"No es suficiente con las advertencias del presidente ni con los decretos que prohíben despidos"
Por Álvaro Erices
Pensar en la Federación Gráfica Bonaerense nos transporta a conocer los más elevados valores humanos de solidaridad, honestidad, igualdad, compañerismo, justicia, compromiso y libertad. Es uno de los grandes antecedentes históricos de la existencia efectiva del peronismo combativo y revolucionario que en el Congreso Normalizador Amado Olmos de 1968 dio nacimiento a la CGT de los Argentinos conducida por Raimundo Ongaro y en la que participaron, entre otros, Rodolfo Walsh, Ricardo Carpani, Sebastián Borro, Jorge Di Pascuale y Lorenzo Pepe. Este ideario abre perspectivas como las de un Nuevo Hombre y Mujer para la sociedad, sumado a conceptos apasionantes como un Sindicalismo de Liberación. No en vano Cristina Fernández de Kirchner en un discurso llamó a Ongaro “una gloria viviente del sindicalismo argentino”.
Uno de sus herederos directos es Héctor Amichetti, secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense, quien lleva en su corazón este legado de la historia sindical argentina. También es impulsor de la Corriente Federal de Trabajadores. “Somos la continuidad de una línea histórica del Movimiento Obrero Organizado que hunde raíces en los programas de La Falda, de Huerta Grande, del 1º de Mayo de la CGT de los Argentinos y los 26 puntos de aquella CGT que conducía Saúl Ubaldini. Hemos sostenido siempre que la CGT no es solamente un sello, una personería y un edificio, es la voluntad organizada del conjunto de trabajadores y trabajadoras de nuestra patria, incluidos aquellos que las políticas neoliberales han expulsado de la economía formal desde hace años y que suman millones sin poder tener sindicatos que los agrupe y defienda sus derechos más elementales”, asevera.
Otro dato que muestra la total vigencia, apertura de pensamiento y conducta peronista de la que forma parte Amichetti es que la Corriente Federal de Trabajadores en su programa “Los trabajadores somos la esperanza” adicionó el punto 27 con la consigna “Vivas, libres e iguales nos queremos”, expresando la necesidad de implementar políticas de corte feminista en los tres poderes del Estado.
Este diálogo con Agencia Paco Urondo se enmarca en la pandemia del COVID-19 que, por sus características y efectos en la vida cotidiana, tal vez habilite a una crisis económica mundial aún más grave que las de 1929, 1973, 1994 y 2008. “El saldo que nos dejará esta experiencia mundial no será muy distinto al que deja una gran guerra. Las multinacionales actuarán en función de sus casas matrices y pondrán la mirada centralmente en la reactivación de las economías del “primer mundo”, sin importarles demasiado la suerte que podamos correr nosotros”, sostiene Amichetti.
De cara a la nueva etapa de reconfiguración económica y social que se avecina para la Argentina, Héctor Amichetti, a quien sus compañerxs llaman cariñosamente “El Gringo”, rememora una frase de aquel histórico Programa del 1º de Mayo de la CGT de los Argentinos: “En esas luchas y en esos muertos reconocemos nuestro fundamento, nuestro patrimonio, la tierra que pisamos, la voz con que queremos hablar, los actos que debemos hacer: esa gran revolución incumplida y traicionada pero viva en el corazón de los argentinos”.
Agencia Paco Urondo: ¿Qué libros estás leyendo en este Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio?
Héctor Amichetti: Releo “La Comunidad Organizada” y otros libros de Juan Perón que contienen ideas siempre vigentes que pueden resultar útiles para las políticas que deberíamos encarar cuando la pandemia se aleje.
APU: ¿Qué opinión te merece la conducta de Techint que, mediante amagues y aprietes como el despido de 1.450 trabajadores, puso a prueba al presidente Alberto Fernández para forzar la apertura del aislamiento?
HA: Opino que los grandes grupos empresarios seguirán intentando descargar la merma de sus beneficios sobre las espaldas del pueblo trabajador; sus balances cierran suspendiendo, reduciendo salarios y despidiendo trabajadores y trabajadoras. Frente al poder que han acumulado esos sectores no hay leyes del sistema que alcancen; la relación de fuerzas la modificamos con la misma coordinación de esfuerzos que venimos poniendo en práctica entre el Estado y las Organizaciones del Pueblo para proteger la salud de los argentinos/as y salvar vidas.
APU: ¿Es para vos una herramienta suficiente el DNU 329/2020 sobre prohibición de despidos?
HA: Es necesario advertir que no es suficiente ni con las advertencias del presidente de la Nación ni con los decretos que prohíben despidos en el marco de una emergencia inédita que, sin pretender ser alarmista, puede llevar a la disolución nacional. Se debe establecer que preservar las fuentes de trabajo es una prioridad absoluta para poder acompañar el esfuerzo que el Estado tendrá que hacer para reactivar el mercado interno y la economía en general una vez que hayamos vencido al coronavirus. Nuestro argumento principal nos viene del mensaje evangelio que dice que los bienes no son propiedad de hombres, sino que los hombres deben administrarlos para satisfacer el bienestar general, pero también de las normas legales que hicieron posible la Revolución Peronista como la Constitución de 1949 que establecía la función social de la propiedad y brindaba los instrumentos necesarios para poder ejercer en plenitud la soberanía nacional y popular.
APU: ¿Sugerís que habría que avanzar hacia una nueva Constitución?
HA: Sí, una que convierta en inviolables los derechos sociales; entre ellos el derecho al trabajo y, como bien señalaba el art. 37 inc. 2 de la Carta Magna de 1949, derogada ilegalmente por un gobierno de facto, que considere a “la riqueza, la renta y el interés del capital frutos exclusivos del trabajo humano”.
APU: El DNU 329/2020 en su art. 3 plantea una excepción que remite al art. 223 bis de la Ley de Contrato de Trabajo. En este artículo se basó la empresa de Paolo Rocca para avanzar con las “suspensiones”. ¿Te parece un artilugio técnico que le permite mover fichas al poder económico?
HA: Situaciones de crisis como la actual, donde la caída de actividad generalizada acarrea un debilitamiento laboral y por lógica pone límites al poder sindical, pueden llevar a negociaciones en las que se resignan durante un período determinado algunos beneficios; esto es válido siempre y cuando se mantengan inalterables las normas establecidas en los convenios colectivos de trabajo.
APU: Desde tu experiencia y militancia en la Corriente Federal de Trabajadores, ¿cuál pensás que es el rol de Héctor Daer respecto del gobierno?
HA: Prefiero no personalizar, solo decir que la Confederación General del Trabajo no cumple hoy con su rol de ser una institución representativa del conjunto de las trabajadoras y trabajadores argentinos. No tiene funcionamiento democrático porque no convoca a plenarios de secretarios generales ni delegaciones regionales, mucho menos al Comité Central Confederal para que allí se expresen las inquietudes y propuestas de las distintas organizaciones sindicales. Esta CGT es la expresión muy reducida de un grupo de dirigentes sindicales sobre quienes no cuestiono la legitimidad que le han conferido los afiliados y afiliadas de sus gremios, pero utilizan una metodología de funcionamiento que se relaciona con el poder sin construir el verdadero poder del pueblo trabajador argentino. La Corriente Federal de Trabajadores permanece en la CGT, pero no integra su conducción porque reivindica otra concepción histórica que es la de un Sindicalismo de Liberación unido y fortalecido en torno a un programa que sea la expresión del proyecto de país que anhelamos.
APU: ¿Pensás que ante una posible profundización de la crisis en el país se produzca un escenario favorable para que el capital concentrado rompa el dique y se implemente una reforma laboral justificada en la necesidad y nuevos modos de las relaciones económicas que surgirán post coronavirus?
HA: La reforma laboral orientada a la reducción de beneficios, flexibilidad o precarización del trabajo es un viejo anhelo de las grandes patronales que no ha podido concretarse por la firme resistencia de la clase trabajadora argentina encabezada por sus organizaciones sindicales. No han podido lograrlo aún en períodos de un gobierno como el de Cambiemos en que dicha reforma era fervorosamente alentada en virtud de su incondicional devoción y convencimiento de que es el capital el que genera trabajo. La unidad del movimiento obrero organizado y movilizado en las calles le puso freno a la tímida intención de avanzar en esa dirección en el Congreso de la Nación a fines de noviembre de 2017. La única reforma laboral que sirve a los trabajadores es la que suma derechos, no la que los reduce o elimina.
APU: ¿Qué papel debe cumplir el Estado nacional frente a la pandemia?
HA: Hoy las prioridades deben ser la vida, la protección de las fuentes de trabajo y de los ingresos de las familias trabajadoras. Coordinar solidariamente y unificar a todas las fuerzas del Movimiento Sindical y a las Organizaciones Libres del Pueblo con esos objetivos es tarea fundamental, ya que ningún sector se salva solo. El papel que juegue el Estado en esta disputa entre capital y trabajo resulta esencial.
APU: ¿En qué líneas estratégicas pensás que debería avanzar el gobierno nacional?
HA: En nuestro país un gobierno como el del Frente de Todos, que logró una victoria electoral enarbolando la consigna del “Nunca más” al neoliberalismo, tiene ahora una oportunidad de acelerar definiciones, así como está demostrando su capacidad para defender la salud y salvar vidas, podrá también demostrar su capacidad para manejar soberanamente sus recursos estratégicos, los servicios públicos, el sistema financiero y el absoluto control del comercio exterior, aspectos esenciales para poner nuevamente de pie a la Argentina y retomar el varias veces interrumpido camino hacia la realización plena del Proyecto Nacional mediante la construcción de una Comunidad Organizada y liberada de cualquier tipo de colonialismo y opresiones.
APU: ¿Cuál será el rol de movimiento sindical argentino en la próxima etapa histórica que se avecina?
HA: Cada sindicato contiene la sabiduría de quienes desarrollan un oficio concreto; son los que más saben cómo funciona cada actividad industrial, el transporte, la energía, la salud, la educación, el campo, la minería, los servicios. En síntesis, semejante conocimiento transformado en propuestas que contribuyan a un plan orientado al bienestar general representa un imprescindible aporte. Sobre la base del movimiento obrero organizado se articulará un gran frente nacional y popular que incluya a las organizaciones sociales y políticas, científicos y profesionales, pymes, cooperativistas y pequeños y medianos productores agropecuarios. Ese frente de mayorías que se unen por intereses sectoriales nunca contradictorios constituye el gran salto en la construcción del poder necesario con capacidad suficiente para desmontar el poder de las minorías que han trastocado la lógica de la soberanía. Hay que desarticular la soberanía de las corporaciones para recuperar la soberanía nacional y popular. Esto no es ni más ni menos que la concreción de la Comunidad Organizada e inspirada en supremos valores humanos como son la libertad, la justicia y la solidaridad hacia la integración latinoamericana en el camino definitivo de la Liberación.