización política se manifestó en disputas ideológicas y regionales entre republicanos, nacionalistas y falangistas. En la Argentina, esta polarización se refleja en la división entre diversos espacios políticos, agravada recientemente por el pacto entre el expresidente, Mauricio Macri, y el candidato presidencial por La Libertad Avanza, Javier Milei.
En ambos casos, se ven amenazados los principios democráticos y la estabilidad política debido a la falta de diálogo y al incremento de expresiones provocativas y agresivas, paralelas a las que se vivieron en la península ibérica durante la década de 1930.
Tanto en la España del 30 como en la Argentina actual, el creciente descontento social y la desigualdad desempeñan un papel relevante. Mientras en España la distribución de la tierra fue un punto de tensión, en Argentina, las preocupaciones se centran en la justicia social, los derechos de los trabajadores, el acceso a la salud y educación públicas, de las obligaciones inalienables del Estado y la precaria situación económica.
Esta injusticia social en España se caracterizaba por las grandes diferencias sociales, entre una minoría con poderosos recursos económicos y una mayoría que sufría malas y hasta miserables condiciones de vida en el campo y la ciudad.
La radicalización y violencia política en España desembocaron en la guerra civil. En Argentina, la polarización política ha llevado a expresiones violentas e incluso al intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, un evento que, de haber tenido éxito, habría marcado el fin de la democracia moderna en el país. En España el fracaso de los partidos políticos se evidenció en la tarea de no poder mejorar las condiciones de vida y en no poder mitigar las graves diferencias sociales.
A pesar de las diferencias en circunstancias y temas específicos, en Argentina, al igual que en España durante los años 30, los desacuerdos políticos y sociales dividen a la sociedad. Temas como la justicia social, los derechos de los trabajadores, la memoria histórica sobre el terrorismo de Estado y la relación con la iglesia reflejan preocupaciones comparables. Además, la convivencia resultaba cada vez más difícil en España, debido a la radicalización de la sociedad hacia posturas extremistas, ante la falta de soluciones socioeconómicas. La calle se convirtió en el lugar preferido para los ajustes de cuentas entre izquierdistas y derechistas, en aplicación del "ojo por ojo y diente por diente”.
La reciente división en el seno de Juntos por el Cambio expuso las tensiones internas. Figuras como los radicales Gerardo Morales y Martín Lousteaud, junto a sus gobernadores, legisladores e intendentes, la líder de la Coalición Cívica, Lilita Carrió, y miembros del PRO, como la exgobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal y el actual Jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, rechazaron el pacto Macri-Milei, revelando profundas desaveniencias con las excéntricas e impracticables ideas políticas tanto sociales como económicas del candidato presidencial anarco-capitalista.
Esta división interna debilitó tanto a la estructura electoral de Juntos por el Cambio como al partido de La Libertad Avanza, lo que recuerda el contexto previo a la guerra civil española, donde la división en los partidos políticos fue un elemento central que llevó al conflicto bélico.
En este sentido, es alarmante que el economista libertario y sus seguidores demonicen las figuras políticas de Raúl Ricardo Alfonsín, quien fortaleció las instituciones democráticas, así como desprecian la doctrina de Juan Domingo Perón, basada en la justicia social a la que tildan de una aberración y un delito. Mientras, el expresidente Mauricio Macri agrega complejidad a la campaña electoral, la situación económica se deteriora y la crisis de representatividad en el sistema político se profundiza.
La división en Juntos por el Cambio insta a la sociedad a buscar soluciones que promuevan el diálogo, la reconciliación y el consenso, evitando una tragedia potencialmente destructiva, similar a la que sufrió España.
El pueblo argentino sabe que puede evitar las graves consecuencias que sufrió España en los años 1930, ya que, en última instancia, solo ellos tienen el poder de influir en la dirección de su país y asegurar el respeto a los valores democráticos que tanto les costó recuperar.