El aporte de Perón a la ciencia y la tecnología

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50 AÑOS SIN PERÓN

El aporte de Perón a la ciencia y la tecnología

01 Julio 2024

La figura del General Juan Domingo Perón es omnipresente en el campo de la política argentina. No se necesita ser peronista ni partidario del justicialismo para dar cuenta de la importancia que tiene para este país. Se debate desde el más férreo vigor en la defensa de sus valores hasta los más innobles sentimientos humanos que intentaron por fuerza y brutalidad desaparecer su nombre.

Por ejemplo, por mucho tiempo, a través de un Decreto – Ley (4161/56) firmado por 19 militares en nombre del “sentimiento democrático del pueblo Argentino”, todo lo que tuviera que ver con Perón fue impronunciable –so pena de “prisión de treinta días a seis años y multa de m$n: 500 a m$n. 1.000.000” –. Y durante muchos años, varias décadas, parte del legado de este insigne político nos ha sido vedado al conocimiento, pero aun cuando lo hemos hecho desde las mismas filas, por o bien el desconocimiento o bien por entretejer una discursiva que no nos permite asumir la complejidad de un dirigente atravesado por tiempo y sangre.

Me centraré muy en particular en aspectos relativos al campo de la ciencia y la tecnología, y sólo traeré una línea de reflexiones y citas que en esta agencia Paco Urondo ya hemos abordado.

En el año 2014 “a partir de la referencia a los documentos existentes [se reconstruyó] lo que fue la obra en ciencia y técnica del gobierno de Juan Domingo Perón, en la década del ’50”. Para ello se hacía referencia a la ironía borgeana, sobre el rigor (de la ciencia) exigido al peronismo, que es tal que el geógrafo construirá un mapa tan riguroso que debe posar sobre todo el propio territorio que describe. Decíamos entonces que el “«rigor de la ciencia» viene ocluyendo (al borde la sistematicidad) el estudio de aspectos positivos enmarcados dentro de ese “resbaladizo” fenómeno llamado peronismo”.

Y también enumerábamos algunas de las creaciones de ese gobierno peronista, tales como la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), considerada al día de hoy como una de las nueve entidades académicas en ciencias nucleares con mayor prestigio a nivel mundial (Decreto N° 10936/1950); la Dirección Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (Decreto N° 13443/1950); el Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (Decreto N° 9695/1951).

Entre otras cosas, este Consejo es el antecedente inmediato (y pocas veces nombrado) de lo que hoy se conoce como Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), y entre otras funciones fundamentales tuvo a su cargo la concreción del “Primer Censo Científico Técnico Nacional. Era indispensable saber quiénes, qué, dónde, cómo y con qué se investigaba en nuestro país, tanto en lo privado como público [...] De esa consulta y sus conclusiones, se decidió dar prioridad al estímulo de la formación de dos disciplinas hoy privilegiadas en todo el mundo moderno: física y química en la enseñanza secundaria” y cuya implementación se ligaba a las necesidades del Segundo Plan Quinquenal.

Poco antes del derrocamiento de Perón se daba comienzo a una nueva era en la investigación en ciencias físicas en Argentina con la creación de lo que hoy se conoce como Instituto Balseiro.

Al día de hoy tenemos la suerte de contar con la prolífica obra de Hernán Comastri sobre peronismo, Perón, y la relación establecida en el campo de la ciencia y la tecnología. En particular, en su “tesis doctoral [se] observó el diálogo de la imaginación técnica popular con la experiencia peronista de 1946-1955, y particularmente las distintas formas en que la inventiva popular se expresó a través de «descubrimientos», teorías e inventos ofrecidos a Perón a través de cartas enviadas por la ciudadanía. Éstas abarcaron temáticas tan diversas como las nuevas formas del transporte, una relectura del territorio nacional, el fenómeno OVNI, la energía atómica y la relación de las clases populares con los universitarios y científicos durante las décadas del cuarenta y cincuenta”.

Por último, creemos “que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobre-estimación de la tecnología, y la necesidad de invertir de inmediato la dirección de esta marcha, a través de una acción mancomunada internacional”. Aquí el principio rector de/para nuestra época, que hace 52 años lo enunció como legado el General Juan Domingo Perón.