La fiebre kirchnerista versus el tecnicismo macrista, por María Salome Farias
De cara a las próximas legislativas nacionales se plantea la lista de unidad. Unidad Ciudadana se define en algunas aristas como la expresión de la unificación de fuerzas representativas peronistas. A veces sólo personalistas. A veces ampliamente peronistas.
En el mundo de la radicalización instaurada y la puja de definiciones conceptuales, de las que poco se sabe como populismo vs republicanismo, salen a la cancha una serie de cuestiones que parecerían encarnar la lucha de un sistema serio que defiende a las instituciones, frente a un sistema visceral de figuras políticas polemizadas por el apoyo popular. Sin embargo el arco político pretende proyectarse bajo el discurso unificador de la alternativa progresista.
La fiebre kirchnerista vs el tecnicismo macrista, sin ahondar en los personalismos que mucho dejan que desear hasta por definición, son las opciones a evaluar.
La estructura partidaria nacional concibe un caudal de votos que se erige bajo la bandera política del partido, y pretende la representatividad directa de cara a las elecciones: todo indica que quien levante tal bandera, se lleva tantos votos. (Y los avales para la presentación de listas simularían la materialización de ese caudal.) Sin embargo desde el mismo planteo de unidad se presenta la dicotomía: Unidad Ciudadana va por fuera del Partido Justicialista, pero se aloja en su plataforma. Randazzo va por el Partido y parece ser que sólo se lleva el dinero recibido de la cantidad de votos que recibió en las elecciones pasadas. Macri fue el único que hizo un busto de Perón en la Ciudad de Buenos Aires y su plataforma política también está alojada en el Partido Justicialista.
Todos, de alguna manera, se erigen bajo las banderas del populismo nefasto del peronismo. “La pasta de campeón”. En todo caso parece cobrar sentido todo el tiempo el dicho del General: “todos somos peronistas, sólo que algunos no lo saben”.
Ahora bien. En el panorama nacional el gobierno de turno continúa con viento a favor. El discurso de la grieta sigue copando la agenda, y ante ello, la utilización del término “unidad” se lleva la ventaja. Mientras tanto, el resto de los frentes electorales, y la misma alianza de gobierno, siguen siendo un cambalache de colores.
Llega un momento reflexivo para este escrito. Esta semana tuvimos dos episodios que estamos segurxs que no hubiésemos elegido ver, al menos los lectores de este espacio: por un lado policías de civil (sin identificación) “actuando” en manifestaciones públicas, llevando gente detenida; y por otro un jubilado que se disparó en una dependencia de ANSES en Mar del Plata. Los titulares oscilaron desde “incidentes en la 9 de julio” y “limpian la 9 de julio” para el primer caso; hasta “utilizan políticamente el suicidio de un jubilado” para el segundo. Son las mismas dos caras de siempre, de la misma moneda. La representación gráfica de la grieta. Pudo haberse hablado del pedido de trabajo que reclamaban las asociaciones en la 9 de Julio, frente al Ministerio de Desarrollo Social; y pudo haberse hablado de las palabras del hombre en ANSES, cuando se refirió a la humillación de no poder sostener su vida, en términos económicos. No hablaba de no poder acceder a Punta en el verano ¡eh!, hablaba de no poder comprar los alimentos y los medicamentos que requiere un hombre de 92 años. Pero nada nuevo hay para decir de los medios hegemónicos, y de su poder como grupos económicos.
El asunto es nuestro, es social. La destrucción de los sistemas productivos y sus consecuencias directas en las estructuras organizadoras del sistema de vida individual, parece no tener sentido salvo para los sectores populares. La evaluación basada en la meritocracia hace ver que si no llegas a fin de mes, es porque no te esforzas lo suficiente, lo que transforma en un blanco fácil de ataque a cualquier manifestación de protesta, agudizando así esa maldita grieta de pobres contra pobres. Una vez más, el enfrentamiento se da en los sectores que sufren las consecuencias de un sistema perverso, que se alimenta de la división.
Antes el ataque era a la grieta política. Se atacó la politización de las esferas de la vida cotidiana, detrás del discurso de que el Estado no debe intervenir en lo privado. En su otra cara hoy se realza una grieta que hace ver a quienes creen en que ello es correcto, enfrentados a quienes consideran que el Estado debe garantizar el “Poder de Policía” y nada más. El problema es que esa distinción en la concepción del Estado hace que las políticas que allí se cocinen, se hagan en pos del bienestar social (de manera inclusiva) o en pos de la eficiencia de la administración (en términos numéricos, y con la gente afuera). Y no es menor esta distinción. Esto es lo que se pone en juego cuando hablamos de Unidad, o de una Alianza. Los frentes electorales representan la unión de sectores políticos históricamente diferentes, y a veces no tanto, para lograr el caudal de votos que permita llegar al poder. Una vez allí, en esas bancas que hoy se disputan, estará la concreción de estos intereses.
A río revuelto, ganancia de pescador, dice mi papá. Deberíamos concentrarnos en la unidad que pretendemos y definir los conceptos también. Una vez hecho esto, podremos ir a buscar al cuarto oscuro el país que queremos.
Sólo seamos responsables de comprender que mientras sigamos pensado que el reclamo en la calle es un juego de vagos, y no la responsabilidad de un sistema perverso al que alimentamos con la mezquindad de nuestros intereses más carnales, sólo alimentamos que los ricos sean más ricos, y los pobres nos sigamos matando entre nosotros. Conciencia de clase, que le dicen.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).