"Una amenaza fascista planea sobre Brasil"
Por Luiz Inácio Lula da Silva
Mis amigos y mis amigas:
Llegamos al final de las elecciones frente a la amenaza de un enorme retroceso para el país, la democracia y nuestra gente tan sufrida. Es el momento de unir al pueblo, a los demócratas, a todos y todas en torno de la candidatura de Fernando Haddad, para retomar el proyecto de desarrollo con inclusión social y defender la opción de Brasil por la democracia.
Por más de 40 años recorrí este país buscando encender la esperanza en el corazón de nuestro pueblo. Siempre enfrentamos los prejuicios, la mentira y hasta la violencia, y, aún así, conseguimos construir una profunda relación de confianza con los trabajadores, con las personas más humildes, con los sectores más responsables de la sociedad brasilera.
Fue por el camino del diálogo y el despertar de la conciencia ciudadana que llegamos a la presidencia de la República en 2002, para transformar el país. El pueblo sabe y la historia va a registrar lo que hicimos, juntos, para vencer el hambre, superar la miseria, generar empleos, valorizar el salario, crear oportunidades, abrir escuelas y universidades para los jóvenes, defender la soberanía nacional y hacer de Brasil un país respetado en todo el mundo.
Tengo conciencia de que hicimos lo mejor para Brasil y para nuestro pueblo, pero se que eso contrarió intereses poderosos dentro y fuera del país. Por eso intentan destruir nuestra imagen, reescribir la historia, borrar la memoria del pueblo. Pero no lo van a conseguir.
Para derribar el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, en 2016, juntaron todas las fuerzas de la prensa, con la Red Globo al frente, y de sectores parciales del poder judicial, para asociar el PT a la corrupción. Fueron horas y horas en el Noticiero Nacional y en todos los noticieros de Globo intentando decir que la corrupción en la Petrobrás y en todo el país había sido inventada por nosotros.
Escondieron a la sociedad que la Lava Jato y todas las investigaciones sólo fueron posibles porque nuestros gobiernos fortalecieron la Controladoria General de la Unión, la Policía Federal, el Ministro Público y el Poder Judicial. Fue por eso, y por las nuevas leyes que aprobamos en el Congreso, que la mugre dejó de ser barrida debajo de la alfombra, como siempre sucedió en nuestro país.
A pesar de la persecución que hicieron al PT, el pueblo continuó confiando en nuestro proyecto, lo que fue comprobado por las encuestas electorales, por la extraordinaria recepción de nuestras caravanas por Brasil. Todos saben que fui condenado injustamente, en un proceso arbitrario y sin pruebas, porque sería electo presidente de Brasil en primera vuelta. Y resistimos, lanzando al candidatura del compañero Fernando Haddad, que llegó al segundo turno por el voto del pueblo.
Lo que asistimos desde entonces fue la escandalosa Caja2 para impulsar una industria de mentiras y odio contra el PT. Desde donde me encuentro, preso injustamente hace más de seis meses, esperando que los tribunales hagan por fin una verdadera justicia, mi mayor preocupación es con el sufrimiento del pueblo, que sólo va a aumentar si el candidato de los poderosos y de los adinerados es electo. Pero me quedo pensando, todos los días. ¿Por qué tanto odio contra el PT?
¿Será que nos odian porque sacamos 36 millones de personas de la miseria y llevamos a más de 40 millones a la clase media? ¿Porque sacamos a Brasil del Mapa del Hambre? ¿Porque creamos 20 millones de empleos registrados, en 12 años, y subimos el valor del salario medio en un 74%? ¿Será que nos odian porque fortalecimos el Sistema Único de Salud, creamos Unidades de Pronta Atención y el Servicio de Atención Móvil de Urgencia que salvan millones de vidas todos los días?
¿O será que nos odian porque abrimos las puertas de la Universidad para casi 4 millones de alumnos de escuelas públicas, de negros e indígenas? ¿Por qué llevamos la universidad para 126 ciudades del interior del país y creamos más de 400 escuelas técnicas para dar oportunidad a los jóvenes en las ciudades donde viven con sus familias?
Talvez nos odien porque promovimos el mayor ciclo de desarrollo económico con inclusión social, porque multiplicamos el PBI por 5, porque multiplicamos el comercio exterior por 4. Talvez nos odien porque invertimos en la explotación del Pré-sal y transformamos la Petrobrás en una de las mayores petroleras del mundo, impulsando nuestra industria y la cadena productiva del petróleo y el gas.
Talvez odien al PT porque hicimos una revolución silenciosa en el Nordeste, llevando agua para quien sufría con la sequía, llevando luz para quien vivía en las tinieblas, llevando oportunidades, astilleros, refinerías e industrias para la región. O talvez porque realizamos el sueño de la casa propia para 3 millones de familias en todo el país, cumpliendo una obligación que los gobiernos anteriores nunca asumieron.
¿Será que odian al PT porque abrimos las puertas del Palacio de Planato a los pobres, a los negros, a las mujeres, al pueblo LGBTI, a los sin techo, a los sin tierra, a los leprosos, a los quilombolas, a todos e todas que fueron discriminados y olvidados a lo largo de siglos? ¿Será que nos odian porque promovimos el dialogo y la participación social en la definición e implantación de políticas públicas por primera vez en este país? ¿Será que odian al PT porque jamás interferimos en la libertad de prensa y de expresión?
Talvez odian al PT porque nunca antes Brasil fue tan respetado en el mundo, con una política externa que no hablaba groseramente con Bolivia y hablaba fino con los Estados Unidos. Un país que fue reconocido internacionalmente por haber promovido una vida mejor para su pueblo en absoluta democracia.
¿Será que odian al PT porque creamos los más fuertes instrumentos de combate a la corrupción y, de esa forma, dejamos expuestos a todos los que compactaron con desvíos de dinero público?
Tengo mucho orgullo del legado que dejamos al país, especialmente el compromiso con la democracia. Nuestro partido nació en la resistencia a la dictadura y en la lucha por la redemocratización del país, que tanto sacrificio, tanta sangre y tantas vidas nos costó.
En este momento en que una amenaza fascista planea sobre Brasil, quiero llamar a todos y todas que defienden la democracia a juntarse a nuestro pueblo más sufrido, a los trabajadores de la ciudad y del campo, a la sociedad civil organizada, para defender el Estado democrático de derecho.
Si hay diferencias entre nosotros, vamos a enfrentarlas por medio del debate, del argumento, de voto. No tenemos el derecho de abandonar el pacto social de la Constitución de 1988. No podemos dejar que la desesperación lleve a Brasil en la dirección de una aventura fascista, como ya vimos que sucedió en otros países a lo largo de la historia.
En este momento, por encima de todo está el futuro del país, de la democracia y de nuestro pueblo. Es hora de votar a Fernando Haddad, que representa la sobrevivencia del pacto democrático, sin miedo y sin vacilaciones.
Traducción: Santiago Gómez