Milei ¿a contramano del mundo?
Se escucha a menudo dentro del campo nacional y popular la idea de que hay un mundo que se está alejando de las políticas neoliberales y del dólar y que el gobierno argentino estaría yendo a contramano de este camino, que casi se lo presenta como inexorable.
¿Pero a qué se refieren cuando dicen mundo? Es claro que el surgimiento de los BRICS apalancado en el ascenso de China como potencia económica y militar y la fuerza permanente de Rusia parecieran indicar que la hegemonía norteamericana está condenada a su extinción.
Pero así como la hegemonía inglesa decayó en su poder en el siglo XX, luego de 1 siglo de primacía, las cosas nunca suceden en su completitud. El peso de lo relativo indica que siempre lo nuevo se conforma de lo viejo y no lo deja ver por alguna ventanas. Y si no que nos pregunten a los argentino sobre la caída del imperio inglés que seguimos teniendo confiscado parte de nuestro territorio legítimo en Malvinas.
Así como Inglaterra se replegó en lo que ellos llamaron la zona de la libra (su moneda) para atravesar ese período de crisis, pareciera que hoy los Estados Unidos buscarán crear algo en base a esa idea.
Cuando Donald Trump volvió al gobierno en 2025 dijo a viva voz que estaba interesado en quedarse con Groenlandia, recuperar el canal de Panamá, le ofreció a Canadá sumarse a su país, y habló claramente de intervenir en nombre de la lucha contra el narcotráfico en México. Es decir: expandirse por todas sus fronteras. ¿En búsqueda de qué?, ¿Quizás de una nueva región dolarizada que genere algún contrapeso de las pérdidas que está teniendo en el otro lado del mundo?
Sabemos que las iniciativas son eso: por ahora iniciativas. Que chocan contra las realidades de cada país y cada sociedad. De México saltó a Venezuela, y aún no pudo concretar su deseo. En el caso nuestro, en Argentina, tiene un gobierno dispuesto a ordenarse previo a que se lo pidan. Un gobierno que busca mostrarse como seguidor fanático, desoyendo su historia, y pasando por encima de sus necesidades. En el periplo de las últimas elecciones legislativas ocurrió algo que no había pasado hasta ahora, cuando el tesoro norteamericano nos trató como un estado más y vino con un salvataje, incluso mayor al que por ejemplo le había dado a Puerto Rico en ocasión de su destrucción por los huracanes durante la primera presidencia de Trump.
También hay que decir que esto puede verse como un gesto de autocrítica de los republicanos que son quienes habían negado el refinanciamiento de la deuda en 2001 durante el gobierno de la Alianza de De la Rua y que originó el desembocamiento en un nuevo gobierno en 2003 que terminó eligiendo otro camino que él le proponía Estados Unidos y lo concretó en noviembre del 2005 negándose a entrar el el Área de Libre Comercio para las Américas que parecía que estaba cocinada.
Esta vez fue diferente y los norteamericanos apostaron por mantener a flote un programa económico que a todas luces solo cierra con la ampliación de la miseria y la desaparición de la clase media.
Argentina para el pensamiento imperial norteamericano es una intendencia que está al lado de Brasil que es el principal aliado de los China y Rusia en esta región que desde el norte se considera su patio trasero. Los hechos de Rio de Janeiro hay que visualizarlos por este cristal donde se está cimentando la idea ya no de la corrupción como en la década pasada, sino del narcotráfico como excusa para hacer y deshacer en los países.
Recordemos que en 1989 donde la lucha contra el narcotráfico formaba parte del relato para su expansión Estados Unidos invadió Panamá y derrocó al presidente Noriega.
Por estas razones podemos preguntarnos si el presidente argentino está a contramano del mundo o si en realidad es una de las fuerzas de avanzada del proyecto de repliegue expansivo en nuestra región por parte de Estados Unidos.
Quien viva lo verá.