Libros: “Un lugar soleado para gente sombría”, de Mariana Enriquez
Leo a Mariana Enriquez y me pregunto de qué está hecho el miedo.
Bucear en la materia prima de Mariana es reconocerse a uno mismo en la emoción más oscura pero más sensible a la vez.
¿Qué es aquello que nos hace temblar, que nos despierta un dolor físico, que nos desnuda y nos evidencia ante el resto? el miedo, pienso, no se controla por lo tanto no se puede ocultar.
Muchas veces me encuentro preguntándome por el origen del miedo. La otra vez yendo a buscar a mi hijo a un cumpleaños a las cuatro de la mañana y teniendo que atravesar una zona semi rural, me daba cuenta de que mi miedo se basaba en que bajara un ovni y me abdujera, más que en un golpe comando de personas como yo que me quisieran robar en el medio de la noche. En ese momento pude reconocer a mi miedo real en el encuentro con lo extraño, con lo desconocido. Pero como el miedo también es una emoción que irrumpe y a veces no se anticipa, no siempre lo podemos observar.
El universo de Mariana Enriquez se constituye de todo aquello que nos mueve, que llega a lo más irracional. Si tuviera que remarcar un punto de referencia en el discurso de Mariana diría que parte del miedo por excelencia, del mayor de los miedos: la muerte.
Trabaja la muerte con sutileza, la incorpora al relato, es decir le pone cuerpo y forma. Le crea un mundo propio que hace convivir con el mundo de los vivos. No a modo de confrontación sino de confluencia.
Los personajes de Mariana tienen luz propia en la oscuridad, seres marginados, sufridos, traumados, espectrales, excluidos se combinan con los monstruos, los fantasmas, los animales salvajes y los insectos como en las pinturas de Mildred Burton.
En la obra de Enríquez subyace una mirada social, entre el gótico y lo paranormal aparece una realidad perturbadora: muertes injustas, hambre, violaciones, adicción, trastornos de salud mental, desigualdad, como si por momentos la cronista tomara la palabra y mostrara el verdadero horror que nos rodea y tenemos naturalizado.
Leer a Mariana es habitar sus coordenadas espaciales, un pueblo recóndito, una ciudad cosmopolita, un departamento siniestro, una terraza desoladora, una casa grande y oscura, un edificio en ruinas, una casa alquilada y lejana, un ambiente repugnante, una estación abandonada.
En la obra de Enríquez subyace una mirada social, entre el gótico y lo paranormal aparece una realidad perturbadora.
En la obra de Mariana Enriquez la vida cotidiana está compuesta de leyendas urbanas, mitos populares, profecías ancestrales, santos paganos que generan un efecto aterrador pero que en la narración construyen un ambiente natural.
Un lugar soleado para gente sombría es un libro conformado por doce relatos tenebrosos y cautivantes.
En “Mis muertos tristes” una mujer tiene la visión desarrollada para ver a los muertos, no solamente a su madre, con quien convive sino también a quienes rodean el barrio. En este cuento en primera persona la protagonista cuenta su historia pero a la vez reflexiona sobre la muerte: ¿El que muere se sabe muerto? ¿El que muere sabe cómo se ve? En este relato hay crímenes, robos y vulnerabilidad social.
“Todo en el cuerpo es un proceso. La muerte también”. Crímenes, ladrones y vulnerabilidad social.
En “Los pájaros de la noche”, una adolescente que posee una enfermedad rara cuenta su vida y la de su hermana en una casa grande y lúgubre. Una leyenda popular que convierte a las mujeres en pájaros será el disparador de la historia de esta familia. Me remitió a “El extraño” de Lovecraft, por la protagonista y por el afecto que despierta el personaje.
“No me costaba obedecer. Había quedado sola en casa y, cuando me miraba en el espejo con mi único ojo, veía una cara negra”.
“Metamorfosis” es un cuento que habla sobre el cuerpo y sus cambios. Una mujer de mediana edad es operada por un mioma, en ese proceso se reconocerá en su transformación y tomará una decisión extraña.
“La desgracia en la cara”, “Julie”, “Un lugar soleado para gente sombría”, “Los himnos de la hienas”, “Diferentes colores hechos de lágrimas”, “La mujer que sufre”, “Cementerio de heladeras”, “Un artista local” y “Ojos negros”, completan este libro que conjuga terror y realidad.
Curanderas, mujeres frágiles, niños fantasmas, adolescentes segregados por diversas cuestiones se desplazan con soltura como si se tratara de una gran constelación.
Transitar el libro es ir de la mano de todas las referencias de la autora que con los epígrafes y las citas nos va llevando por sus obsesiones y preferencias.
Un lugar soleado para gente sombría es un libro donde predomina lo siniestro y lo inexplicable expresado en la idiosincrasia de los personajes. Seres que habitan nuestro mismo suelo. Que muestran su lado oscuro, que están expuestos al desamparo, que se reconocen quebrados y desahuciados, afuera de lo que se denomina mundo pero que crean uno propio, que asisten al deterioro del cuerpo y a la enfermedad.
Un lugar soleado para gente sombría produce el efecto miedo y va más allá aun. Al lado que nadie quiere llegar. A la emoción extrema de la escapamos. Donde se une la vida y la muerte, la luz y la oscuridad y termina amalgamándose en la frase de este personaje cuando dice: “El pensamiento positivo es perverso, lo mismo que la buena voluntad”.