Entrevista a Isabel Huala: "Ser mapuche es un orgullo"
Por Emilce Boroni | Revista Mascaró
Foto: Alejandra Bartoliche
Isabel Huala es parte fundamental de las comunidades mapuche que en Bariloche y en otras zonas de la Patagonia vuelven a sus tierras ancestrales, en procesos de recuperación, y le exigen al Estado que respete su cultura. Nada en la serenidad de Isabel anticipa las duras batallas contra el poder judicial argentino y chileno, la violencia policial en las calles de Bariloche, la persecución constante contra sus hijos. Sólo cuando nos adentramos en la charla empieza a tomar forma un relato que muchos prefieren mantener silenciado.
Nos recibe en su casa junto a su familia. Isabel es mamá de seis hijos, se ocupa de la crianza de la más chica mientras lucha por la libertad de Facundo, preso político en la ciudad chilena de Temuco. Recientemente, su hijo Fausto fue liberado luego de haberse presentado en el juzgado de Bariloche.
Ser uno de los testigos clave de la muerte de Rafael le costó a Fausto una persecución judicial durante meses. Finalmente, se desmoronó la versión fogoneada por Patricia Bullrich y quedó demostrado que no tenía armas de fuego, por lo tanto, no hubo un enfrentamiento con el grupo Albatros durante la represión en Villa Mascardi, el 25 de noviembre de 2017.
Por su parte, los Prefectos que dispararon y dejaron el cuerpo del joven tirado durante seis horas en la ruta, están libres. El juicio por el asesinato de Rafael Nahuel sigue su curso. Ahora, Fausto podrá contar su versión, clave, porque él y su compañero Lautaro auxiliaron a Rafael cuando fue baleado.
Isabel Huala no duda un instante, sabe que su familia es el chivo expiatorio que el gobierno eligió como hipótesis de conflicto para desplegar un enorme aparato represivo en la Patagonia y continuar con la larga historia de despojo y privatización de tierras.
Otra de las versiones de la ministra Bullrich que acaba de desarmarse es la que acusaba de terroristas a miembros de la Comunidad Cushamen. La jueza Karina Estefanía absolvió a los acusados en un juicio impulsado por el empresario terrateniente Luciano Benetton y la provincia de Chubut.
Las fuerzas de “seguridad” del Estado continúan con el mismo modus operandi después del asesinato de Rafael y de la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado. Isabel se pregunta si estamos frente a un nuevo caso de impunidad con la desaparición y muerte de Patricio Quintriqueo. El joven mapuche de Villa La Angostura había sufrido una golpiza policial el año pasado. Su padre lo mandó a Bariloche para resguardarlo. Allí desapareció, desde el 1 de diciembre hasta el 13 de enero pasado, cuando la policía lo encontró muerto en el río Manso.
Son muchos los desaparecidos y muertos que no trascienden. Isabel, como tantas mujeres y familias que atraviesan procesos similares de persecución contra sus hijos y casos de gatillo fácil, tiene la capacidad de convertir el dolor y la bronca en lucha y orgullo. En esta entrevista nos cuenta su historia.
¿Cuál es la historia de Cushamen, un lugar poco conocido hasta la desaparición de Santiago Maldonado?
I. H: Es la historia de muchas familias que fueron capturadas y llevadas como mano de obra barata a distintas ciudades. La familia del papá de Facundo habitó la zona de Cushamen por varias generaciones, hasta que fueron arrinconados. Y esas tierras, donde está Cushamen, fueron entregadas a los estancieros ingleses de la Compañía de Tierras del Sur, porque ellos pagaron las armas para la campaña del ejército en el sur.
La conquista no terminó, los empresarios siguen avanzando y despojando al poblador rural. Hoy en día hay gente que no puede entrar o salir de su campo si no le pide permiso al cuidador de Benetton. Esteban Bullrich lo dijo muy clarito: la conquista del desierto continúa. Por eso está preso mi hijo Facundo y persiguen a mi otro hijo, Fausto, testigo de la muerte de Rafael Nahuel, sabiendo que el asesino es un Prefecto.
Nosotros seguimos teniendo conciencia y dignidad como pueblo mapuche. Muchos de nuestros abuelos se sacrificaron siendo obedientes para que hoy podamos estar vivos y defendiendo nuestro pueblo.
¿Cúando comienza la persecución contra Facundo?
I. H: Hay un antes y un después con todo lo que pasó con Facundo, antes ser mapuche era motivo de vergüenza, ahora es un orgullo. Facundo fue el indiecito folclórico, cuando recién empezaba a encontrarse y reconocerse con el pueblo mapuche, pero ya en la adolescencia deja de ser el indiecito de la postal y empiezan a perseguirlo. Él estaba tomando conciencia de la lucha de nuestros antepasados, acercándose a distintas comunidades en conflicto. Empieza a poner el cuerpo en muchas luchas territoriales de la zona y a participar de las marchas contra la megaminería en Esquel. Su conocimiento no vino sólo de los libros sino de las charlas con sus abuelos, quienes le enseñaron la lucha mapuche.
A los quince años Facundo empieza a ser un perseguido político, primero del Estado argentino, y después, del Estado chileno. La primera vez que cae preso es en Chile, cuando matan a Matías Catrileo. En ese entonces, Facundo acompaña a la familia de Matías en una marcha y ahí es donde lo detienen junto a otras personas. Luego lo dejan en libertad pero haciéndole firmar algunas condiciones, que no participe en ninguna actividad de tipo político, entre otras cosas. Yo viajé a Temuco en esa oportunidad y estuve conviviendo con la mamá de Matías Catrileo, apoyándola en su dolor, habían matado a su hijo de un disparo por la espalda, como a Rafael.
Después de un tiempo, Facundo vuelve a Chile y va a la casa de la machi Millaray a buscar medicinas. Ahí es cuando lo culpan de incendio. Resulta que había un asesor político, Raúl Aragón, que había hecho circular un alerta sobre posibles incendios en el sur de Chile a manos de "indigenistas violentos", y lo nombraba a Facundo. Pero el supuesto incendio del que lo culpan sucede unos días después de que circulara eso en los medios, ¿cómo sabían antes los asesores políticos? Luego empiezan a salir por los medios distintos funcionarios acusando a Facundo, diciendo barbaridades. Es claro: Facundo era el chivo expiatorio.
Hoy Facundo está detenido pero ¿dónde están las pruebas de que él haya hecho todo lo que han dicho? Hubo dos juicios por la misma causa cuando las leyes argentinas no lo permiten. La ONU le exigió al Estado argentino que no extradite a Facundo y lo extraditaron igual por decisión de los presidentes. Ahora los jueces le dieron nueve años de condena, cuando a los demás lamien (compañeros) quedaron sobreseídos.
¿En qué se basan los jueces para condenar a Facundo?
I. H: No hay nada contundente. Ni siquiera la víctima que supuestamente los vio pudo identificar a Facundo, señaló a mi otro hijo porque estaba con trarilonco (poncho), pero estábamos en el público. Y si hubiese habido otro lamien con makun y trarilonco hubiese señalado a otro. Todas las víctimas tenían un discurso aprendido y se notaba en el momento de declarar. Hasta le preguntaban al fiscal si lo que estaban diciendo estaba bien o no. El juicio también se basa en investigación de la inteligencia, que supuestamente es secreta, ahí hay una irregularidad muy grande en la justicia chilena.
Como madre, no me voy a quedar tranquila, la vamos a seguir peleando, en la Corte Suprema y en cada instancia. De nuestro lado, tenemos el apoyo de organismos de derechos humanos de ambos países y veedores internacionales. A pesar de que los grandes medios dicen que los mapuche no nos ponemos a derecho, eso no es verdad, siempre hemos ido a declarar cuando nos han citado.
¿Cómo fue tu proceso personal de reconocimiento como mapuche?
I. H: Viví toda mi vida en Bariloche. En la adolescencia quería ser parte de esta sociedad, pero nunca encajé. Algo muy fuerte para mí fue ver la película Pacto de Silencio (sobre la ideología nazi de la comunidad alemana en Bariloche). Fuimos invitados a su estreno en el cine de la ciudad. En ese documental vi mucha gente conocida que para mí era buena gente, con la que mi papá se relacionaba. ¡Priebke mismo! Era nuestro vecino. Fue un balde de agua fría y entendí muchas cosas, entendí por qué no encajaba en esta sociedad. Cuando era joven soñaba con tener un negocio en la calle Mitre, es la fantasía que tiene mucha gente humilde. El proceso de reconocernos como mapuche vino años después, cuando algunos integrantes de la familia comenzamos a reconstruir nuestra historia.
Acá hubo mucho pionero que bajó del barco, el indio no entraba en los papeles. Mi papá, Aurelio Huala, era técnico mecánico, electricista, trabajó en el primer taller que hubo en Bariloche, también hacía un poco de periodismo en la radio LU8, era peronista, tocaba la guitarra y cantaba. Pero nunca encajó en ningún lugar, él era “el indio Huala”. Mi familia no está en la historia de Bariloche. En cambio, aparece nuestro apellido en una nota policial: la masacre de Foster Rojas, en 1927. En ese hecho, la víctima fue mi bisabuela, la mataron por la espalda con un niño en brazos. Ya en esos tiempos mandaban al ejército a desalojar para quedarse con las tierras. Hubo familias que pudieron resistir, como la comunidad Ranquehue que sigue conservando su lugar. Las mujeres, sobre todo, resistieron por más que el ejército les voló la casa, los galpones, les mató a los animales. Pero la mayoría de las comunidades fueron expulsadas.
Actualmente estoy en una recuperación territorial que es el lugar donde crecieron mis abuelos y estaba en manos del ejército. La historia de mi familia no figura en la historia de Bariloche, es como si no existiera. Esta es la parte que me toca a mí, volver al territorio, recuper lo que es de mi familia, y junto con ello, nuestra forma de vida.
¿Cuál es el reclamo principal hacia el Estado argentino?
I. H: Nosotros pedimos que se respete la autonomía de cada comunidad, ¿por qué no podemos vivir dignamente como mapuches? No queremos una república aparte, queremos los territorios aptos. Nos despojaron de todo, ahora nosotros recuperamos para poder vivir en donde nos corresponde y que no le sigan entregando las tierras a empresas extranjeras. Hemos aprendido a respetar las leyes, las ciudades, nos relacionamos con las instituciones estatales, tenemos documento, pagamos impuestos, pero les pedimos que nos dejen vivir armónicamente a nuestra manera.
Hay organismos dentro del Estado que podrían hacer su trabajo y no lo están haciendo. Cuando se hizo la mesa de diálogo por la represión a la Lof Lafken Winkul Mapu, el INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) vino a presionar a la comunidad, en lugar de brindar apoyo y ver la manera de dialogar, en ese caso, con Parques Nacionales. El estado tiene sus instituciones y sus leyes pero no las cumple. Y por encima de las leyes hay tratados internacionales que nos amparan pero tampoco se cumplen. Hay un plan sistemático de terrorismo de los estados capitalistas, neoliberales, como le quieran llamar, y de las empresas multinacionales. No es casualidad que asesinen a Berta Cáceres en Honduras. Estamos en una época de incertidumbre en la que las leyes son sistemáticamente incumplidas.
Nombraste a Berta, referente en las luchas territoriales y también en la lucha de las mujeres indígenas hondureñas.
¿Cómo ves la participación que están teniendo las mujeres mapuche, y de otros pueblos, en el ENM y en otros espacios feministas?
I. H: Me parece importante la participación y la propuesta de nombrarlo “plurinacional” porque eso significa que todas las naciones originarias de este territorio tienen su espacio en el Encuentro. Debemos hacer lucha común con muchas mujeres que sufren violencia, yo también viví violencia de género y otras mujeres que conocí. Hace un año apareció muerta en un arroyo Ailén Coronado, una chica que vivió conmigo. Al hombre que estaba con ella (Diego Maldonado) le dieron prisión domiciliaria, pero le han sacado fotos en partidos de fútbol.
Como pueblo mapuche no hablamos de feminismo y de machismo, pero sí está muy marcado en nuestros compañeros el machismo, porque vivimos dentro de este sistema. Hace poco fui invitada a una charla de mujeres. Desde mi experiencia puedo decir lo que significa la autonomía de la mujer: aprender a valorarse y saber que podemos hacer las cosas por nosotras mismas. Muchas mujeres se casan para salir de la casa y que alguien les dé sustento. Es triste, yo también lo hice. Cuando me separé del padre de mis hijos pasé a ser de una clase social baja. Crié a mis hijos sola, fue difícil pero no imposible. Nosotras podemos ser independientes, y podemos criar hijos no machistas.
* ACLARACIÓN: La entrevista fue realizada antes de iniciarse el juicio contra la Lof Cushamen