"El macrismo es el menemismo que va a misa"
Por Enrique de la Calle
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué evaluación hacé de estos seis años de macrismo en Ciudad de Buenos Aires?
Tomás Abraham: Me parece una administración aceptable. Se dedicó en especial al área del transporte. Y no es de extrañar. Hoy las ciudades son de los autos y del cemento. Bicisenda bien. Metrobus bien, quizás no la 9 de julio porque la afearon y han hecho de “la más ancha” un espacio ocupado por explanadas toscas sin color, una especie de estación Retiro al aire libre a lo largo de la avenida. Quizás se podría haber buscado soluciones alternativas para el desmadre urbano.
El Rosedal sigue siendo una belleza gracias al cuidado y a que la enrejaron. Parque Centenario lindo. Parque los Andes lindo. Lo del Colón está bien. Creo que el traslado de la administración de la ciudad a los alrededores del Borda está bien sin que sea necesario reprimir como lo hicieron ni rasgarse las vestiduras porque los internos van a ser sacrificados. Descentralizar e invertir en esa zona está bien (ven que no digo “está bueno”). Lo de los subtes avanza. Puerto Madero parece Alphaville, es fantasmal, como si estuviera “deshabitado” por gente extraña. Han tratado de terminar obras de entubamiento para morigerar inundaciones.
Sin embargo, en la ciudad hay muchos puestos de autoproclamados artesanos que venden velas y muñequitos por todas partes y mi barrio es un quilombo. Estoy podrido que me toquen el bongó el sábado a las tres de la tarde y que las murgas ensayen en mi cama. Debemos crear una legislación que imponga el respeto a los sentidos del semejante. No podemos tirar carne podrida en la puerta de una casa, no podemos llenar de letreros y pantallas las fachadas de los edificios, no podemos hacer ruidos estentóreos en lugares públicos. Tomemos en cuenta que Buenos Aires es rica. Tiene un ingreso por habitante que cuadriplica al distrito que le sigue en importancia como los de Rosario y Córdoba. Padeció estos años el boom del consumo en especial el del parque automotor que rompe todo. Así que desde el punto de vista de la gestión, pasable. Más bien que mal.
APU: ¿Cómo ve la gestión en otras áreas sensibles como acceso a la vivienda o programas sociales? En un contexto de crecimiento económico y boom inmobiliario la Ciudad presenta un importante déficit habitacional. Parece darse un proceso parecido al de Rosario. ¿Cuál es su análisis al respecto?
TA: ¿Rosario? No entiendo a qué se refieren. La vivienda no es un problema porteño, es nacional, no es de hoy, es de anteayer. Requiere sumas siderales y una política muy elaborada. ¿Cómo hizo el neoliberalismo chileno para hacer que tengan viviendas la enorme mayoría de sus proletarios y que no haya más villas miseria? Hay casas vacías en la ciudad, claro, en un país en donde los ahorros se los apropia el Estado para llenar los bolsillos del personal a cargo de la administración pública y sus socios capitalistas, y la inflación hace del dinero papel mojado, la clase media invirtió en ladrillo para obtener una renta. Ocupar departamentos fue una buena idea de Stalin, pero torturó a toda una sociedad. En política hay que solucionar los problemas sin provocar daños peores que la solución. Hacer del Sheraton un Hospital de Niños no crea mejor salud pública, son políticas de venganza, de resentimiento pequeñoburgués.
Humberto Tumini me decía que a Macri en Villa Lugano nadie lo odia. Tiene punteros fuertes, etc. Por eso para entender por qué a Macri no lo votan solamente la clase media y los ricos y saber de los programas sociales, habría que preguntarles a los del Pro, a Marcos Peña, María Eugenia Vidal, etc. Seguramente que nos inundarán de cifras. Pero, por lo que sé, desactivaron muchos programas que venían de Ibarra-Telerman, y se sienten mejor con Caritas y adláteres. Son reaccionarios en ese sentido, les gusta el alma y convertirla en nombre de un Poder Pastoral. De todos modos no soy un comefrailes, no tengo prejuicios ilustrados, creer en Dios no es peor que creer en el Pueblo Redentor con Significante Vacío elaborado por monseñor Laclau, y admitamos, además, que al kirchnerismo le gusta el cuerpo de sus asistidos, siempre en villas, siempre bajo custodia, siempre necesitados y convocados.
APU: ¿Cómo definirías al macrismo desde el punto de vista ideológico?
TA: El macrismo es el menemismo que va a misa. Es new age, es pacato, sensiblero, correctito. Tratan de llegar al pueblo más pobre con el peronismo, con Boca, con un paternalismo soft, edulcorado. Se derriten por Francisco, y tienen a mi amigo Sergio que les habla de la verdad, de la virtud, de la responsabilidad y de la ciudadanía. Cuando dicen “vecino”, se cae todo, es una mariconada. Es como vender pirulines en la Doce para endulzar a la barra. Bergman es buen tipo. Larreta labura mucho. La Michetti creo que la pifia seguido. La Vidal no sé…pero todos tienen aires de UADE, o de IDEA, de empresarios vestidos de oenegés. Admito que habitan un mundo en el que los valores se discuten en todos los ámbitos. Respecto de la sexualidad, de las drogas blandas y duras, de la juventud, de la seguridad, todo se discute y no hay que extorsionar con el pensamiento emancipatorio, moralmente correcto, a la pesca de pecados capitales y prejuicios ajenos. Son comprensibles las dudas, los va y viene, los arrepentimientos y las autocríticas. Son tiempos de multiculturalismo que en nombre de los derechos de las minorías y del llamado comunitarismo, a veces terminan justificando políticas segregacionistas que diagrama para cada grupo su espacio y se convierten en tribus a las que no debe molestarse con la mezcla.
Es cierto que se ha legislado a favor de derechos de grupos que fueron siempre discriminados, pero las costumbres tienen un tiempo lento. Creo que la ley ayuda a luchar contra la discriminación, pero no impone la libertad por decreto. En nuestra sociedad al tiempo que se proclama el matrimonio de personas del mismo sexo y el derecho a la adopción, muchas figuras prominentes ponen un biombo alrededor de su privacidad por temor al señalamiento. Y bien que hacen.
En síntesis, es posible que el macrismo tenga una realtiva voluntad de cambio a pesar del peso de una tradición conservadora y temerosa, tanta o más apertura política y disposición a modificar su relato, que el kirchnerismo y otros sectores del llamado progresismo. Pero mantengo una reserva: el día en que sean fuertes, en que el mundo vire hacia formas autoritarias de poder o que se pongan en peligro sus adherencias más íntimas a valores sacros, no sé si mantendrían la amabilidad que distribuyen entre los “vecinos”. Ya vi como mi amigo Bergman hizo alianza con sectores fundamentalistas, misóginos y sectarios hasta el racismo, del judaísmo institucional, para hacer tambalear a grupos afines al gobierno.
APU: ¿Por qué cree que se trata de un modo de gestionar y de un discurso con tanta aceptación por parte de la ciudadanía porteña?
TA: Y medio por rebote, si a los porteños les dicen gorilas, caceroleros, rubios, etc, no quieren ser demonizados en nombre de un populismo burgués, claro, como todos los populismos que enriquecen a nuevos oligarcas en nombre de los pobres, y les gusta que los mimen. Si les dicen que si llegan dos horas más tarde a casa, que se jodan por tener un auto y que los que van a pié tienen más derecho a cortar todas las calles que se les cante, no les gusta. Votaron a Ibarra, votan a Macri, así que no siempre votan a los mismos, pero lo que sí parece es que no les gusta Cristina y su ballet. Tomemos en cuenta que Buenos Aires, Rosario, Córdoba, son ciudades grandes, las más grandes, llena de foros de discusión e información a granel. Hay que pelearla más para convencer al electorado, el feudalismo es más poroso y no alcanza con los planes.
APU: ¿Por qué cree que el macrismo tiene tanta incapacidad para saltar a un tipo de construcción nacional?
TA: No puede saltar porque su jefe no da con el perfil. Tiene un habla torpe y pobre. No dice nada. Pone cara lavada. Desconoce cuanta cosa pasa en el mundo. Su referente global es Aznar. Quiere ser el jefe de los peronistas y ni le dan la hora. Para hablar en términos del kirchnerismo: parece un gorila vestido de bostero. Pero no por eso me parece un enemigo del pueblo, no es peor, que otros candidatos de variado color.
APU: ¿Usted apoya la candidatura de Alfonso Prat-Gay, es así? ¿Por qué?
TA: La verdad es que me interesaba la junta Prat-Donda, porque es fundamental que nos desasnemos del relato nacional y popular que nos hace pobres de cuerpo y espíritu. Y un tipo que sabe que el mundo es redondo y una luchadora joven por los derechos e hija de desaparecidos no cooptada por el gobierno, puede hacer pensar que quieren aprender. En el mundo de la política ese tipo de apertura es importante. Para su desgracia, el spot de Prat que dice “soy un tipo privilegiado, estudié, trabajé, me fue bien, quiero devolverle algo a la gente para que viva mejor”, muestra incapacidad comunicativa y falta de convicción. ¿Un tipo privilegiado? ¿Está en un confesionario? No aprendió nada del kirchnerismo? Saben amarrocar toda la guita y decir que siempre estuvieron del lado del pueblo porque trabajaron desde niños.
Estos liberales no aprenden nunca. Sin llegar a ser cínico, no hay por qué tener una visión púdica de la honestidad por la cual la culpa purifica el corazón. Pero el voto es secreto, así que no digo a quien voy a votar aunque me gusta que gente como Terragno, Lousteau, Prat y Donda estén en las cámaras. Mejora la calidad.
APU: ¿Qué pasa con la derecha en la Argentina? ¿Existe? Hablamos con funcionarios del macrismo, con los promotores de los cacerolazos y en ellos se ve algo que se repite en buena parte de la sociedad argentina, esto es: la incomodidad con ésa definición ideológica. Posiblemente, La Nación no se defina de ese modo. ¿Esto se debe a que “derecha” e “izquierda” son términos europeos que no sirven para pensar la realidad argentina, o hay algo más?
TA: Para qué meternos en camisa de once varas. ¿O acaso De Vido, Zannini, Milani, Berni, Moreno, Boudu, Mariotto, el matrimonio Alperovich y Anibal Fernández, etc, son de izquierda? Hoy la derecha explícita la representa De Narváez. Logró ponerse la camiseta del orden. Tiene verba. Pone cara de duro. Dice Ella o Yo. Pero es colombiano y lo jodió Massa.
APU: ¿Ser de “derecha” pasa solamente por expresar un programa “del orden”?
TA: Y un poco sí, orden, respeto, seguridad, propiedad, individualidad, por eso la derecha puede ser liberal y democrática y no deja de serlo por esas consignas, y la izquierda con su igualdad puede ser letal y asesina. Pero es una derecha débil, no tiene fuerza represiva. Quienes hemos vivido en el país el último medio siglo, hemos conocido la derecha dura. La que tenía poder moral y político. La que se insertaba en el mundo bipolar y la guerra fría, y defendía con armas los valores del occidente cristiano. Hoy es distinto, la derecha tiene vergüenza, y la izquierda no la suficiente después de las tiranías policiales del sovietismo ideológico hoy aún vigente en Cuba y en China.
En lo que a mí respecta, hace tiempo que lo manifesté, soy del extremo centro evocando aquella agrupación del mayo francés, el movimiento por el cual todas las minorías deben tener garantizado el uso de la palabra y la inviolabilidad de sus cuerpos. Ésa es mi línea divisoria. Todo el resto es opinable.
APU: Aceptando las dificultades para hablar de derechas e izquierdas. ¿El macrismo y el kirchnerismo son lo mismo en términos de políticas públicas?
TA: Ni son lo mismo ni son diferentes. Unos afanan mucho, los otros no. Los mejores en políticas públicas me parecen los socialistas de Santa Fe. Pero el macrismo como el kirchnerismo, como el sciolismo, el massismo, etc, no son nada, son asociaciones transitorias cuyas huellas se borrarán rápido. El tiempo de la historia es inclemente. Quienes quedarán? Nosotros, nuestros hijos y nietos en un territorio que atesora las riquezas del futuro, la de los elementos primarios, la del agua, la energía, la de las tierras más fértiles, la de los metales, rodeados por nuevos amos mientras nosotros seguimos con nuestra novela familiar.
APU: ¿No es antipolítico ese planteo? La idea de reducirlo todo a “unos afanan mucho, los otros no”. El riesgo de esos planteos ¿no es reducir la política a una concepción estilo Lanata, donde todo queda restringido a denuncias televisivas de corrupción y afirmaciones como “con la plata que se roban se pudieron comprar gasas para hospitales”?
TA: Todo lo contrario, es política pura. No hay posibilidad de que nuestra sociedad sea más democrática mientras tengamos un Estado Pirata. No se trata de honestismo, ni de republicanismo, ni de denuncia moral. La corrupción en Argentina no es un problema moral, es un problema político y de los más graves. No se restringe al Estado, es la sociedad la que funciona con ilegalismos. Por eso muchas denuncias que se hacen es para ocultar complicidades y escapar al bulto. Pero es el Estado quien organiza el desfalco y da luz verde para su funcionamiento. Sólo un país como el nuestro que produce plusvalía con relativa facilidad por sus riquezas naturales, pudo soportar sin guerras totales una destrucción general de sus riquezas y el enriquecimiento inmenso de un grupo oligárquico que no pudo hacerse millonario sin apropiarse de la organización estatal. Esto ocurre desde el reparto de tierras por el general Roca hasta los bonos esfumados de Santa Cruz. Comprendo la incomodidad de algunos pocos con buena fe que no pueden digerir que un gobierno que dice defender los derechos humanos y que reabrió el juicio a los represores del Proceso se meta en sus bolsillos ingentes sumas de la riqueza nacional en nombre de la liberación.
Pero no asumir ni siquiera la contradicción en la que se está y tranquilizar la conciencia militante con el argumento de que es un show mediático impiden que aquello que se quiere rescatar de positivo en estos diez años constituya una base firme para un cambio en la Argentina. Si no queremos ser un país subsidiario con una juventud sólo consumidora de productos de tecnología importada, pagadas con granos y productos de bajo nivel agregado, si queremos un futuro más libre y participando de una modernidad enigmática pero irreversible, si sólo nos quedamos en que los pobres de hoy son menos pobres que los de ayer y que con tres pesos por día se come, si queremos algo más, entonces la reforma del Estado para que quienes lo gestionen estén bajo la lupa popular a través de instituciones sólidas, es imprescindible.