8M: Somos nosotras, las que no tenemos límites
El Paro Internacional de Mujeres del 8 de marzo impactó profundamente en todo el mundo. Las dimensiones políticas e históricas de esta manifestación sin fronteras demostraron la transversalidad del movimiento y la vigencia de la lucha de las mujeres en todos los rincones del planeta. Las luchadoras argentinas marcharon masivamente en todo el país, con el reclamo en voz ante la inhumana ausencia de políticas públicas del macrismo.
La resistencia y la pelea que dimos las mujeres estos últimos años provoca progresivamente un debilitamiento en las bases machistas no sólo de la sociedad, sino también en el interior de las estructuras partidarias, gremiales y de las organizaciones sociales, culturales y políticas. Cualquier acción o decisión que vaya contra las mujeres, hoy, son cuestionadas porque nuestras voces constantemente las denuncian; nuestras marchas las señalan. Y esto incomoda porque deja al descubierto que dentro de los partidos, inclusive los más progresistas, se replica este modelo machista a la hora de definir candidaturas y jefaturas; y ante la ausencia de perspectiva de género al momento de delinear una agenda de resistencia y de lucha. En fin, las mujeres incomodamos.
Las mujeres masivas, militantes, colectivas incomodamos, sí; pero también somos amenazantes. Nos temen porque nos organizamos y marchamos contra las políticas neoliberales que profundizan las desigualdades sociales y económicas, nos movilizamos contra la injusticia y la violencia; contra el hombre que nos mata y la justicia que nos desampara. Somos amenazantes porque somos un movimiento diverso y amplio, que en su vastedad contiene al amplio espectro de mujeres, sin restricciones etarias, partidarias, de clase ni de ideologías. Por esto mismo, la estructura represiva del Estado -la misma que tanto se ha robustecido presupuestariamente con el macrismo, en detrimento de las vapuleadas políticas educativas y contra la violencia de género- está al acecho de las manifestaciones y las movilizaciones de las mujeres. Tal es el caso de las militantes detenidas en la Capital Federal, luego de la marcha, en un procedimiento digno de la última dictadura militar.
La medida de fuerza del 8 de marzo la encarnaron, poniéndole el cuerpo, cientos de miles de argentinas que pararon las calles mientras que, un día antes, la cúpula sindical de la CGT no ponía fecha a un paro nacional, pedido a gritos y empujones por sus bases trabajadoras. Cabría preguntarse qué pasaría si esos espacios dirigenciales fueran ocupados por compañeras. Nosotras, como la historia lo demuestra, no le tememos a las lucha, a los desafíos; somos quienes, ante las peores adversidades, estamos a la vanguardia contra los gobiernos represivos y neoliberales. Somos Martina Chapanay, la de las montoneras y el cruce de los Andes; somos las heroicas conventilleras en huelga; somos las pupilas de La Catalana echando a escobazos a los soldados fusiladores de la Patagonia; somos Florencia Fossati defendiendo la dignidad de los maestros y las maestras; somos las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo llenas de coraje ante los genocidas; somos Norma Plá enfrentando a Cavallo, somos las mujeres piqueteras parando la olla; somos Silvia Minoli exigiendo la aparición con vida de Johana y Soledad; somos Susana Trimarco enfrentando a las redes de trata y a sus cómplices del poder político. Somos Cristina, la primer presidenta mujer, electa por el voto popular en dos periodos consecutivos enfrentando a los poderes fácticos. Somos Eva Duarte. Somos nosotras, las que no tenemos límites.
* Senadora Nacional
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).