Si la diferencia es más de 10 puntos en la Tercera Sección, el peronismo gana la Provincia
Entramos en la recta final para las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre. Luego del cierre nacional de listas y de los comicios en Corrientes, en el horizonte está la provincia de Buenos Aires (PBA). Con la crisis política del Congreso, con un plan económico frágil y con el escándalo de las coimas en su cénit, el futuro del gobierno navega en mares inciertos donde sólo se puede seguir conjeturando.
Tal como deslizaron algunos analistas dentro y fuera de la política, la clave principal es lo que suceda en la Primera y Tercera Sección electoral, que concentran el 70% del padrón provincial. Con encuestas varias en la mano, y apostando a un rol más determinante de los intendentes -de cada fuerza política- en un contexto de apatía, para Fuerza Patria se impone una hipótesis: “Si la diferencia es más de 10 puntos en la Tercera, el peronismo gana; si es menos, pierde”.
El distrito gobernado por Axel Kicillof, dividido en ocho secciones, no presenta una dinámica electoral homogénea. Sin embargo, aún descontando que podría triunfar en, al menos, la mitad de ellas, La Libertad Avanza ha dejado circular, otra vez, la versión de que se ven derrotados. El objetivo de fogonear la sensibilidad anti-kirchnerista estuvo claro desde los eslóganes elegidos hasta por la postura oficial que ya hace algunos meses es bastante clara. Para Javier Milei el enemigo es el kirchnerismo y la estrategia general planteó esos lineamientos.
El escenario sección por sección
A modo de repaso, ponderando un relevamiento propio de alrededor de una decena de encuestas publicadas de forma posterior a la confirmación de candidatos, pueden plantearse los siguientes escenarios, siempre con cierto margen de error:
Primera sección: siempre oscilante en su comportamiento electoral, y con figuras fuertes como cabeza de lista, Gabriela Katopodis, de Fuerza Patria, viene recortando durante las últimas semanas la ventaja que sostenía el ahora libertario Diego Valenzuela. Habrá que ver si le alcanza para pasar al frente, o de todas formas consolida una buena performance, y el factor Julio Zamora, intendente de Tigre y candidato de Somos Buenos Aires. ¿La famosa avenida del medio come votos del peronismo, de la cual dos años atrás formaba parte, o de quienes están descontentos con el gobierno nacional? Ambos son escenarios posibles.
Tercera sección: bastión histórico del peronismo, donde está la lista con mayor volumen político del espacio y donde más quedó clara la estrategia de clivajes de La Libertad Avanza. Casi todos los encuestadores coinciden en una ventaja de, al menos, dos dígitos para la vicegobernadora Verónica Magario frente al ex comisario Maximiliano Bondarenko. El problema sería si es menor. El peso de la agenda de seguridad, un hipotético aunque leve crecimiento de la izquierda y el rol del aparato político local, donde los medios de comunicación oficialistas ya denuncian hasta la reserva de remises.
Segunda y cuarta sección: las rupturas en los acuerdos LLA-PRO marcarán la suerte de la elección, con Manuel Passaglia, de San Nicolás, en el primer caso y Pablo Petrecca, de Junín, en el segundo. Ese virtual escenario de tercios podría relegar a los libertarios y quitarles volumen, donde se espera también que la estructura del radicalismo haga su parte.
Quinta sección: el único lugar donde los libertarios sacan pecho, a raíz del consenso alcanzado con Guillermo Montenegro, intendente de General Pueyrredón. Podría compensar la ventaja peronista de la tercera sección en términos proporcionales, pero de menor valía en términos nominales. A su vez, habrá que prestar atención a Acción Marplatense, del ex jefe comunal y actual diputado provincial Gustavo Pulti en relación al total de los votos peronistas.
Sexta y séptima sección: otros dos escenarios relativamente cómodos para La Libertad Avanza, aunque no necesariamente con una ventaja en doble dígito. La influencia de otras opciones, por fuera de la polarización actual, y el contexto de las últimas semanas de la campaña podrían servir a Alejandro Dichiara y María Inés Laurini, respectivamente, para acumular algún que otro apoyo para las listas peronistas.
Octava sección: otro de los escenarios bien ajustados, en algún punto replicando la dinámica de la primera sección. Francisco Adorni, hermano del vocero presidencial, no funcionó hasta ahora como habían creído para arrastrar votos. Ariel Archanco viene reduciendo la ventaja con el correr de los días y la disputa es cabeza a cabeza.
La participación electoral y la lectura del resultado
El otro gran factor, al igual que en el resto de los comicios que se vienen sucediendo este año, es el nivel de asistencia. La mayoría de las lecturas coinciden en que quienes están decepcionados o arrepentidos del gobierno de Javier Milei encuentran como salida el abstencionismo, antes que el voto en blanco o el apoyo a alguna de las oposiciones. De esa forma lo demarcaba, por ejemplo, para la elección porteña el estudio de la Cátedra de Metodología para el Análisis de la Opinión Pública de la Universidad de Buenos Aires.
Ese patrón, en caso de replicarse, puede haberse agravado en las últimas semanas a raíz del escándalo por los audios filtrados, que colocan a Karina Milei, hermana y secretaria general del presidente, en el centro de la escena por supuestos pedidos de coimas. Su impacto podría escalar con el tiempo, a medida que avance o no la investigación judicial, pero al momento, antes que una reversión del voto oficialista, podría profundizar la cantidad de apáticos, dada la pérdida de confianza que implica entre sus electores.
Por último, el análisis de la elección bonaerense se completará con la lectura predominante de los resultados. Ante un desdoblamiento atípico, ¿qué sería ganar? Ahí entramos en un escenario de expectativas donde el peronismo trata de esquivar como sea el mote de “caballo ganador”, tal como ocurrió en la Ciudad de Buenos Aires. Más allá de la línea oficialista de los últimos días, que se percibe derrotista, la vara fue establecida por el propio Javier Milei, quien hace unas semanas previó “una elección de 40 puntos y 10 de ventaja”.
De esa manera, el desempeño del 7 de septiembre es relevante para el oficialismo nacional también en un sentido económico, pudiendo cuestionar la sostenibilidad del tipo de cambio, además de su competitividad para los comicios de octubre, que son los que mayor interés despiertan por la relación que ha establecido -y busca consolidar- con el Congreso. Por eso, ante una previsible derrota libertaria en la Tercera, y un cierre ajustado en la Primera y Octava, un triunfo podrá depender de otros factores en el resto de los territorios, pero si en ella no hay una ventaja en doble dígito no habrá victoria posible para el peronismo.