La encrucijada venezolana
Por Carlos Iaquinandi Castro (*)
El inmediato reconocimiento de Donald Trump (foto) del autoproclamado presidente encargado de Venezuela tenía el objetivo de propiciar un rápido desplazamiento del presidente Nicolás Maduro, reelecto en los comicios de mayo del año pasado. Pero a pesar del despliegue diplomático para obtener una catarata de apoyos internacionales, su objetivo ya no parece tan fácil. En primer lugar porque se oponen otros países que le disputan la influencia y el control geoestratégico del planeta, como el caso de China y Rusia. Y, en segundo, porque muchos de los que en principio reconocieron a Guaidó han expresado su rechazo a cualquier tipo de injerencia que implique el uso de la fuerza. Una evidencia es que a pesar de que países europeos se sumaron al “Grupo de Contacto” convocado por México y Uruguay, no consiguieron cambiar la propuesta original de mantener una posición de neutralidad. Las presiones lograron que Uruguay cediera en pedir elecciones, pero Bolivia, México y CARICOM, que agrupa a catorce países del área del Caribe, mantuvieron la no injerencia.
Otro de los elementos de presión ha sido el envío de “ayuda humanitaria” a Venezuela por parte de EEUU. De la operación no está participando la ONU, y la Cruz Roja se ha negado a intervenir alegando razones de neutralidad. El enviado de La Vanguardia define estos hechos como “una operación logística diseñada por la Administración de Trump”. Las dos vías elegidas para entrar la ayuda son las fronteras de Colombia y Brasil, dos países que tienen gobiernos hostiles al de Maduro. El diputado chileno Hugo Gutiérrez expresó a su compatriota Michel Bachelet, comisionada de la ONU, que el gobierno de su país y Guaidó buscan una excusa para una intervención militar norteamericana. “Lo que quiere hacer Estados Unidos -afirmó Gutiérrez- es generar un corredor humanitario, protegido por las fuerzas de intervención, para buscar el enfrentamiento con las Fuerzas Armadas venezolanas y, de esa forma, lograr la intervención extranjera en Venezuela”. Por su parte, Maduro reiteró que lo que necesita su país es que Trump levante el bloqueo unilateral que impide a Venezuela acceder a sus activos financieros y a la compra de medicinas y alimentos. EEUU, Reino Unido y Colombia han bloqueado fondos del Estado venezolano, y al parecer la intención es ponerlos a disposición de Guaidó.
Mientras tanto, las campañas mediáticas en las redes sociales difunden rumores y datos falsos que son repicados sin contrastar. Utilizan los mismos métodos que la extrema derecha brasileña en la campaña electoral de Bolsonaro. La mayor parte de los medios están en manos de corporaciones o empresas opositoras al gobierno. Si hay dudas sobre la libertad de expresión, cualquiera puede acceder por internet a sus contenidos. Uno de los de mayor circulación, El Nacional publica títulos como “Maduro está marcado por ser un tirano, dictador y cobarde”. O La Razón, “Se hunde el barco. Jerarcas del gobierno envían familiares al exterior”. Y se venden libremente. Mientras tanto, el gobierno ha denunciado un ataque cibernético masivo contra varias de sus embajadas, publicando un falso comunicado de retirada de apoyo a Maduro. Se supone que tras estas campañas están los equipos de Steve Bannon, que fuera estratega de Trump y que, según explica el sociólogo Manuel Castells, asesora a grupos europeos de extrema derecha.
En las últimas horas, el “presidente encargado” declaró a la agencia France Press que no descarta “autorizar” la intervención de una fuerza extranjera en su país para expulsar al gobierno de Maduro. Esto contradice sus afirmaciones iniciales contrarias al derramamiento de sangre de venezolanos. Guaidó agudiza la tensión y aumenta el riesgo.
En cuanto a las Fuerzas Armadas, muchos de cuyos altos cargos controlan las grandes empresas estatales y son acusados de corrupción por los opositores, permanecen leales. Pero, como tantas veces ocurrió en América Latina, habrá entre ellos quienes sean permeables a los “favores” que le puedan ofrecer desde el exterior. Recordemos que Pinochet era uno de los generales considerados leales a la constitución chilena y al presidente Allende. Es oportuno también recordar la frase que atribuyen al expresidente mexicano Álvaro Obregón, cuando dijo que “ningún general resiste un cañonazo de 50.000 pesos” (suma que entonces era una fortuna). Ante la frase de Guaidó es inevitable recordar la historia de intervenciones norteamericanas en América Latina, como las de Guatemala, Haití, Dominicana, Panamá, Chile o más recientemente Honduras, con una secuela de muertos, y un retroceso en derechos y libertades. O las graves consecuencias de las invasiones en Irak, Afganistán, Libia, Sudán o Somalia. Esperemos que la sensatez y el derecho internacional prevalezcan sobre el egoísmo de los gobiernos que solo defienden su propio interés. Hay un pueblo hermano que sufre y que merece una salida pacífica y que se respeten todos sus derechos.
(*) El periodista argentino Carlos Iaquinandi reside en Reus, Catalunya, desde su exilio en 1976. Allí fundó el Centro Latinoamericano de la ciudad. Es miembro de diversas organizaciones, coordinador del Servicio de Prensa Alternativa (SERPAL) y colaborador de medios de comunicación internacionales, entre ellos esta AGENCIA. El artículo que compartimos fue publicado originalmente por el Diari de Tarragona, en su edición de este lunes 11 de febrero.