Estación Darío y Maxi: 22 años de un espacio de lucha y memoria
Durante las movilizaciones del 26 de junio de 2002 se producirían los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. A 22 años de los hechos conocidos como “Masacre de Avellaneda”, familiares y compañeros siguen reclamando el juzgamiento de los responsables políticos de la represión. Esta vez, por decisión de las organizaciones, no se llevó a cabo la tradicional vigilia en el Puente Pueyrredón, aunque sí se llevó a cabo una jornada cultural, encabezada por la banda La Delio Valdez. Hubo distintos paneles, mesas gráficas, muraleadas, ollas populares y asambleas, entre otras actividades.
Ese día marcó el principio de cierre de una crisis institucional que el país padecía desde la década del noventa y que se había agravado en diciembre del 2001. Kosteki fue herido de muerte en la Estación Avellaneda -hoy Estación Darío Santillán y Maximiliano Kosteki- y Darío, al volver para reclamar por la vida de ese pibe que no conocía, fue asesinado por la espalda por la policía bonaerense. Si bien el papel de los fotógrafos fue determinante para el curso de la investigación, las autoridades insistieron en la versión de que las muertes se debían a una interna piquetera, aunque nunca logró ser instalada.
Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta fueron condenados a cadena perpetua, aunque la sentencia recién quedó firme en 2016. Los agentes Félix Vega, Carlos Quevedo, Mario De la Fuente, Gastón Sierra y Lorenzo Colman recibieron diversas penas por distintos grados de encubrimiento. A su vez, las familias de Darío y Maxi señalan a distintos funcionarios: Eduardo Duhalde y Felipe Solá, cabezas del Ejecutivo nacional y provincial; Jorge Vanossi, ministro de Justicia que impulsó la denuncia contra los movimientos piqueteros; Alfredo Atanasof y Jorge Matzkin, jefe de Gabinete de ministros y responsable de Interior; Carlos Soria y Oscar Rodríguez, titulares de la Secretaría de Inteligencia; Juan José Álvarez, secretario de Seguridad y responsable del operativo, al que se suma Luis Genoud, a cargo de la misma cartera pero en la provincia de Buenos Aires.
Al mes de los hechos, en julio de 2002, desde el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) - Aníbal Verón, lo que más tarde sería el Frente Popular Darío Santillán, comenzaron a pensar otras formas de expresión, más allá de las movilizaciones y los actos. A partir de allí surgieron varios murales. El primero, llamado “Trabajo, dignidad y cambio social”, se encuentra en la subida al Puente Pueyrredón. Otro, tal vez el más conocido, está frente a una de las bocas de acceso a la estación. El dibujo -que ilustra la nota-, de la artista y militante Florencia Vespignani, está inspirado en el poema “Mano con mano” de Manuel Suárez y en una de las fotografías de José “Pepe” Mateos que capturó a Darío cubriendo a Maxi. De un lado, el brazo frente a la represión, del otro, la mano a los caídos.
Vespignani es docente en escuelas públicas del sur del conurbano. Conoció a Darío en las asambleas del Movimiento La Patria Vencerá durante los años noventa, luego migró al MTD. Estuvo presente el mediodía de la Masacre. Las intervenciones artísticas, con el correr de los años, cambiaron la fisonomía del espacio. Lo resignificaron. De esa manera, la estación se convirtió no sólo en un espacio de lucha sino de memoria. Sus paredes son retazos de distintos hitos de la historia de las organizaciones populares que cualquiera puede vivenciar. A su vez, tanto “Darío y Maxi: Dignidad piquetera”, sobre la planificación de la represión, como “Gráfica política”, que recupera ilustraciones de la artista, ambos libros de Editorial El Colectivo, están disponibles en versión digital para su libre acceso.
A 22 años, la estigmatización, represión y persecución de los militantes y las organizaciones sociales está más presente que nunca, sobre todo a partir de la aprobación de la Ley Bases a pedido de Javier Milei. En ese contexto, AGENCIA PACO URONDO dialogó con Flor Vespignani para profundizar sobre las intervenciones artísticas de la Estación Darío y Maxi.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo surgió la idea de los murales?
Florencia Vespignani: En el primer aniversario empezamos a pensar la idea de expresarnos con otras formas que no sean sólo la movilización y el acto. No reemplaza a la calle, pero sí le va sumando otros significados y otra simbología. Al mes de los asesinatos se hicieron dos murales que todavía están. Uno en la estación, que es el que está arriba de la canilla en el patio, donde cae Darío, ahí se hace un mural con sus caras. Ese lo hicieron compañeros de Florencio Varela con algunos que trabajaban más la plástica. Además, en el árbol que está en el patio descubierto de la estación, se instaló un monolito, que este año se lo recubrió y quedó muy lindo, junto a una placa, que fue un envío de los trabajadores de ex Zanon.
Por otro lado, se empezó ese día el mural del Puente Pueyrredón, pero se terminó los primeros días de agosto. Convocamos a un grupo de muralistas. Yo, más que nada, participé organizando las jornadas. Todo se fue definiendo entre los compañeros del MTD de Lanús y la Verón y fuimos definiendo también qué imágenes. Queríamos, sobre todo había mucha necesidad, resaltar la cara de los compañeros. Por eso esos dos primeros murales tienen una impronta muy fuerte del retrato de Darío y Maxi.
APU: Otro mural conocido es el de Darío cubriendo a Maxi.
FV: Esa imagen, que es el dibujo que hice de Darío con la mano levantada, está inspirada en una de las últimas fotos de Darío y Maxi, con Darío sosteniendo la mano de Maxi y con la otra diciendo “paren” porque ya entraba la policía. Si bien me inspiré a nivel visual en esa imagen, más que nada fue un poema, que se llama Mano con mano, y para mí fue muy fuerte. En el dibujo están las manos agrandadas, por el nombre y porque hace referencia a las manos de los dos. Si bien de la foto tomé la forma o el momento, más que nada fue ese poema lo que inspiró. Ahora está en Córdoba porque es parte de una muestra de arte político a partir del 2001 que se inaugura el 29 de junio.
Es un dibujo muy pequeño hecho en una hoja A4 con lápiz, pero después se empezó a reproducir indefinidamente en un montón de formatos. Primero fue esténcil, luego mural, y está en la estación. Compañeros de dos herrerías de los MTD lo hicieron en hierro y está soldado al puente ferroviario, con una frase que Darío escribía mucho en los márgenes de los cuadernos, que es del Che: “Sentir la injusticia como propia en cualquier lugar del mundo”. En muchísimos lugares se tomó esa imagen, fue remera, bandera y mural que se hizo muchas veces con distintas personas, pero quedó la impronta de ese dibujo.
APU: ¿Qué significa para ustedes que estén ahí?
FV: Ya en el primer aniversario al año se empezó a trabajar esa idea de la estación como un espacio de memoria y nosotras la tomamos. Como el 26 se hacía el acto, que era y sigue siendo masivo, de todo el arco de organizaciones en ese momento piqueteras, movimientos sociales y otras que se fueron sumando, como Frente Darío Santillán nos reservamos el 25 de junio, que empezamos a llamar Jornada cultural por Darío y Maxi. Durante todo el día se hacían actividades artísticas de diversos lenguajes en la estación y terminaba con una vigilia, se acampaba abajo del puente y se esperaba el 26 para la movilización y el corte del puente.
Como estaba fuerte el tema de la vigilia, fue surgiendo la idea de estar acompañándola con actividades culturales, pero también fue tomando forma la idea de la estación como un espacio de memoria a cielo abierto. Un espacio público que se fue modificando mucho en función de esta lucha. Se instalaron murales de cerámica, se hacen permanentemente otro tipo de murales, se instalaron esculturas que hay ahora en el patio. Es un espacio también muy abierto a cualquier persona que se suma. De hecho, hay quienes vienen el 25 y ya hace años que siempre traen algo para instalar, alguna pegatina o idea de mural.
APU: ¿Qué otras actividades se llevan a cabo?
FV: Hay muchas. Hay un taller de cerámica autogestionado. Al lado había un terreno baldío, que en un momento se ocupó y se pidió de diversas formas, y se construyó un anfiteatro donde los compañeros que ahora están en la UTEP tienen un taller de un polo textil. Hay máquinas de coser y abajo un espacio, que ahora está cerrado, para cocinar. La idea es hacer actividades, desde reuniones políticas y asambleas hasta charlas, debates, y música. Los 25 se arma un escenario afuera y vinieron muchísimas bandas a solidarizarse con la causa. Estos años hubo muchas murgas. Con el tiempo se fue generando también un espacio para que las infancias no sólo estén sino que puedan participar y producir.
Maxi dibujaba y escribía poemas, entonces se reivindicó eso. Pasó de todo por la estación, desde cosas para el momento con una durabilidad corta, como una pegatina, o que pudieran quedar más instaladas, por eso la cerámica, que es un material que dura muchísimo. Los murales se han renovado, más que nada en los andenes. El espacio se va renovando por la perdurabilidad de las obras, o no, pero también se va renovando de luchas. Está presente Mariano Ferreira, fue atravesado por la lucha feminista, y da cuenta de eso. En el andén hay un mural por el derecho a migrar que se hace en enero como homenaje a una compañera. Han venido de muchos lugares a dejar su impronta, su mística, sus símbolos y también su aporte a mantener el espacio.
APU: ¿Cómo vincula su actividad con la militancia en general?
FV: En tanto tiempo siempre pienso que se compaginó. Todas las actividades culturales y artísticas que se desarrollan en la estación son parte de un movimiento mucho más amplio que sostuvo y sostiene la lucha por la memoria de los compañeros. Durante los primeros años tuvo una fuerte impronta la denuncia de los responsables políticos, porque en 2005 se condenó a los responsables materiales, que desde el inicio estuvieron señalados. El trabajo de los reporteros gráficos fue muy valioso, tanto los que estaban en medios grandes como los que estaban en medios independientes que también jugó un rol importante, porque fueron parte de la causa.
Si bien el operativo era de las tres fuerzas, con Prefectura y Gendarmería, los que dispararon plomo fueron los policías bonaerenses. Nosotros durante muchísimos años, y hoy todavía, seguimos reclamando por la responsabilidad política. Durante los primeros años de esa producción, sobre todo visual, tenía la idea de denunciarlos a ellos. Duhalde, Solá y Atanasof, entre otros que tenían cargos y que fueron parte de ese plan, que denunciamos en el libro “Dignidad Piquetera”, de estigmatizar primero, reprimir y acusarnos a nosotros, como ahora, de desestabilizar el gobierno.
APU: ¿Encuentra similitudes?
FV: Tiene una lógica similar, demonizarnos y acusarnos, evidentemente era la intencionalidad que aparezcan personas asesinadas. Hubo 33 heridos de plomo, obvio lo peor que nos tocó es el asesinato de personas, que no tiene vuelta atrás, hubo intencionalidad de matar. Por eso desde el primer momento lo denunciamos y denunciamos a los responsables políticos porque, si bien al principio quisieron zafar diciendo que era un loco suelto el que disparaba, nosotros demostramos que no en el libro.
Hay documentales, películas, muchos registros sobre lo que era una planificación, entonces la parte sobre todo la visual y gráfica durante mucho tiempo estuvo apoyada en denunciar a los responsables políticos. Hicimos siluetas con los policías disparando, pero con la cara de los responsables políticos, infinidad de pancartas enormes que se colgaron del puente, que ya no están sino sólo en registro fotográfico pero durante los primeros años apuntó a fortalecer y visibilizar la causa legal y la denuncia política de los responsables.
Hoy con el tiempo va modificándose, pero sigue fuerte la impronta de mantener la memoria de los compañeros. El gesto de Darío de quedarse hasta último momento con el herido, sabiendo que estaban disparando plomo. Su asesinato se produce cincuenta minutos después de que hayan despejado el puente, así que es claro que fue con intencionalidad de matar y por la forma letal en que le disparan. No había forma en que se salvara porque era un perdigón de plomo a metros de la espalda a la altura del sacro. De los heridos podría haber muerto otro compañero. La intencionalidad era matar, estaba clarísimo.