Costa Rica y un pueblo que espera (un cambio)
Por Diego Kenis
Las elecciones presidenciales en Costa Rica tuvieron su primera vuelta el 2 de febrero pasado. Los sondeos previos mostraban que por primera vez en décadas un candidato de izquierda, el del Frente Amplio José María Villalta, tenía posibilidades reales de ser el sucesor de Laura Chinchilla, de la derechista Laura Chinchilla (del Partido Liberación Nacional, PLN). Las encuestas causaron pavor en los grupos económicos concentrados y en las empresas transnacionales, que se lanzaron abiertamente a hacer proselitismo en contra de Villalta.
Los números al cabo del recuento desvanecieron las posibilidades actuales de Araya, aunque confirmaron su respetable caudal de votos y algo más: la debilidad del oficialismo. Mientras se cerraba este dossier, el candidato Araya anunció su retiro del balotaje previsto para el próximo 6 de abril. Como explicó Carlos Iaquinandi (ver nota aparte), esta decisión del postulante oficialista deberá ser estudiada por las autoridades electorales costarricenses, que por primera vez en años se encuentran ante una situación prácticamente inédita. Sólo existe el antecedente de 1932, cuando Manuel Castro desistió de competir por segunda vez con Ricardo Giménez. Pero, para entonces, aún no había sido reformada la Constitución del país. La renuncia de Araya, en rigor, no estaba contemplada en la Carta Magna, que estipula que un postulante no puede desistir de su candidatura ante una segunda rueda. La decisión del oficialismo ofrece múltiples lecturas, que se comprobarán en las semanas que restan hasta el 6 de abril, cuando de cualquier manera deberán desarrollarse nuevos comicios entre las dos listas más votadas: la del propio Araya y la del sorprendente Guillermo Solís, del Partido de Acción Ciudadana (PAC).
De todos modos, los resultados electorales sólo son expresiones porcentuales de realidades sociales, económicas y políticas más concretas, que AGENCIA PACO URONDO repasó en un reportaje con Rocío Alfaro Molina. Filósofa y Máster en Ciencias Sociales, Alfaro Molina es secretaria general suplente del Frente Amplio costarricense y a su vez coordina su Secretaría de las Mujeres.
¿Qué es “Costa Rica Solidaria”?
Depende del contexto desde el que se pregunte. Una “Costa Rica solidara” es un grupo sin fines de lucro que nace como derivado de la lucha popular contra la firma del TLC de Centroamérica con USA, como expresión de un activismo con capacidad de denuncia, de información y de convocatoria contra expresiones insolidarias que, en términos de las necesidades económicas están representadas por las políticas neoliberales.
Por otro lado, y más recientemente, el partido en el poder lanzó como propuesta electoral un programa de focalización de ayuda económica, de tipo paliativo, que bajo el mismo nombre consiste en un bono alimentario mensual entregado a las familias que están por debajo de la línea de la pobreza, para redondear su ingreso y “pasar” esa línea. El monto se planteaba de 40 pesos.
¿En qué situación llegó el país a las elecciones del 2 de febrero? ¿Cuáles son los principales problemas que tiene la población costarricense?
La situación de Costa Rica antes de las elecciones es de fuerte polarización económica, de altísimo descontento, con muchos conflictos sociales abiertos al mismo tiempo.
Contrario a lo que había caracterizado al país, la brecha social entre ricos y pobres se abre de forma acelerada, el desempleo es el más grande en la historia contemporánea del país, la tendencia a la precarización del trabajo y el irrespeto a las leyes laborales en el país es cada vez más evidente y se lee entre líneas que es una actitud promovida por el gobierno; las instituciones públicas han sido auto-saboteadas y deterioradas con el objetivo de privatizarlas parcial o totalmente; así mismo hay muchos conflictos por el acceso y protección de los recursos naturales, principalmente entre comunidades y empresas transnacionales.
¿Qué representaban, en ese contexto histórico y actual, la figura de José María Villalta y su plataforma electoral?
La figura de Villalta y en general del partido Frente Amplio (de izquierda) representa una ruptura con la política tradicional, representada siempre por empresarios y por una casta política que hoy tiene un puesto en el gobierno y mañana otro. Tanto Villalta como todos/as los/as líderes/as del Frente Amplio provienen de los movimientos sociales.
También viene a plantear la posibilidad de mirar ideológicamente hacia otras orientaciones ideológicas y/o de retomar caminos que construyeron la institucionalidad nacional que permitió un reparto de la riqueza más democrático que en el resto de países centroamericanos durante el siglo XX.
¿Han jugado un rol preponderante los EEUU, otras potencias o transnacionales empresarias en el proceso político general y en el electoral en particular?
Siempre ha sido así. Tal vez en esta época esa injerencia se ha hecho más evidente, tras el referéndum sobre el Tratado de Libre Comercio (TLC). Desde el financiamiento de los partidos ideológicamente afines al gobierno de EEUU (algo que recientemente se prohibió) hasta la participación del embajador gringo en actividades donde se amenaza ante una posición u otra.
Las empresas transnacionales a pesar de la prohibición son los principales motores de las campañas del miedo (amenazas contra los y las trabajadoras para orientar su voto en función de sus intereses), también trabajan haciendo lobby para la aprobación o rechazo de leyes según su interés. También hay un enorme peso de las agencias gringas de noticias sobre los temas nacionales.
Quienes leíamos los análisis internacionales esperábamos una paridad en las elecciones entre Villalta y Johnny Araya. La paridad finalmente se dio, pero entre el oficialismo y Luis Guillermo Solís. ¿A qué creen que se debió este cambio respecto de lo que presagiaban los sondeos previos?
Fundamentalmente a la campaña del miedo, conjunto de amenazas (de despido, de abandonar el país, de quiebra, etc.) a los y las trabajadoras para que no votaran por Villalta, lo que llevó a canalizar el voto protesta principalmente hacia el partido (PAC Luis Guillermo Solís) que consideraba más cercano al Frente Amplio (Villalta) por considerarse una partido de “centro”. También, los partidos en el poder, el PLN y el más de derecha Movimiento Libertario (ML) financiaron una cantidad importante de mensajes anticomunistas, tratando de recrear el ambiente de guerra fría, que generara miedo o rechazo.
Por otro lado, se considera que un importante sector de la burguesía nacional tiene interés de redefinir un nuevo bipartidismo, sin la presencia de la izquierda que había crecido mucho, por lo que al ver la posibilidad de la paridad PLN (Araya) y FA (Villalta) decidieron financiar y apoyar a un partido más inocuo para sus intereses pero que pudiera canalizar el descontento social, optando por hacerlo por el PAC (Solís) que si bien es un partido crítico de algunas políticas neoliberales representa una posición muy similar al PLN y su dirección está compuesta de sus ex -dirigentes.
A Solís también se lo ha caracterizado como centroizquierdista. ¿Cuáles son las diferencias entre él y Villalta?
Solís opta por movimientos más suaves en la implantación del neoliberalismo, más al estilo del PLN de los ‘80 y antes. Además, Solís no cree en una crítica al sistema capitalista como tal, siguen siendo sus aliados fundamentales los mismos de los partidos que han estado en el poder: grandes empresarios (principalmente exportadores e importadores). Por otro lado, Villalta cuestiona al neoliberalismo de raíz, por lo que critica también al sistema capitalista; sus principales aliados son las comunidades empobrecidas, los movimientos sociales y los/as trabajadores/as.
En la segunda vuelta se enfrentarán ya sólo dos fuerzas. ¿Cuál podría ser el resultante de esta reducción en las opciones?
El resultado más esperado es el alto abstencionismo, el PLN se presenta sin apoyo popular, sólo con el apoyo de la tradición. El PAC viene con el apoyo del descontento pero sin estructura para poder canalizarlo. El PLN ha buscado alianzas con otros partidos ideológicamente afines. El PAC rechazó públicamente el apoyo del FA, el otro único partido con estructura realmente nacional que podría haberle ayudado por estrategia de debilitar a los partidos tradicionales. De última hora el PLN renuncia a continuar con la campaña, de manera que el proceso se debilitará aún más.
Hemos visto los videos producidos por el grupo “Nuestro Nombre es Costa Rica”. ¿Costa Rica Solidaria tiene vinculación con él?
No, son experiencias distintas, provienen de sectores etarios diferentes, ambos son independientes, aunque hay coincidencia con algunas de sus posiciones. Hay muchos grupos populares que coinciden sin tener vinculación organizativa.
“Nuestro Nombre es Costa Rica” tiene como consigna: “vamos a votar. Pero por ustedes, nunca más”. ¿Esto representa una condena al modelo oficialista, o a la clase política en general?
Posiblemente es una condena a ambas cosas, representados por los mismos partidos, por las mismas personas, por las mismas políticas económicas. A partidos como el Frente Amplio no se les considera clase política, por su vinculación más cercana con los movimientos sociales.
¿Cuál es el rol o lugar que creen ustedes que cumple Costa Rica hoy en el panorama de naciones centroamericanas y caribeñas?
Actualmente es un país totalmente plegado a las políticas de EEUU, que se vincula con la región sólo a través de las grandes empresas y el comercio, en general se mantiene (y se educa) como una isla cultural y política, no mira a la región como su contexto natural.
¿Qué opinión tienen del desarrollo de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en La Habana?
En el país se desconoce el papel de la CELAC, no se informa, incluso se desinforma e invisibiliza por los medios nacionales y el gobierno. La posición de Costa Rica en este órgano es camaleónica, muy distinta la posición que se tiene adentro y afuera. En mi opinión, la CELAC es el espacio que permitiría un verdadero camino latinoamericano-caribeño, sin injerencia de naciones imperialistas, el espacio en el que se podrían desarrollar iniciativas que consoliden nuestra verdadera independencia y el desarrollo de nuestras potencialidades. Creo también que Costa Rica firma e irrespeta este tipo de cumbres y declaraciones, y dadas las condiciones de la segunda ronda no hay posibilidades de cambio en este aspecto.