Boca - River: un cuento sin final fatal
Por Martín Massad
"Siempre hay algunos idiotas que le arruinan la fiesta a miles", esa fue la frase con la que el presidente de la FIFA Gianni Infantino se refirió a la suspensión del super clásico-final de la Copa (ex) Libertadores de América hoy transformada en la versión española de la misma. La declaración del pope de la FIFA omite de manera sustancial, tal vez por desconocimiento pero más seguro por conveniencia, los por qué de la violencia en el futbol de nuestro país. Pero saquemos a Infantino de la cuestión no para protegerlo sino para centrar el análisis en lo que pasa acá, donde al fin de cuentas sucedió el hecho bochornoso del que tanto nos asustamos como si fuéramos habitantes de otro planeta o como si todos no fuéramos parte de lo que paso el sábado pasado. Hipocresías de lado, intentaremos analizar lo sucedido.
Como primer argumento cabe destacar que la agresión al micro de Boca se inició mucho antes. Se inició cuando se supo que el partido final de la Copa iba a ser entre los dos equipos más grandes del fútbol argentino, archirrivales de toda la vida. La cuestión de la "vida o la muerte", entonces, ganó lugar tanto en la calle cuanto más en los medios de comunicación que se ocuparon de manera sistemática de ir calentando la olla para que al final explote.
Hablar con un hincha de Boca o de River en los días previos a la frustrada súper final era más o menos dialogar con alguien que iba a pasar por un momento extremo de su vida y que si perdía no iba a tener retorno de la derrota. Se llegaron a escuchar argumentos tales como que la derrota del contrincante sería mucho más festejada que la propia victoria. O sea que la mirada estaría puesta en el oponente y no en sí mismo. La muerte del otro antes que la vida de uno porque si uno sobrevive a la guerra podrá tener más batallas pero si uno muere no existirá esa posibilidad.
Horas y horas dedicadas al partido fueron llenando los programas de tele. Versiones más versiones a futuro sobre lo que sucedería fueron consumiendo minutos y fueron consumando la antesala de los piedrazos que recibió el micro de Boca que fue llevado: ¿A una emboscada?
¿Todo lo que pasó su pudo haber prevenido? No creo, porque en el futbol de hoy se juega mucho más que un deporte. Se juega el honor, las frustraciones, la exclusión, el sentido de pertenencia, el aguante y sobre todo la violencia. La misma que el gobierno defiende a ultranza cuando hace diferencias entre ciudadanos de primera, segunda, tercera y cuarta categoría. La que emanan los medio masivos de comunicación a través de sus pantallas y sus micrófonos plagados de desafíos al otro por su pertenencia al equipo contrario.
Todo lo que pasó antes durante y después de la frustrada final era lo que tenía que pasar. Ni más ni menos. Solo faltaron los muertos pero eso quedará para la próxima….