Zulema no se calla: denuncia por torturas y violación a policías de Moreno
“Mi mamá estaba tirada en una esquina de la casa, desnuda, sangrando, en estado de inconsciencia. La habían asfixiado con una soga”.
“El 16 de noviembre es el día de mayor terror que tuve en mi vida”, comienza el relato Rulo, hijo de Zulema Soto en diálogo con En Tránsito. “Cerca de las 11 de la mañana entran a mi casa cuatro policías de la local”. Dice cuatro policías, no duda. “Mi vieja estaba sola. Le pedían que les entregara la plata. Ella dice que no hay nada, que se vayan. Cuando intenta agarrar el celular, uno la golpea en la mano y otro, a punta de pistola, la empieza a amenazar: ‘donde está la plata, te vamos a matar’”. Zulema quiere defenderse. Toma un cuchillo pero es inútil. “Estos muchachos tenían chalecos antibalas, estaban equipados”. La golpean en la cabeza “con el bastón que usan los policías”.
La mujer tenía en su casa varias botellas. Por esos días, hacía vasos artesanales para vender en la feria de Francisco Álvarez. “Los tipos rompen unas botellas y la empiezan a cortar. La torturaron. Le decían ‘ahora tenés que gritar, y no gritas’”. La violaron. “Ella dice que en ese momento se va mentalmente. Cuenta que estaba con su papá y que despierta al rato. No sabe cuánto tiempo habrá pasado”.
Hacia las 14 horas, otro de los hijos de Zulema ingresa al domicilio. Encuentra la casa revuelta. Su mamá estaba en una esquina, desnuda, sangrando, en estado de inconsciencia. “Estaba asfixiada porque le habían atado una soga al cuello”. La reanima. “No se podía mover. Le dejaron una zanahoria dentro de su cuerpo. La empalaron”. Rulo no escatima ningún detalle. “Lo que sufrió mi vieja fue tortura. Una bestialidad. Buscaban un dinero que nunca existió”.
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“En la Comisaría 1ra. de Moreno la policía no me tomaba la denuncia si yo no decía el monto del plazo fijo. Entre nervios y la necesidad de realizar el trámite en el banco doy la suma. A los dos días sucede esto”.
Dos días antes, Rulo y su hermano fueron al Banco Nación de Moreno a retirar 50 mil pesos para concretar la compra de un automóvil. Tenían prevista llevar el dinero a una concesionaria que estaba a 500 metros del banco. Sin embargo, a cinco cuadras del lugar, son interceptados por tres hombres que les roban el bolso. En ese instante llaman al 911. “A los quince minutos se acerca un patrullero. Les comentamos qué había pasado y sale atrás de los chorros”. Rulo y su hermano deciden ir a la Comisaría 1ra. de Moreno a asentar la denuncia. “Allí nos separan. A mí me dejan en un cuarto y a mi hermano en otro”.
Además del dinero robado, Rulo mencionó que en el bolso había un comprobante de un plazo fijo. Lo denuncia porque luego debería tramitar la renovación del comprobante en el banco. Pero no detalla la suma de dinero disponible en esa cuenta. El policía insiste en preguntar por el monto. Rulo se niega a dar más información. El policía, entonces, se niega a tomar la denuncia. “No me tomaba la denuncia si yo no decía el monto”. En ese instante, llega Zulema que, preocupada al enterarse del robo, decide acercarse a la comisaría. Rulo explica que, ante la inacción policial, Zulema comienza a reclamar “en voz alta”. A los gritos. La familia vincula ese episodio con el que vivió Zulema en el ataque en su casa, mientras le decían “ahora que tenés que gritar, no gritas”. Finalmente, “entre los nervios y el dolor de huevos que significa realizar el trámite en el banco”, el joven brindó información del dinero. “A los dos días, sucede esto”. La familia insiste en que únicamente la policía de Moreno tenía información del plazo fijo y sobre lo que había ocurrido días atrás en la Comisaría.
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“Como familia tenemos miedo. El viernes pasado, al salir de la DDI Moreno – General Rodríguez, pasa una camioneta y desde su interior nos apuntan con los dedos, como si nos fueran a disparar”.
La denuncia fue radicada en la UFI n° 3 del Departamento Judicial de Moreno – General Rodríguez con intervención del Juzgado de Garantías Nº 1. El robo inicial se investiga bajo la IPP 23640-17 y la tortura y violación a Zulema bajo la IPP 23604-17. La familia reclama que se investigue a la policía de Moreno y denuncian que la justicia los está “boludeando”. Por eso lo hicieron público a través de las redes sociales y realizaron dos movilizaciones por el centro del distrito. La fiscalía insiste en que podría tratarse de “delincuentes disfrazados de policías”. Pero Zulema está segura y lo grita: son policías. “Mi vieja realizó los identikit y le ofrecieron hacer un reconocimiento fotográfico entre muchos delincuentes. Pero ella quiere ver las imágenes de la policía. Nos dicen que no se puede, que lo que podrían hacer es enviar ese material a cada oficial de alto rango para que ellos vean si dentro de sus destacamentos hay alguien con los mismos rasgos y de ahí comenzar la punta de la investigación”. Es decir, dar la investigación de una denuncia contra efectivos policiales, a la misma policía. “La peor tomada de pelo. Se ríen en nuestras caras. Por eso decidimos empezar a hablar”.
Hablar tiene su costo. Denunciar a la policía, también. “Como familia tenemos miedo. Nos fuimos de nuestras casas. Mi hermano recibió amenazas y a mí me sacaron fotografías”. El viernes pasado la familia asistió a la DDI de General Rodríguez para revisar los videos de las cámaras de seguridad del banco. “Al salir, pasa una camioneta y desde su interior nos apuntan con los dedos, como si nos fueran a disparar”.
Zulema Soto grita. Zulema Soto no se calla. “Está con el pecho en alto. Ella quiere pelear. No solo por ella, sino para que no le pase esto a ninguna mujer más”.
* Artículo publicado originalmente en el portal de FM en Tránsito