Formosa: el interior y el puerto
Las últimas elecciones sucedidas en Formosa mostraron un arrollador triunfo del oficialismo, con guarismos realmente altos. El oficialismo encabezado por Insfrán logró un nuevo mandato.
La oposición, según los medios que simpatizan con ellos, dijo que no hizo campaña porque todo lo apostaban a la anulación de las elecciones por parte de la Corte Suprema y así terciar el posible resultado electoral. Es decir, la oposición ejerce la rivalidad desde la Capital Federal, desde donde apuestan a resolver sus diferencias con el oficialismo provincial.
Pero este fenómeno por el cual en la capital se definen importantes cuestiones del interior no es nueva o mejor dicho es una constante de la historia argentina. Era el ensayista Abelardo Ramos el que decía que el devenir histórico argentino era el resultado del enfrentamiento entre el interior y el puerto, y que el poderío económico solventaba el predominio político de la Capital y ponía como ejemplo las numerosísimas intervenciones federales sucedidas en el siglo diecinueve y veinte.
Este tema nunca ha perdido vigencia en nuestro país, ya que la dicotomía interior-capital o la no simetría entre provincias es constitutiva de nuestro devenir histórico. El periodista Carlos Pagni escribió hace poco el libro "El Nudo", donde habla de cómo el conurbano tercia en la política argentina, ya que ahí se concentra la mayoría del electorado nacional. Y sostiene que es la alianza de la clase política porteña con el conurbano lo que derivó a nuestro país desde el 2001. Es decir, tanto desde la derecha a la izquierda se hacen reflexiones sobre la cuestión territorial argentina y su disfuncionalidad, que tiene implicancias políticas.
La Argentina tardó mucho tiempo en organizarse como estado-Nación, ya que no hubo un proyecto político triunfador en la Revolución de Mayo. Luego las identidades que triunfaron fueron las provinciales, de ahí el fenómeno del caudillismo, hasta bien entrado el siglo diecinueve. Es recién con el roquismo que se constituye un estado nacional, pero perduró la desigualdad económica durante el siglo veinte. El caso de las provincias del norte es paradigmático. Es la coparticipación el mecanismo por el cual se aprieta o no a esos gobernadores, por la falta de recursos económicos o naturales para satisfacer las necesidades de sus habitantes. Haciendo que la relación entre dichos gobernadores y el presidente sea particularmente tensa. En ese marco, no es de sorprender que el radicalismo hoy enrolado en Juntos por el Cambio al no tener peso específico en sus provincias, intentan con una justicia de dudosa procedencia voltear la voluntad popular.
En el caso de Formosa dada la enorme diferencia entre el oficialismo y la oposición, para descalificar ese triunfo se ponen sobre estos motes como que la provincia la gobierna el peronismo por el hecho de que todos son empleados públicos o que se compran votos de manera sistemática. Siempre la descalificación al voto de las clases populares es un elemento recurrente en la retórica gorila, ya que, al no comprender las evaluaciones o los pensamientos de los humildes, los subestiman diciendo que obedecen sin entender, de ahí se contextualizan las frases como el aluvión zoológico o la negrada.
Inclusive caracterizaciones que no vienen de la derecha, sino muchas veces de la izquierda que no comprenden los fenómenos sociales, al no ver que se traduzca en votos su fuerza política. También caen en la visión en que el peronismo es bonapartismo, es decir la seducción de las masas por parte de un supuesto líder carismático. De esta manera en el 45 hubo quienes veían en el 17 de octubre el malevaje y los delincuentes.
El caso de Formosa es particular porque los grandes medios no solo dan enorme espacio a la oposición, sino que sea mentido de manera sistemática para intentar ensuciar al gobernador de la provincia, y desmerecer su triunfo en las urnas. Por esto es necesario plantear de manera inexcusable que la voluntad popular es sagrada y que la justicia no dirime elecciones provinciales mal que le pase a la oposición. Y además que es necesario que no sea la justicia porteña ni el poder político capitalino lo que dirima lo que sucede en las provincias, así si la oposición respeta lo dado en las urnas se dará un paso más a que Argentina sea un país verdaderamente federal.