Vidal no quiere universidades: ¿De qué habla la Gobernadora?
Por Adrián Rozengardt
La certera definición de la Gobernadora Vidal plantea una opción devastadora, pero coherente con su pensamiento. Ella se pregunta por el sentido de las Universidades públicas, y señala que preferiría dedicar esos recursos a la primera infancia.
En las últimas décadas, pasada la ola neoliberal, la política pública fue mutando de la noción sectorial, de riesgo y respuesta focalizada, hacia un paradigma centrado en el enfoque de derechos humanos. El acceso a la educación de sectores históricamente postergados fue una de las banderas que se enarbolaron en esos y en estos tiempos. Mayor cobertura, mejor calidad, más años de obligatoriedad, preocupación por mantener a los adolescentes en la escuela, incorporación de la tecnología, descentralización y democratización de la Universidad, entre otros.
Algunos lo llamaron (lo llamamos) inclusión. Pero en realidad fue lucha por el acceso a la satisfacción de derechos, derechos reconocidos por las normas internacionales y nacionales que la sociedad logró plasmar durante más de un siglo de avances y retrocesos sociales.
La primera infancia fue consolidándose en la agenda de la política pública en oleadas, pero da un fuerte salto en los 70, a partir del discurso feminista y la demanda de cuidado para los más pequeños, tanto de las mujeres de los sectores medios, detrás de sueños de independencia económica, cultural y social; como de las mujeres de los barrios populares, en su lucha por proteger a las nuevas generaciones de los estragos de la infantilización de la pobreza y del corrimiento del Estado en la oferta de espacios para los más pequeños.
Las trayectorias de los seres humanos son únicas, personales, continuas y colectivas, se conforman a partir de las experiencias que vamos atravesando en nuestra vida social. Desde una perspectiva de derechos este proceso no se puede fragmentar. Si bien hay múltiples infancias y contextos sociales, la perspectiva de derechos humanos y los compromisos internacionales asumidos obligan a los Estados a garantizar un piso de inclusión, desde que nacemos hasta que nos toca dejar esta existencia.
Pero para Vidal es: o Universidades para pobres o jardines para pobres. Porque de esto se trata: para la Gobernadora no hay tensión entre los jardines privados o públicos cuando hay vacantes y la Universidad privada. Se trata de los pobres.
Ahí tenemos que elegir, no hay lugar para todo y todos en este esquema. Y si vamos a elegir, decimos que con los jardines alcanza, las Universidades no son tan necesarias. La mano de obra barata está garantizada.
Es común escuchar que las políticas de primera infancia son estrategias de lucha contra la pobreza, que deben estar pensadas para los que menos tienen. Generándose así, circuitos diferenciados, (no por su origen formal o no formal) sino por su desigualdad, que ataca a ambos universos por igual.
La crianza, el cuidado y la educación de la primera infancia es un derecho de todos los niños y niñas, y es una razón humanitaria, al decir de Fassin. Por supuesto que los más vulnerados necesitan múltiples esfuerzos y mucho más financiamiento. Es el Estado el que debe intervenir.
La formación universitaria es un derecho de todos y todas aquellos que definen ese proyecto de vida. Y, por supuesto, para que ello suceda hay que acercar la Universidad a donde viven los y las jóvenes, o adultos, o adultos mayores. No es una opción contrapuesta, si hablamos de derechos.
Decir que la prioridad es la primera infancia y no las universidades es profundizar la desigualdad. No es optativo, todos y todas tienen derecho a la educación inicial, a la primaria, a la secundaria y a la formación terciaria o universitaria, a trabajar, a descansar, a disfrutar, a ser felices.
Y lo peor, es que Cambiemos tampoco ha avanzado mucho en la primera infancia. Hasta la fecha se ha sub ejecutado cerca del 60% del presupuesto del Plan nacional de primera infancia, y no se han construido prácticamente ninguno de los 4000 jardines prometidos en campaña.
Desde ese lugar, la opción también es falsa. Es verdad que a una cantidad de centros de desarrollo infantil se les ha otorgado un subsidio que ayuda y mucho a los espacios que menos tienen. Sin embargo, no se ha logrado aumentar la cobertura, no hay más chicos en las salas, ni en el sistema formal, ni en el no formal. O sea, universidades para los pobres no, pero jardines tampoco. Entonces ¿de qué habla la Gobernadora?.