Disparan contra los ricos
Luigi Mangione disparó tres veces contra el cuerpo de Brian Thompson, CEO de Healthcare, una de las aseguradoras más grandes de Estados Unidos. El joven de 26 años utilizó un arma con silenciador después de seguir al empresario por la vía pública. Con el cuerpo de Thompson en el suelo, Mangione escapó, pasó por un Starbucks, sonrió ante las cámaras y luego fue a comer a un McDonald 's. Ahí lograron identificarlo y detenerlo.
Para el momento de la detención, Mangione ya era un fenómeno de internet, como si se tratara de un personaje de Netflix. Con el avance de la investigación se descubrió que el joven sufría de un dolor punzante en la espalda y que su trastorno físico no obtuvo respuestas de parte de la aseguradora de Thompson. Eso motivó el ataque. La misma aseguradora también fue denunciada por utilizar motores de inteligencia artificial para rechazar pedidos de tratamientos con pacientes.
¿Por qué Mangione fue celebrado por las redes como un héroe popular? Para el medio The Atlantic se debe a que “los hombres poderosos y ricos no suelen ser asesinados a tiros en Midtown Manhattan”. Otros consideran que podría ser un presagio de mayor violencia contra los ricos, aunque Mangione se haya comportado más como un tirador de escuela que como un revolucionario. Esta semana también fue atacado Connor Gaydos, CEO de la empresa ENRON.
Los millonarios y multimillonarios se han convertido en protagonistas de una época que nadie entiende. En ella conviven caídas en el consumo de alimentos básicos y ventas récords en autos de alta gama. Nunca hubo tantos cursos que ofrecieran una vida de lujos y excesos de manera tan fácil, aunque en la realidad existan más soñadores que ricos. Nos gusta consumir las vidas lujosas a través de realities, pero también aborrecerlas. Por ejemplo, una encuesta reciente ha puesto en evidencia que el 64% de los españoles considera que los ricos “no son personas decentes”. Mediciones en otros países arrojaron porcentajes similares.
En junio de este año, la Guardia Costera de Estados Unidos y la empresa OceanGate confirmaron la muerte de cinco millonarios en el submarino Titán. A pesar de ser una noticia trágica, las redes se llenaron de memes y bromas por considerar que se gastan más recursos para buscar ricos que para salvar migrantes cerca de las costas europeas. El mismo día en el que murieron los millonarios, también lo hicieron 700 migrantes. No fueron noticia. Las bromas también aparecieron cuando falleció el millonario y dueño de empresas militares, Olivier Dassault, en un accidente aéreo en 2021.
Filtraciones y excesos
Los ricos no estuvieron exentos de otros escándalos para acumular broncas. Swiss Leaks, Pandora Papers, Panamá Papers y otras filtraciones dominaron las portadas de medios en los últimos diez años. Alrededor de 15 millones de documentos revelaron mecanismos detrás de sociedades fantasmas para lavar dinero o evadir impuestos.
Los millonarios también modificaron sus discursos públicos y ya no se esconden. El propio Elon Musk (que hoy es el hombre más rico del mundo) no ha tenido reparos en apoyar la candidatura de Donald Trump. Si antes tomaban precauciones y mantenían las apariencias para no ser polémicos, ahora podemos encontrar desfachatez, radicalización ideológica y crueldad en sus apariciones. Peter Thiel, fundador de PayPal incluso ha confesado que el fin último de las grandes empresas de Silicon Valley es desintegrar a los Estados. Al no existir regulaciones legales para las apps, los gobiernos no pueden hacer nada para responder a las demandas de los ciudadanos y eso trae graves problemas para las democracias liberales.
La pandemia mató a casi 7 millones de personas en todo el mundo. Destruyó empresas, puestos de trabajo y vidas. Nos cambió para siempre, aunque eso no se perciba todos los días en la superficie. En ese período los más ricos se hicieron cada vez más ricos y los más pobres cada vez más pobres. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hoy el 10% de la población mundial concentra un 52% de la riqueza del mundo, mientras que el resto se lleva apenas un 6,5%. En Estados Unidos el 1% de los hogares ricos aumentó su patrimonio un 35%, mientras que el 50% más pobre apenas llegó al 5%, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Si los millonarios acumulan dinero sin freno y los Estados no pueden hacer nada al respecto para defender a los ciudadanos, las broncas sociales se acumulan y se subliman de distintas maneras. Kill the rich (maten al rico) viene con ese mensaje implícito. Es un concepto que aplica a un tipo de cine y que existe hace un buen tiempo en internet. Así se llamó la canción de 2020 del rapero Terror Raid, un millennial de 31 años que escribió: Dirígete a la tienda de armas y usa todo el dinero que tienes/ una vez que tengas el fierro, guárdalo debajo del asiento/ para estar seguro de que no están en casa, llama a la puerta principal/ es el lugar de un tipo rico, así que no puedes abrir la cerradura.
Cine y literatura
En el año 2019, la película Parasite de Bong Joon-ho ganó el Oscar a mejor película. El film nos muestra a una familia de un barrio pobre que se involucra laboralmente con otra familia de clase alta. El premio fue un acontecimiento histórico para la industria cinematográfica, porque se trataba de una película coreana en una premiación norteamericana, y porque reflejaba un conflicto de clases muy real de una manera macabra.
En apenas cuatro años, las plataformas de streaming y los cines ofrecieron otras producciones en la misma línea. En las premisas se suele colocar a los ricos como personas sedientas de avaricia y sangre, en Ready or not (2019) literalmente se realiza una cacería con rifles para matar a una trabajadora en un rancho de millonarios. En The Menu (2022) y Triangle of Sadness (2023), la repulsión se manifiesta en la comida como una representación del asco por el lujo y la ambición de las clases altas. En la película mexicana Nuevo Orden (2020) directamente se plantea el hipotético escenario de una boda de millonarios que es invadida por manifestantes que quieren asesinarlos.
El economista Thomas Piketty escribió El capital en el siglo XXI en el 2013. Su libro fue un boom de ventas y posicionó a Piketty como una de las voces más interesantes para leer en el ámbito financiero. La tesis del economista sostiene que la desigualdad tiene un componente ideológico que es ineludible y que la vuelve intencional para que la concentración misma del capital exista. ¿Cuánta desigualdad está dispuesta a tolerar una sociedad? En el libro se cuestiona la acumulación de la riqueza de parte de las clases más acomodadas a la vez que se profundiza en la propuesta de cobrar un impuesto a las grandes fortunas, algo que resulta prácticamente imposible para muchos gobiernos.
En una medición de 2022 llevada a cabo por Calidad de Vida en Ciudades y Pueblos de Argentina, se ha mostrado que la franja de entre 15 a 24 años acumula más tristeza, soledad, estrés y depresión. En su libro Nexus, el historiador Noah Harari pone de manifiesto la incapacidad de esta época para generar redes y relatos que nos sostengan como humanidad. Las exigencias del sistema, la sobrecarga de información, de trabajo, la cuantificación de la vida, la ausencia de alternativas al salvajismo del capitalismo y la pandemia han “amplificado el cansancio en la sociedad”, como afirman algunos estudios. ¿La única manera de resolver este agotamiento desesperante es distribuyendo mejor el ingreso de quienes más tienen?
Mariana Heredia, doctora en Sociología, publicó el libro ¿El 99% contra el 1%? Por qué la obsesión por los ricos no sirve para combatir la desigualdad. Heredia plantea que la desigualdad no sólo tiene que ver con la distribución del ingreso y que un país con instituciones públicas robustas tiene una mejor calidad de vida. También retoma categorías como oligarquía, burguesía nacional y ricos, a la vez que discute la noción del 1% de Piketty por considerar que sólo puede entenderse desde Estados Unidos y que no podría aplicarse con el mismo énfasis en Latinoamérica o en Asia. En una entrevista con ElDiarioAr, Heredia dijo: “parte del desafío también de quienes luchan por la igualdad es luchar por un diagnóstico más actualizado sobre cómo se estructuran y se reproducen las desigualdades. A mí me preocupa mucho que nos sentemos a esperar el nuevo gran impuesto a los grandes ricos, para entonces empezar a construir una sociedad igualitaria. Hay un montón de mecanismos que se pueden poner en marcha para mejorar la integración y la equidad social en nuestro país. No nada más la cuestión distributiva en términos de ingresos”.