Represión en Pepsico: la grieta entre corporaciones y trabajadores
Por Esteban Viu
Sentado en un bar ubicado sobre la Avenida Santa Fe, observo dos televisores: uno reproduce la señal de C5N, el otro la TV Pública, esa que asegura tener todas las voces. En el primero se lee, pero sobre todo se observa, con claridad, la represión de la Policía Federal y Bonaerense sobre el cuerpo de los trabajadores de la empresa PepsiCo. En la señal del Estado se preguntan cómo combatir los dolores de cabeza. Periodismo sin pruritos.
Sorbo un café y observo la marea humana que camina y atropella como le place. Las redes sociales se incendian por lo que sucede, no cesan las imágenes de trabajadores heridos y policías lanzando gases lacrimógenos o disparando sus armas de fuego. Entre el tsunami de información, aparece una nota de Clarín titulada: “Choques entre policías y ocupantes de la fábrica PepsiCo en un violento desalojo”. Escarbo en su página pero solo aparecen noticias en verdad importantes para el orden democrático: “Facebook quiere incluir publicidad en las chats de Messenger” y “Alertan por un error en la última actualización de la PlayStation 4” pugnan por ser las más leídas de la mañana.
A algunas mesas de distancia, se ubican dos hombres trajeados que observan, entre la atención y la rabia, C5N. Uno comenta: “Los piqueteros me tienen los huevos llenos, que se acostumbren a laburar viejo”. Su acompañante asiente mientras escucha con atención a Ritondo que se lamenta por los 15 policías heridos y asegura que la policía actuó como debía. No declara, y tampoco le preguntan, por los 5 trabajadores que permanecieron desaparecidos durante algunas horas porque la policía no declaraba a dónde los había trasladado. Tampoco mencionaba en su discurso encubridor y empresarial a los más de 20 heridos por la represión policial. De hecho nunca se oficializó el número real de heridos.
El encargado del bar decide cambiar y poner TN. Por sus gestos, era notable la credibilidad que le otorgaba al canal, que en ningún momento mencionó la palabra represión, solo hablaba de desalojo. Entre revueltas apareció el Jefe del operativo asegurando que “nadie golpeó a nadie”. Mientras, Infobae difundía “el video de la agente que fue herida durante el desalojo”. Periodismo en serio.
Ni el Ministro de Seguridad ni sus medios satélites advirtieron algunas cuestiones básicas en el caso PepsiCo. En primer lugar, la jueza que autoriza la represión disfrazada de desalojo, Andrea Rodríguez Mentasty, lo hace sin tener en cuenta que la empresa está denunciada en otro juzgado que pertenece a la jueza Arroyo Salgado. Y, por si fuera poco, la multinacional había presentado un preventivo de crisis. Si, la segunda alimenticia a nivel mundial se declaraba en crisis. Una burla que roza la provocación. Y para cristalizar la más profunda de las ilegalidades, la policía enviada por Vidal y Macri coopera a favor de los intereses mundiales.
Con el pasar de las horas, trabajadores del subte, trenes, de Atucha, Conadu, CTEP, ATE y varios sectores más se solidarizan con los reprimidos y avisan que se movilizaran, junto a los despedidos de PepsiCo, a Plaza de Mayo. Además advierten que si reprimen la movilización, paralizarán todos los servicios. En ese momento decido abandonar el bar para dirigirme al micro-centro de la ciudad. Las personas siguen su vida normalmente, en las redes continúan la escalada de bronca y/o justificaciones.
Los carteles digitales de tránsito ubicados en diferentes puntos de Buenos Aires advierten que hay cortes por manifestaciones y recomiendan evitar determinadas zonas. Las App de tránsito no se agotan de emitir alertas y aconsejan ubicar los cortes para conocer cómo nos afectan. En ese instante comprendo que lo último que hay que hacer es evitar o desentenderse. Lo que nos afecta no es el corte de la 9 de Julio sino los recortes indiscriminados, los presos políticos, la escalada inflacionaria, la representación burocrática cegetista. En suma, lo que nos afectan son las corporaciones (Judicial, Política y Mediática). Lo que nos afecta es el poder real ubicándose con comodidad en las bancas del poder institucional. La disputa ya no aparece en términos de izquierda o derecha, moderados o extremistas, fachos o progres. La política se configura cada vez más en términos de corporaciones VS trabajadores.
No es casual que los medios para-oficiales no utilicen la palabra represión y la remplacen por desalojo, no es igual que los denominen piqueteros u ocupantes en lugar de trabajadores desempleados, no es lo mismo el “choque” de Clarín que el verdadero ataque contra los trabajadores. Y, sin embargo, el problema de fondo es mucho más grave que la mera represión. El problema son los justificadores seriales de este accionar que alimentan al Estado represivo, autoritario y empresarial. Si todo esto sucede antes de una elección. ¿Qué sucederá después?
Orwell, en su célebre 1984, aseguraba que suprimir las palabras subversivas achicaba el razonamiento. Por ahí anda la cuestión.