Daniel Feierstein: "Hay un intento de producir lo necesario para que la situación se vaya de las manos"
Por Martín Massad
El sociológo Daniel Feierstein analizó en diálogo con AGENCIA PACO URONDO RADIO (domingos de 10 a 12, FM La Patriada) el actual momento social del país, crisis del coronavirus mediante. La negación, la paciencia y el deseo, en una charla con motivo de la publicación de su libro Pandemia.
Agencia Paco Urondo: ¿Por qué cree que hay gente que todavía niega la existencia del Covid-19?
Daniel Feierstein: Aunque parezca paradójico es lógico que empiecen a primar, lo que Freud llamaba, mecanismos de defensa. Cuanto más dejás crecer el tema, más difícil son las medidas a tomar. Esto se transforma en una permanencia con una situación en la que es muy difícil vivir. Entonces, lo que uno hace es hacer como que ese miedo no está. Tenemos una realidad y aunque hagamos que no existe, eso no quiere decir que esa realidad va a desaparecer, sino que sigue produciendo efectos todo el tiempo y genera situaciones que nos provocan enojo e inestabilidad. Hay que ver qué es lo que nos pasa a todos con esto, porque el dato más delirante es plantear que esto no existe. Yo diría que es una gama que nos atraviesa a muchos. También hay formas de bajar la guardia, creyendo que esto no me va a pasar o que la voy a pasar bien, o que seguro soy asintomático. Es decir, formas de omnipotencia para poder lidiar con algo muy difícil.
El tema es cómo hacemos para aceptar que nuestra vida está más en riesgo que hace un año y que está totalmente alterada.
APU: ¿Cuánto hay de miedo y cuánto hay de política en esta negación?
DF: Yo te diría que hay más de miedo, y de la incapacidad de lidiar con la situación. Me cuesta entender que se haya colado la lógica de la grieta en una situación de tanto dolor.
Lo que vimos en distintos estudios de opinión es que es muy relativo ese rédito político, porque paradójicamente la mayor parte de la población está de acuerdo con tratar de controlar la situación y establece restricciones. No es que los sectores de oposición están expresando a su electorado. En todo caso están expresando a una parte muy radicalizada de su electorado, con lo cual no creo que esa actitud mezquina sea redituable en términos políticos. Lo vamos a descubrir dentro de unos meses. Lo que, si hay, es un intento de producir lo necesario para que la situación se vaya de las manos. Uno diría que hacer manifestaciones en contra de la presencialidad escolar es casi una contradicción si lo que busca es retomarla. Lo que hay que lograr es que bajen los contagios, para eso hay que quedarse adentro, y si uno sale a hacer manifestaciones, los contagios no van a bajar y la presencialidad escolar no se va a poder recuperar.
APU: En el libro Pandemia, que acaba de publicar, hace lo que entiendo como una crítica al gobierno por haber dejado al cuerpo médico de expertos el compromiso de comunicar a la sociedad cómo manejarse en la pandemia, y deja ver que habría que haber abierto la posibilidad a otros profesionales...
DF: Si, que se abrió, pero muy tarde. Básicamente yo hablo sobre los médicos. Hubo profesionales que tuvieron poca escucha. Por eso trataba de expresar que una pandemia es un fenómeno social. Tiene un origen biológico, pero depende de los comportamientos. Las medidas propuestas hasta ahora, fueron todas cuestiones de carácter social. Entonces lo que yo planteo es: al ser las medidas diseñadas por gente que no conoce la dinámica del comportamiento social, en muchos casos salieron muy mal. Lo que yo digo en el libro es: pusieron todo su trabajo, tiempo y compromiso que es absolutamente valorable, pero el problema fue si tenían las herramientas para pensar la situación. Porque una cosa es un médico en una sala de guardia y otra en el diseño de una cuarentena.
APU: Usted habla de de aplazamiento del deseo del consumo de los ciudadanos. ¿El consumo en algunos momentos estuvo por encima del cuidado?
DF: Hay muchos que lo han planteado, en Página 12 por ejemplo, hace unos días se comparaba oriente con occidente, tratando de mostrar cómo nos ganó la impaciencia. Hay una característica del virus que juega a favor hasta ahora, y con sus variantes inclusive, que es un virus que no vive mucho en promedio. Eso genera que lo que se requiere son políticas estrictas en ese tiempo. SI la persona infectada no puede tener contacto con nadie en determinado tiempo, el virus no se reproduce. Las sociedades que tuvieron esa paciencia, lograron controlarlo. Nosotros estuvimos muy cerca, esto es lo que trato de desarrollar en el libro. Argentina tenía la situación controlada gracias a la cuarentena temprana y los tres focos que quedaban había que controlarlos y nos ganó la impaciencia. En mayo, la situación de control se perdió. Eso muestra el daño que generó la falta paciencia sobre todo en el AMBA.
APU: ¿Esa impaciencia esta segmentada por las clases sociales?
DF: No solo esta segmentada, sino que la impaciencia que nos destruyó fue la de los que más hubieran podido esperar. Pero creo que tiene que ver con cuánto uno está dispuesto a aceptar el duelo, la pérdida, y los sectores que más sufren, no fueron los que perdieron mas rápidamente la paciencia. En los barrios populares donde uno diría que hubiera sido más difícil, estuvieron más organizados. La impaciencia que propagó más el contagio fue la de los sectores que no podían tolerar no poder irse a su casa de fin de semana. Es importante entender que esta incapacidad de aplazamiento tiene que ver con una subjetividad que no tolera ningún esfuerzo, y no son los sectores más golpeados, sino sectores que creen que nunca se justifica que pierdan nada.
APU: En el libro también plantea que parte de la población se manifestó para que los políticos se bajaran los sueldos y que eso generó una ruptura...
DF: Lo que planteo es que fue un punto de quiebre porque en el primer mes y medio, el nivel de apoyo a la autoridad presidencial fue uno de los más altos de la historia argentina, y los sectores de poder concentrado atacaron esa situación a través de la anti-política. Yo planteo en el libro que estoy en contra de bajar los sueldos a los políticos, creo que tienen que ser altos pero que, en esa situación específica, había que aprovechar ese reclamo anti político y utilizarlo para tocar a los sectores concentrados, responder a ese cacerolazo, y que eso fuera la excusa para sancionar la contribución de las grandes fortunas. Se podría haber dicho: se baja el salario político y se lleva a cabo esta contribución de las grandes fortunas. Fue escasa esa contribución para la población. Creo que no haber aprovechado esa circunstancia hizo que volviera a aparecer la grieta y se quebrara el apoyo al cuidado.