Lucha, bases y Estado popular
Vamos a intentar pensar algunas cuestiones a partir de dos artículos, uno de Mariano Pacheco (MP), titulado Macrismo, kirchnerismo, izquierdas y movimientos sociales y otro, que de manera explícita, como se consigna en el título, lo escribe Horacio Bustingorry (HB) para polemizar con MP, al que llama Estado, Peronismo y Kirchnerismo.
Lo que primero se puede apreciar es que los artículos transitan, en el caso de MP por “las bases” o por la sociedad en la lucha política, como eje dominante y en el caso de HB por el Estado, que como él se encarga de subrayar, nada tiene que ver con la concepción liberal del mismo sino con un Estado popular, producto de la acumulación de fuerzas de los sectores enfrentados al neoliberalismo. El Estado como una herramienta clave en la lucha por la emancipación.
Acuerdan en que en esta etapa Cambiemos-Pro, la resistencia no sólo debe ser discursiva sino que debe plasmarse en respuestas concretas. Hay un problema de cronología acentuado por la dinámica de estos días y las fechas de los textos. Pasaron varios conflictos y movilizaciones muy importantes, 24 de marzo y 29 de abril, la de los docentes universitarios, médicos, estatales, judiciales, de empresas, etc. Los sectores populares responden a diario a las políticas de ajuste, despidos, tarifazos, represión.
Sorprenden los materiales de la discusión y las “ausencias” de otros en la misma, por tratarse de dos artículos políticos entre dos hombres con preocupación política militante. La política, por supuesto que toma elementos del pasado, pero trabaja sobre el presente y mira el futuro. Mariano y Horacio le dedican más tiempo a la historia que a la política, entendida ésta como urgencia del presente, o al menos es lo dominante en la escritura de ambos. Los dos trabajan habitualmente con materiales históricos, pero estos artículos transcurren en un medio que tiene a la política como la preocupación central y bajo el género periodístico. La discusión sobre el pasado del primer y segundo peronismo, la resistencia en las décadas de 1950, etapa Libertadora, la de 1960, los “70”, el retorno del peronismo y de Perón al gobierno y su continuidad hasta el presente; da más para sendos ensayos que para un par de artículos periodísticos, porque la necesidad de síntesis lleva incluso a errores fácticos en el primero y de percepción en el segundo.
A modos de ejemplo; cuando Mariano cita al Perón de “dentro de la ley todo. Fuera de la Ley nada” o a no “sacar los pies del plato”, podemos decir que no obedecía esa retórica del General a cuestiones institucionales sino a amenazas concretas que se materializaron en actos con enfrentamientos armados y la descalificación macartista a la izquierda de su Movimiento y de la izquierda no peronista. En el enfoque internacional, respecto a Europa marca los problemas de la derecha emergente pero no hace mención a Podemos, a Syriza, a Jeremy Corbin en Inglaterra, o a Sanders, además de Trump en EEUU. Quizás problemas de espacio, los propios de un artículo periodístico.
En todos los casos se expresan serias crisis de las democracias liberales y no sólo con canales por derecha. A su vez Horacio, que estudia con rigor, en su calidad de historiador el período 1973-76, considera un error de la era K no haber profundizado la experiencia del período antedicho. La percepción colectiva y no sólo de la clase media argentina, enmarca a esta etapa como de inusitada violencia, la que operó como antesala del Golpe terrorista cívico militar del 76.
Más que interesante resulta la conferencia- cubierta en sus aspectos centrales por la APU- que el compañero Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia dio hace pocos días en Buenos Aires. Entre otras cuestiones habló sobre la necesidad de trabajar sobre un nuevo sentido común de las clases medias, que aunque se vean beneficiadas por medidas de los gobiernos populares, suelen responder con el sentido común conservador. Hubiese sido un error de CFK y no un acierto, como marca HB, el haber puesto el acento en profundizar políticas de un período que millones de argentinas/os registran como oscuro y violento. Cuando la Tripe A, que actuaba bajo la cobertura del Estado, llegó a matar una persona, casi siempre un militante popular, cada nueve horas, como en 1975: eso es lo que prima en la memoria colectiva, la impregna, más cuando se termina en un fracaso capitalizado por los señores del Horror en marzo de 1976. Pero también quedan acciones muy importantes de lucha social y política, como las movilizaciones de julio de 1975, contra medidas impopulares de Isabel y que tuvieron el efecto político de sacar a López Rega del gabinete. Sobre políticas públicas favorables a los sectores populares entre 1973-76, sólo recuerdan historiadores especializados en la época. Ni los militantes contemporáneos a esos años retienen aspectos progresistas en las políticas públicas, salvo en los 49 días de gobierno del Dr. Cámpora, y en las políticas de José B. Gelbard.
Pero como no quiero incurrir en lo que cuestiono afectuosamente a los dos compañeros considero: que no me parecen incompatibles los enfoques de MP y HB. La lucha en “la base” no implica descuidar la reflexión en la vuelta al poder para construir un Estado Popular. Creo que los problemas políticos de la hora están en otro sector de la cancha, valga el giro futbolero. A eso hacía referencia al comienzo con las “ausencias”.
¿Cómo se encuadra hoy el campo popular en lo que a organizaciones nos remitimos? ¿Cuántas/os compañeras/os están dispuestos a trabajar en política por fuera del Estado? ¿Con qué ideología? Advierten bien, tanto MP como HB sobre el carácter de nacionalismo popular revolucionario. ¿No será, dice el que suscribe, el momento de pensar en la construcción de una fuerza política, que deje de terminar entrampada en el PJ, aunque lleve varios años posicionarse como una alternativa de poder y no estar en algo parecido a una calesita del futuro para ver cuando “nos sacamos la sortija”? ¿Qué construcción hizo cada organización o agrupación en el territorio, en los colegios y Universidades, en los gremios? ¿Liderazgo individual o colectivo? ¿Acontecimientos como los casos “Bossio” o “Mengolni” no expresan algo más profundo, que excede la simplificación tranquilizadora y facilista de “traición” en uno y de “incomprensión” de una militante haciendo periodismo en otra?¿ No sacan a la superficie serias cuestiones ideológicas? ¿Qué ocurre con los movimientos sociales? ¿Detrás de la discusión, o más bien de las chicanas entre E. Pérsico y Luis D’ Elía no está en juego algo mucho más profundo, como puede ser el accionar y destino de los movimientos sociales cuando el Estado está en manos de conservadores neoliberales, luego de años de trabajo con un Estado, que con todos sus errores, estaba presente? Pensar en la ansiedad de llegar cuanto antes al gobierno y si eso no ocasiona a veces más inconvenientes que los problemas a solucionar, sin caer por ello en purismos adolescentes o infantiles.
No es un mal momento el llano- no se van a acercar tantos por los “cargos”, que no abundan- para el debate ideológico, la discusión política y el pensar cómo, desde dónde, viendo con qué se cuenta, con qué fundamentos, se construye una organización política que “contenga” a tantos militantes actuales y de los años precedentes y que tenga la pasión para trabajar en las bases y la vocación de poder para construir un Estado popular.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs)