Tucho Fernández: el Arzobispo que pidió por el Nunca más, citó a Neruda y se cruzó con Pichetto

  • Imagen
    Tucho
    Tucho Fernández
TEDEUM LA PLATA

Tucho Fernández: el Arzobispo que pidió por el Nunca más, citó a Neruda y se cruzó con Pichetto

28 Mayo 2023

Desde el vamos, la convocatoria que realizó Víctor Manuel "Tucho" Fernández, Arzobispo de La Plata y uno de los colaboradores más cercanos del Papa Francisco, desde su cuenta de Twitter para el Tedeum en la capital bonaerense avisaba -provocaba- que no todo Tedeum solamente sucede en la Ciudad de Buenos Aires, ya que en la ciudad de las diagonales estaban siendo convocados para ídem evento el gobernador Axel Kicillof, la vicegobernadora Veronica Magario, el Intendente de La Plata, Julio Garro, y el máximo mandatario de Berisso, Fabian Gagliardi.

Sucedió, entonces, que el pasado jueves 25 de mayo en la Catedral platense, se hizo realidad un encuentro inédito de representantes de todas las religiones como la Evangélica, la Iglesia Metodista, del Islam, de la Iglesia de los Santos de los Últimos días, entre otros credos, quienes se sentaron en semicírculo frente a las autoridades de PBA, legisladores, funcionarios de la justicia, referentes de organizaciones sociales y cientos de fieles.  

Y como si todo esto no alcanzara, hubo más: también fue uno de los Tedeums más atípicos de los últimos años ya que todas las homilías, y los pedidos y oraciones, tuvieron como eje central la Democracia recuperada en su aniversario número cuarenta.  

“En este Te Deum ecuménico e interreligioso, con hermanas y hermanos de distintas iglesias y comunidades religiosas, estamos reunidos para agradecer a Dios por 40 años de recuperación de la democracia. Son 40 años de democracia ininterrumpida, cosa que para América latina no es poco. Además, nosotros lo damos por obvio, como si no fuera posible un tremendo retroceso y volver a perderla. No necesariamente por algún golpe violento, porque además de los golpes militares están los golpes cívicos, los golpes empresariales, y muchas maneras sutiles de destrozar la democracia. Por eso hace falta repetir con la misma fuerza aquel “¡Nunca más!”, fueron las palabras con las que abrió el encuentro celebrada en la Catedral de La Plata, Tucho Fernandez.  

Este preámbulo fue un claro posicionamiento de una parte de la Iglesia argentina -alineada al Papa Francisco- frente a los discursos negacionistas -las constantes diatribas de Macri y Milei-; pero también estas palabras ofician como respuesta a la derecha y, se colocan necesariamente y sin vueltas, de cara a los embates de gobiernos autoritarios en Latinoamerica o de fuerzas partidarias que constantemente atacan al sistema democrático y encuentran un claro anclaje en el sistema judicial, y también en el mediático empresarial, por silencio u omisión.

En esta línea, aparecen como simple prueba los fallos de la Corte en las elecciones de San Juan y Tucumán, con auspicio de la candidata presidencial Patricia Bullrich; el fallido atentado a la vicepresidenta, Cristina Kirchner, por nombrar el último caso y el más grave desde 1983 para acá.

Con la Democracia, no; dice este sector de la Iglesia.    

  • Cruce con Pichetto 

Miguel Ángel Pichetto tiene lío con la Iglesia desde hace tiempo y, hasta en algún momento, deslizó que desde este lugar le han realizado operaciones de prensa, aunque sin prueba alguna. También le incomoda toda forma de organización popular, eso está claro. La tríada pobres, mapuches y organizaciones sociales son una constante en su prédica discursiva, y un fragmento -descontextualizado- de la homilía del arzobispo Fernandez le cayó como anillo al dedo para continuar, a como dé, con lo que pregona. Desde su cuenta de Twitter escribió: Estamos perdidos con estos discursos que dicen defender la paz y sólo alientan el odio social. Son indignos de hombres de la iglesia que deben convocar a la unidad de los argentinos. Monseñor Fernández, Obispo de La Plata, reivindica el mundo cartonero y la patria de Grabois., para referirse a la defensa que había realizado, el sacerdote Fernández, de los cartoneros: "Algunas veces me he encontrado con caraduras que viven de rentas, o de la política, o de su familia, o de una herencia que se refieren a los cartoneros diciendo: “¿Por qué no van a laburar?”, completó el padre Tucho. 

A todo esto, el arzobispo recogió el guante y le contesto desde su twitter pero con algo mejor: tituló el post "Pichetto y los cartoneros" y se limitó a publicar el video completo de lo que había expresado el pasado jueves 25 en la Catedral de La Plata para que se "entienda mejor" y no haya "descontextualizaciones".  

Sin dudas, lo que en verdad molestó al ex candidato a vicepresidente de Macri, fue que efectivamente vive de la política desde hace varias décadas, aliado siempre de una u otra forma a todos los gobiernos de turno.   

Imagen
Axel
AK y Tucho Fernández
"Avanza la cultura de la cancelación que se vuelve una forma de inquisición, de elitismo autoritario y despótico. Si alguien cometió un error lo borramos para siempre. Pero un aspecto de esa cancelación es negar los derechos de los últimos".
  • ¿Quién es Tucho Fernandez? 

El arzobispo de La Plata, una de las arquidiócesis más grandes y significativas de nuestro país, tiene un buen diálogo y vínculo con el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. Hace poco se reunieron por el Canal Magdalena, pero son varias las fotos donde se los descubre charlando mano a mano, y siempre con el mate acompañando. 

También, el sacerdote tiene un excelente vínculo con los sindicatos y las organizaciones sociales, especialmente de las nucleadas en la UTEP. De ahí, que los haya recibido en varias ocasiones y apoyados sus pedidos, tal como lo hace a nivel ya mundial el Papa Francisco.  

Le tocó suceder al detestable monseñor Hector Aguer, un obispo que cuestionaba abiertamente la homosexualidad, calificaba la masturbación de "animaloide", también declaró que no entendía como se lo declaraba mártir al "obispo" de los pobres" Enrique Angelelli. Ambos se reunieron en el traspaso de mando, y de ahí en más no hubo diálogo, aunque sí un cambio rotundo en la conducción y en los lineamientos centrales de la casa de Dios.   

Tucho fue el nexo del encuentro entre Hebe de Bonafini y el Papa Francisco: ""En un cara a cara, Hebe y el Papa Francisco lograron una verdadera reconciliación", dijo. Fue uno de los últimos que la visitó ya en el hospital, y la titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, le expresó "estoy lista". 

El arzobispo, de 60 años, es Doctor en Teología, fue rector de la UCA, profesor en innumerables materias de las distintas carreras, tiene más de 300 publicaciones que han sido traducidas a distintos idiomas, y asumió al frente de la diócesis de La Plata en Junio de 2018. Su apodo es en honor al futbolista Norberto "Tucho" Mendez. 

  • Una democracia de reinas y reyes, la homilía completa del jueves 25 de Mayo 

Celebramos los 40 años de aquel precioso momento en que recuperamos la democracia. Agradecemos a Dios que finalmente se haya roto aquel ciclo maldito de interrupciones de la vida democrática.

Por otro lado no podemos ignorar algo: que esta democracia que amamos, con sus valiosas instituciones, tiene todavía que mejorar sus procedimientos, sus formas, sus cauces institucionales. Pero lo más serio es que no acierta a cumplir su finalidad última, que es el bien común, que es incluir a todos en el camino de la plenitud humana. Por eso quiero invitarlos a mirar a los últimos para reconocerlos como ciudadanos con plenos derechos.

Un día Jesús caminaba y un ciego tirado al borde del camino le gritaba. Todos lo hacían callar, pero Jesús se acercó y le dijo: “¿qué querés que haga por vos?” la mirada de Jesús sí que supo reconocer la grandeza de ese ser humano.

Es la mirada del amor, porque el amor ve cosas que nadie ve. Cuando alguien ama descubre en el ser amado valores y hermosura que otros no pueden apreciar. Por eso el amor vale más que cualquier idea. Entonces, como decía san Buenaventura: “No le preguntes a la luz sino al fuego”. Tiene que haber un fuego adentro porque si no las ideas se vuelven estériles.

Lamentablemente estamos en una época de crisis cultural donde es difícil sostener esa mirada que vea más allá de las apariencias, que sepa valorar a un ser humano más allá de su belleza o eficiencia e incluso más allá de sus puntos débiles. Avanza la cultura de la cancelación que se vuelve una forma de inquisición, de elitismo autoritario y despótico. Si alguien cometió un error lo borramos para siempre. Pero un aspecto de esa cancelación es negar los derechos de los últimos, ningunearlos, acusarlos a ellos mismos de sus propios males. Es dejar de verlos como iguales, con la misma dignidad, con un valor sagrado sólo por el hecho de ser humanos.

Hay una poesía de Pablo Neruda que invita a ese amor que mira más a fondo. Dice más o menos así:

“Hay más altas que tú, más altas, hay más bellas que tú; pero tú eres la reina;
Nadie ve la alfombra roja que se extiende cuando pasas.
Y nadie escucha ese coro de ángeles que te canta;
 Sólo tú y yo, amor, lo escuchamos”


O recordemos la balada para un loco, cuando dice:

“Yo paso entre la gente y los maniquíes me guiñan, los semáforos me dan luces celestes, y los naranjos del frutero de la esquina me tiran azahares. Pero sólo vos me ves”.

Así el lenguaje poético nos está diciendo que hay dos formas posibles de ponerse frente a los seres humanos: Una es la mirada utilitarista, la más común, que mira al otro como algo que me sirve o no a mí, me gusta o no, encaja o no con mis ideas y mis proyectos personales.

Pero hay otra mirada, que es un milagro divino. Está ese que mira al otro como un ser único, como una maravilla del universo, como alguien sagrado e irrepetible. Lindo o feo, me guste o no, veo a un hermano que tiene un valor infinito.

Cuando está esa mirada, y encuentro una persona abandonada, desamparada, sumergida en la miseria, me tengo que acordar: Es un rey. La sombra de este árbol es para él, esta hermosa avenida es de él, el sol es también para su rostro, la lluvia es también un canto para él. Porque él vale tanto como yo aunque nadie lo reconozca, aunque no lo quieran ver.

Y si esto lo vive alguien que tiene poder, entonces quiere hacer cosas que expresen esa dignidad secreta de cada ser humano. Si hay un grupo de personas aisladas por un arroyo, les hago un puente para que pasen, y ese puente es la alfombra roja que se extiende a sus pasos. Ese puente les dice sin palabras: “Mirá, cuánto vales vos”. Y si les organizo un espectáculo en la plaza para que puedan escuchar esa banda que nunca podrían pagar, ese es el himno celestial que les dice: “Vos lo valés”.

Esta mirada llega profundo, va más allá de los errores que esa persona pueda haber cometido, más allá, traspasa todo: entonces, si mejoro una cárcel para que no haya hacinamiento, para que sea un lugar más digno le estoy diciendo: “Mirá, vos te equivocaste y no te lo vamos a disimular, pero seguís siendo un ser humano, seguís teniendo una dignidad aunque muchos no la reconozcan, no te declares enterrado en vida, vamos para adelante, vos valés”. Esta es la mirada que está detrás, como fundamento de fondo en toda defensa de los derechos humanos que hoy son ineludiblemente derechos sociales.

Es lo que vio Jesús en este ciego abandonado al borde del camino. Todos lo hacían callar, le decían que no molestara. Pero Jesús detuvo su marcha, se acercó, lo miró y le preguntó: “¿Qué querés que haga por vos?”

Ojalá todos nosotros podamos vivir esa sublime experiencia de ayudar a otros a que vivan mejor, ojalá con nuestros gestos sepamos decir a los demás: “No importa como sos, como te han juzgado, como te han mirado, vos sos un rey, vos sos una reina”.

Precisamente para expresar que la democracia incorpora a todos, valora a todos y hace un lugar para todos, hoy quise invitar a esta celebración a los compañeros y compañeras que trabajan en el reciclado, a los llamados “cartoneros”. Para reconocer que nuestra democracia también es de ellos y para ellos. Para recordar que la democracia es de todos y para todos, y se envilece a sí misma cuando deja a algunos afuera.

Algunas veces me he encontrado con caraduras que viven de rentas, o de la política, o de su familia, o de una herencia que se refieren a los cartoneros diciendo: “¿Por qué no van a laburar?”

Más de una vez he visto desde la ventana, en Córdoba, en Buenos Aires o en La Plata, a personas que buscan en la basura, seleccionan y acarrean. Con ese trabajo duro hacen posible el reciclado, que es un modo de cuidar nuestro planeta para todas y todos.

Pero me impactó el caso de alguien a quien vi varias veces revolviendo en distintos horarios. Una vez le pregunté: “¿Cuántas horas trabajás?” Me respondió: “Entre 12 y 15 horas todos los días. Porque tengo varios hijos que mantener y quiero que tengan un futuro mejor que el mío. No puedo estar con ellos, pero al menos les llevo comida”.

A pesar de ello, algunos parásitos bien vestidos los quieren mandar “a laburar”. ¿Ven hasta dónde ha llegado la degradación de nuestra sociedad, llena de gente que repite juicios lapidarios e ideológicos sin el menor respeto por el sufrimiento y la dignidad de los demás?.

Por eso quisiera plantear esto: miremos una persona que nació en una buena familia y pudo acrecentar su patrimonio, llevar una buena vida con una linda casa, autos, vacaciones en el exterior. Todo bien. Tuvo la suerte de crecer en condiciones adecuadas, e hizo acciones meritorias. Así, con energías y tiempo construyó una vida muy acomodada para él y para sus hijos. Al mismo tiempo, un cartonero, con los mismos o mayores méritos debido a los esfuerzos y al tiempo que invirtió, no tiene nada. No tuvo la suerte de nacer en el mismo contexto, y por más que haya sudado apenas si pudo sobrevivir.

Esto que les pasa a los cartoneros es el mejor ejemplo para mostrar que no puede construirse un pensamiento político y social sólo en torno a la llamada “meritocracia”.

Ese no puede ser el único esquema para analizar la realidad social.

Hace unos años participé de un estudio interdisciplinario sobre la cultura del trabajo de los argentinos. Incluía una serie de sondeos internacionales que permitían hacer un análisis comparativo entre los distintos países. Este estudio de primer nivel mostraba que en realidad los argentinos tienen una valoración del trabajo más alta que el promedio mundial. Pero hay una particularidad: los argentinos insisten que cada uno debe poder realizar un trabajo que le permita realizarse y desarrollar sus mejores capacidades.

El problema de esta concepción legítima es que cada uno se la aplica a sí mismo –yo quiero trabajar de lo que me gusta y sé hacer– pero no a los demás: los demás deben hacer el tipo de trabajo que yo les exijo, mi empleada doméstica debe conformarse con limpiar mi baño y debe hacerlo con el mayor de los “méritos”, no tiene por qué aspirar a otra cosa para no desestabilizar mis hábitos.

Esta lógica torcida explica por qué un joven de treinta años que todavía vive de sus padres como zángano desprecie al cartonero y le llame “vago”: porque entiende que no le aporta nada al cómodo armado de su vida burguesa.

En todo caso, lo que tiene que preguntarse una sociedad es cómo hacer para que vivan dignamente esas personas que no pueden elegir su trabajo y les ha tocado una tarea pesada o agobiante: entonces habrá que preguntarse cómo reducir su horario de trabajo con un salario digno para que puedan estar algunas horas con su familia, descansar bien, hacer algo que les alegre el alma. ¿Son humanos no? Son reyes y reinas. Pero al fin de cuentas, a Jesús también lo despreciaban por ser un sencillo carpintero.

Apuntemos más alto entonces. Celebramos felices estos 40 años de democracia, pero apuntemos más alto. Vayamos por otros 40 años de democracia capaces de hacer nacer un país nuevo, donde cada argentina sea una reina, donde cada argentino sea un rey. ¡Viva la Patria!

Imagen
Tucho