Libertad o Muerte: la historia de la Revolución haitiana
A 220 años del triunfo de la Revolución Haitiana y a raíz de la reedición del libro ¡Libertad o Muerte! Historia de la Revolución haitiana, AGENCIA PACO URONDO dialogó con su autor, el historiador Juan Francisco Martínez Peria.
APU: ¿Qué se había escrito hasta ahora y qué aporta principalmente este libro?
M. P.: En castellano, en Argentina, se habían escrito solamente tres libros: uno de Torcuato Di Tella, escrito en la década del 80 intitulado La Rebelión de Esclavos de Haití; otro de María Isabel Grau -ella es argentina, pero lo publicó una editorial cubana- que se llama La rebelión negra; y luego, el de Eduardo Grüner, La oscuridad y las luces, que es su tesis de doctorado. Tanto el primero como el segundo son textos más breves, de difusión, si se quiere; y el de Grüner es un ensayo más filosófico. Mi libro intenta aportar algunas nuevas reflexiones sobre el origen, la ideología, la organización de la Revolución, pero sobre todo insiste en la necesidad de su reivindicación y difusión. Y en América latina hay muy poco escrito. Hay un libro clásico de José Luciano Franco La Revolución de Haití, un autor cubano y que acá no se consigue; luego uno de Johanna von Grafenstein Haiti: una breve historia, de México. Pero en general es muy poco lo que hay. Pensemos que la revolución triunfó en 1804, y estos libros que yo te comento de Argentina son de la década del 80 del siglo XX en adelante. Hay un vacío enorme y lo que se intenta es aportar a llenar ese vacío y a la difusión de la revolución insistiendo en su propia relevancia histórica y contemporánea.
APU: Su libro comienza desde la conquista de la isla a fines del siglo XV. ¿Qué tradición ideológica recobra la revolución de las primeras resistencias de los pueblos originarios? ¿Quedaba algún vestigio de aquellos pueblos?
M. P.: Hay una carga muy fuerte, simbólica de los pueblos originarios en la Revolución. Desde un punto de vista demográfico, habían sufrido un genocidio total. No había población originaria. Pero sí los revolucionarios reivindicaron la resistencia y la lucha de esos pueblos. Se percibieron como compañeros en la lucha y el sufrimiento. Ellos se sabían herederos del genocidio que sufrieron los pueblos originarios, herederos de su lucha, su resistencia y se asumían como vengadores. El ejemplo más claro es la denominación de la isla, cuyo nombre colonial era Saint Domingue y lo cambiaron por Haití. Eso es muy explícito. Y también durante la independencia, renombraron al ejército como ejército indígena. Ya lograda la independencia, en uno de sus discursos, Jean-Jacques Dessalines dice “He vengado a América”. La Revolución no es solo una revolución de esclavizados, afrodescendientes, sino también una continuación de la lucha de los pueblos originarios.
También los intelectuales haitianos post independencia, y particularmente el principal intelectual de ese ciclo, Jean Louis Vastey[1], explícitamente comienza la historia del colonialismo en la isla partiendo de la lucha y el sacrificio de los pueblos originarios, criticando fuertemente el genocidio y describiendo una continuidad histórica entre el genocidio de esos pueblos y el genocidio posterior del colonialismo y la esclavitud que sufrieron los afrodescendientes.
APU: El gran desconocimiento que hay de la Revolución Haitiana incluye en su interior otro, que es el de los intelectuales que produce esa misma revolución. ¿Cuál fue su influencia?
M. P.: Los intelectuales van ir surgiendo hacia el fin de la revolución, y luego en la post revolución. Al principio tenemos ideas revolucionarias y originales, críticas; tenemos proclamas, la constitución de 1801, que podemos pensar como un anclaje intelectual, pero los intelectuales surgen luego y van a discutir fuertemente con el imaginario colonial, racista, esclavista y van a continuar la revolución por medio de la pluma. Uno de ellos, Boisrond Tonnerre, escribe la declaración de la independencia y la primera historia de la Revolución Haitiana alrededor de 1804; luego está la figura de Juste Chanlatte, otro importante intelectual en la redacción de la constitución de 1805 y que escribe los primeros libros de crítica antirracista y anticolonial. Acaso el más importante es Jean Louis Vastey. Estos autores teorizan a partir de la revolución y crean una teoría que continúa en términos intelectuales el legado profundo y radical de ella.
Es importante mencionarlos, porque en general la revolución siempre es vista como un proceso meramente destructivo. La forma de negar el carácter revolucionario y político es ligarlo a la idea de una masacre de blancos, de una guerra de colores. Estos autores impugnan esto mostrando que fue una verdadera revolución política, universal e igualitarista.
¿La influencia de la revolución francesa?
APU: ¿Cuál fue el impacto de la revolución francesa? ¿Se puede dimensionar la posibilidad de una Rev. Haitiana sin que haya existido una francesa?
M. P.: Cuando se aborda la revolución encontramos tres problemas. El primero es negarla, no mencionarla, y relegarla al olvido. Luego hablar de la revolución como una guerra racial. Estos dos planteos surgieron en el mismo momento. La tercera interpretación problemática es la banalización de la revolución, plantearla como un sucedáneo caribeño de la Revolución Francesa. Hay toda una historiografía muy fuerte con el eje puesto en Francia. Es decir, es una revolución francesa con color caribeño, hecha por figuras afrodescendientes. Esta lectura ha sido muy fuerte incluso en la historiografía haitiana. En dicha narrativa los haitianos, africanos y afrodescendientes antes de la revolución francesa no tenían conciencia política y adquieren la noción de libertad e igualdad solamente a partir del impacto de dicho procesa. Desde esa perspectiva es imposible pensar una revolución en Haití sin la de la metrópoli.
Luego hay una interpretación más nacionalista que entiende que el impacto de la revolución francesa es la chispa que incendió la pradera, pero que reivindica un recorrido previo, de luchas anteriores. Hay un libro llamado Los cimarrones de la libertad, de Jean Fouchard, en la que él reivindica las luchas anteriores y a las luchas del cimarronaje previo, en el que destaca un personaje importante, de la década de 1850, que es François Mackandal. La revolución francesa viene a desarticular un orden colonial en crisis, un orden que entra en tensión; pero lo que hay es una continuidad en la lucha de esos hombres y mujeres esclavizados, que venían luchando por la libertad y la igualdad desde su propia lógica cultural. Yo sigo esta línea y creo que lo que hacen esos revolucionarios es traducir sus luchas previas al ideario de la revolución francesa, apropiándoselo y universalizándolo. No hay una varita mágica que los despierta a la conciencia política. Ellos ya tenían una larga tradición de lucha y una conciencia política que era más radical que la que había en Francia, y cuando surge la revolución ellos hacen un proceso de traducción y apropiación que le aporta originalidad.
El continente en armas
APU: Las rebeliones en tierras americanas entre 1492 y 1801 son innúmeras. ¿Por qué esta logró consolidar una hegemonía?
M. P.: Hay una infinidad de luchas previas, y hubo algunas que triunfaron, pero no lograron consolidar un estado independiente. El palenque de San Basilio en Colombia aún perdura y el Quilombo de Palmares duró casi un siglo; luego estuvieron las guerras cimarronas de Jamaica durante el siglo XVIII donde hubo triunfos parciales en los que lograron arrancar ciertas concesiones a los esclavistas e incluso la libertad, pero ninguna llega al punto de lo que logra el caso haitiano.
Eso se debe a muchos factores complejos, pero en ese sentido, la crisis que la revolución genera al interior de las elites produce choques entre sectores blancos y affranchis (los hombres libres afrodescendientes). A eso hay que sumar la dificultad de establecer el orden en Haití por parte de la metrópoli y las invasiones extranjeras. Las elites no pueden reconstituir una hegemonía y no pueden reconstruir el bloque dominante para reprimir la rebelión.
Las elites locales fueron muy ineficientes. En un determinado momento podrían haber negociado y no lo hicieron, no se abroquelaron como deberían haberlo hecho, y a eso hay que sumar la mirada poco estratégica del propio Napoleón. En una de las muchas y complejas etapas que tuvo la Revolución Haitiana, Louverture gobernaba la isla en nombre de Francia. Él era un exesclavo, pero en ese momento, en la isla continuaba el colonialismo francés aunque sin esclavitud. Si no fuese porque Napoleón quiso reimponer la esclavitud, Francia podría haber controlado la isla mejor y haber evitado la independencia. Ahí se ve una falta de clarividencia política muy marcada por el prejuicio racista. Algo muy paradójico que ocurría en las plantaciones y en las relaciones entre amos y esclavizados, era que a pesar de que les tenían mucho miedo, nunca los terminaba de ver como sujetos políticos y revolucionarios. La revolución, para ellos, era una pesadilla que no iba a pasar. Napoleón, hacia el final de su vida, decía que uno de sus mayores errores había sido enviar una expedición de 50000 hombres a Haití, acción que terminaría con la independencia.
APU: El imaginario de los que la conocen -aún la mayoría no lo incorpora a su horizonte de conocimientos- escenifican una revolución negra contra los blancos. ¿Había diferencias al interior de la Revolución?
M. P.: Creo que es muy importante insistir que esto no fue una “guerra de razas”, ni una masacre de blancos sino un proceso revolución que busco la libertad y la igualdad universal.
Ahora bien, dentro de la revolución tenemos tres sectores. El primero es un sector de hombres y mujeres exesclavizados, que, a su vez, se puede dividir en tres: Un sector liderado por Toussaint Louverture, que propone una opción más autónoma frente a Francia; es el grupo que luego quedará en manos de Henri Christophe y Dessalines pero ya en una clave independentista, cuya propuesta era la creación de un estado fuerte y la idea de que la libertad viene asociada junto al trabajo. Estos líderes tienen una visión que incluye el desarrollo económico de la isla y promueven que continúen las plantaciones, ya que entendían que incluso en un marco sin esclavitud y con libertad, la isla no podía prescindir de la economía de plantación. Hay otro sector, que incluye entre sus líderes a un sobrino de Louverture llamado Moise, cercano al grupo anterior, pero que promueve la distribución de la tierra y está en contra de la plantación. Y, por último, hay un tercer grupo más anarquista que no tiene ningún interés en que haya un estado ni en que haya plantaciones y que están a favor de una pequeña distribución de tierras en forma libertaria.
La segunda facción la constituyen los sectores clasificados como affranchis, que habían sido dueños de esclavos y cuya agenda no era muy emancipatoria, pero que terminan aceptando el fin de la esclavitud y esperan que haya una reconfiguración que les otorgue el liderazgo y que terminen siendo la elite, que es lo que sucederá alrededor de 1820.
Y, por último, el sector mayoritario de los blancos, que claramente defendían el status quo. Sin embargo, es importante destacar que hubo minorías de blancos que apoyaron el proceso revolucionario y que incluso colaboraron con Toussaint Louverture y con Jean Jacques Dessalines.
El legado de la revolución haitiana
APU: ¿Qué significó en el contexto internacional la Revolución Haitiana y qué aporta, en la distancia, a la lucha por la emancipación de los pueblos?
La Revoluciona Haitiana es la más importante de su época y una de las más importantes del mundo moderno. Fue la primera y única revolución de esclavizados triunfante en la historia de la humanidad, la primera revolución de independencia de América Latina, y cuando se la compara con las revoluciones francesa, inglesa, norteamericana o hispanoamericanas, es la única que propone con mayor profundidad la universalidad de los derechos del hombre y la única que atacó con virulencia a la esclavitud, al racismo y al colonialismo. La enorme radicalidad de la revolución generó un pánico enorme para las elites, generó un bloqueo por parte de los imperios, pero también generó mucha esperanza entre los sectores africanos, afrodescendientes, indígenas y populares. Hubo centenares de conspiraciones y rebeliones que se hicieron levantando su bandera.
También es importante subrayar, la difusión de la revolución a través de los intelectuales que mencionamos antes, sobre todo a partir de la década del 10, que buscaban continuar la lucha en el plano intelectual, una arena de la cual estaban totalmente excluidos. Y en el terreno material, debemos mencionar el apoyo económico y militar de Alexander Petion a las revoluciones hispanoamericanas y a las expediciones para lograr la independencia, entre las que se encuentran las dos que encabezó Simón Bolívar. Lo que pedían a cambio era abolir la esclavitud una vez alcanzada la independencia. No obstante, las elites blancas, criollas y revolucionarias, trataban de evitar que se repitiera lo de Haití.
APU: ¿Qué le agregarías a tu libro que ya no hayas dicho en él?
M. P.: Este libro es la síntesis de dos tesis de maestría y mi tesis doctoral es una continuidad de esos estudios. En ella evalúo el impacto de la Revolución Haitiana en Nueva Granada y Venezuela entre 1789 y 1830. Me dedico a explorar la circulación de ideas, de personas, de conspiraciones y procesos que fueron promovidos por Haití. Luego realicé la edición del libro de Jean Louis Vastey, El sistema colonial develado, con un estudio preliminar, y, recientemente, escribí un libro de próxima aparición sobre Vastey, que es una continuidad de los estudios de la Revolución Haitiana hasta 1825. Incluye la Revolución, analiza el período de la independencia y post independencia, y profundiza la imagen de Vastey y los otros intelectuales haitianos, algo que se encuentra ausente en la literatura y en nuestros imaginarios académicos. Mismo en los estudios de pensamiento latinoamericano, hay un cierto desconocimiento de esos aportes y lo que buscan estas investigaciones es aportar a llenar ese vació.
APU: Por último. A la luz de la situación actual de Haití, ¿cuál podría ser una solución posible?
M. P.: Es muy importante revertir la imagen que se ha construido sobre Haití. Los aspectos más positivos de la sociedad haitiana han sido olvidados al igual que los aportes de su revolución. El rol que podemos tener desde nuestro lugar -en diálogo con quienes están allá, auténticos protagonistas de su futuro- es aportar a modificar esos imaginarios negativos. La situación de Haití se debe en gran parte al hostigamiento que vivieron los haitianos por haber protagonizado una revolución por su libertad: el bloqueo, la indemnización millonaria que le tuvieron que pagar a Francia en 1825, la terrible deuda externa, la intervención norteamericana de 1915, las múltiples ocupaciones posteriores de Estados Unidos y de la ONU. Pero lo más importante es entender que Haití tiene una historia y una sociedad más compleja que la historia que se quiere construir.
Como primera condición para resolver sus problemas es entender que lo tienen que resolver ellos, sin intervenciones foráneas, que las potencias no intervengan más. América Latina puede cooperar, en una relación sur-sur, como por ejemplo con el Plan Pro Huerta, el hospital Néstor Kirchner, los aportes bolivarianos de Venezuela y Chávez a través de Petrocaribe, o los aportes que ha realizado Cuba en materia educativa y médica; pero la cooperación deberá ser Sur-sur, sin intervención de las potencias. Los países de América Latina lo que podemos hacer es denunciar el racismo, el colonialismo, la injerencia de otros países, el imperialismo, etc., pero quienes van a encabezar el proceso refundacional de Haití, como lo han hecho en otro momento, son los propios haitianos. Incluso en la actualidad, pese a los imaginarios negativos que se ciernen sobre el país, tienen una fortaleza política-cultural y una tradición muy grande que permite pensar en un futuro luminoso para ellos.
[1] El historiador Juan Francisco Martínez Peria editó, con un detallado estudio introductorio, el libro El Sistema Colonial Develado, de ese autor haitiano.