Una oposición de derecha

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Una oposición de derecha

31 Mayo 2013

Por Nicolás Adet Larcher I Un año electoral genera nervios, tensiones y ansiedades. Pero, en una oposición casi imperceptible, también tiende a generar sincericidios y errores groseros.

Desde la última elección presidencial (2011) la oposición no logra organizarse para disputar al oficialismo la batalla por el aparato estatal, y hay que remarcar esta cuestión porque no es lo mismo el aparato con el que se gobierna que el poder, el poder está casi siempre en otras fuerzas que pretenden quedarse con el Estado. Sean los medios, la SRA, la oligarquía y las multinacionales, el poder está ahí. Y aquellos mismos envases del poder hoy en día contienen los pedazos de la oposición para tratar de potenciarla. El problema es que se nota que cada día les cuesta más.

En busca de votos se recurre a todo. Este último tiempo salieron a la luz confesiones que dan cuenta de la imperiosa necesidad de abarcar el electorado de derecha o indiferente en la población. Se perfila hacia la derecha porque hoy en día no puede haber una opción que este más a la izquierda que el kirchnerismo. Esas concepciones de derecha vertidas desde las usinas mediáticas son captadas por aquellas personas que no se encuentran definidas ideológicamente por que el argentino promedio posee un sentido común hacia la derecha que fue tallado por las clases dominantes con el pasar de los años, desde el núcleo mismo de la sociedad y desde un sistema capitalista totalmente injusto.

Recordar este sentido común nos obliga a repensar su conformación en nuestra historia, desde la Revolución de Mayo, la ley de vagos de 1815 – que encarcelaba a los pobres sin vivienda – la matanza de la conquista del desierto, el modelo agroexportador, los constantes golpes de estado, la destrucción del Estado de Bienestar, la incorporación de un miedo a “una nueva crisis”, el aval a las privatizaciones, el apoyo al campo. Todas fueron aceptadas, y hasta el día de hoy muchas de aquellas medidas son rememoradas como “tiempos mejores”.

Los medios saben utilizar muy bien aquella naturalización ideológica implantada a plomo y tinta. Un ejemplo: desde las tapas generan una sensación de inseguridad en un país que tiene una tasa de homicidios de 5 cada 100 mil habitantes, completamente inferior a Brasil que posee 27 homicidios cada 100 mil habitantes. Esa generación de un miedo creado por ellos mismos, luego es continuado por una solución brindada por su político estrella y publicada en mayor magnitud editorial que el problema. El grueso de la sociedad necesita respuesta inmediata ante tal caos y no va a pedir educación para aquellos jóvenes delincuentes que roban porque son marginados, va a pedir reducción de la edad de imputabilidad, mayor fuerza policial, e incluso pena de muerte (prohibida por el pacto de San José de Costa Rica). El político dirá que aumentará el número de policías, pese a que está comprobado que no soluciona el problema.

El costo se pagara a la larga, y se comprobará que no era la solución. Pero ya será tarde, es necesario reconocer operaciones mediáticas como estas y declaraciones sugerentes y explicitas hacia la derecha con tiempo para evitar que nos vendan algo que verdaderamente no queremos comprar.

Las últimas declaraciones de Juan Manuel de la Sota pidiendo una reducción a las penas de los genocidas, es un claro ejemplo de lo que debemos evitar. La reconciliación será propio de la Iglesia, pero no va de la mano cuando se pide justicia frente a crueles asesinatos a madres, jóvenes, y demás seres humanos que fueron torturados, picaneados, y arrojados desde aviones como está comprobado en extensa documentación y testimonios. El acoplamiento de Duhalde a De La Sota era predecible, ambos poseen una concepción pro-militar, que incluso se alinea perfectamente a editoriales del diario La Nación o La Nueva Provincia pidiendo “memoria completa”, sin recordar que los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles y son aquellos realizados por funcionarios estatales, dejando de lado los perpetuados por “organizaciones políticas” debido a la dificultad para definir éste término. Además, debe tratarse de ataques sistemáticos -comprobado en toda América Latina- y contra una población civil, además de las especificaciones sobre qué grupos son considerados víctimas.

Sumado a este sincericidio del Gobernador de Córdoba, la cautivacion de votantes se trató de condensar en un apoyo del Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, a la mesa de enlace. Los autoproclamados de “El campo”, se reunieron en un día sin mucho que hacer, delante de una escenografía montada de “precios verdaderos”, culpando al gobierno de la elevación de los valores del kilo de manzanas o tomates en la cadena de valor, cuando es sabido que la elevación de aquella cadena es creada por los empresarios. Aquel montaje es el broche de oro que da lógica a los pedidos de devaluación de un 40% del macrista Federico Sturzenegger, que obviamente favorece por excelencia al campo, de la retención de granos por parte de los héroes rurales, y la nota de opinión de Buzzi publicada días atrás en La Nación hablando de una “Década Perdida” para el Campo. Macri dijo que aquel rejunte desestabilizador, es "el sector más dinámico y con mayor potencial de la Argentina", añorando quizás una vuelta hacia aquel modelo agroexportador -que ya mencionamos- donde se dependía en su totalidad de Gran Bretaña, la industria nacional era inexistente, y una concentración de 41.787.023 hectáreas en tan solo 1.843 personas.

Para celebrar aún más entre las nostalgias del margen derecho, un nuevo miembro se unió oficialmente a la tropa. Hermes Binner, y todo el partido socialista argentino, fueron expulsados del Foro de San Pablo. El Foro en cuestión agrupa a partidos y grupos de izquierda de toda Latinoamérica, y algunos de Europa y Asia. Por una decisión sin vacilamientos, el socialismo argentino pasó al olvido por declaraciones del ex gobernador de Santa Fe apoyando a Caprile y desprestigiando a los gobiernos populares de América Latina. Una de las agrupaciones que integra el foro es el Movimiento Evita, y pese a que el kirchnerismo no se consideraría oficialmente como un partido socialista, se aprecia desde el Foro el apoyo constante que los gobiernos de Néstor y Cristina dieron a la unidad latinoamericana.

El año electoral sigue su curso y directamente proporcional a su importancia, los papelones opositores.