“Perón imitó a Belgrano en el desarrollo de políticas de educación y ciencia”
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué importancia tiene el desarrollo de la ciencia y la tecnología para el desarrollo de una nación?
Carlos Della Védova: En su sentido más amplio el conocimiento ayuda a la comprensión de todo lo que nos rodea. Su valor está profundamente ligado a la naturaleza de los seres humanos. Grandes civilizaciones del pasado se reconocen y admiran por sus desarrollos, sus aportes, su legado. También durante el presente, por ejemplo, uno de los hechos resonantes fue el alunizaje de una nave espacial de India a la Luna. El discernimiento de hechos es fascinante, allí están los inagotables pilares de la curiosidad humana, la ciencia y la investigación, por su parte, abarcan preguntas que van desde las partículas subatómicas hasta lo ilimitado. Vivimos en la sociedad del conocimiento, una sociedad sin ciencia, investigación y tecnología sería muy difícil de imaginar.
Esta sinergia debe propender a que el disparador de los desarrollos, adelantos y logros estén básicamente originados, para nuestro caso, hacia el pueblo argentino que es quien nos nutre. El comienzo de la cadena de tracción debe estar allí como para definir las políticas científicas y tecnológicas. Es trascendental el cultivo de las ciencias básicas como sustento de conocimientos dinámico y continuamente variable. Sin embargo este no es el objetivo último en el que las líneas editoriales de las revistas son finalmente las que determinan qué es lo importante. En este momento la Argentina ha aceptado el desafío de agregar ladrillos de soberanía a partir del abordaje de varios grandes temas, la transición energética, el cambio climático, la exploración de recursos energéticos, el corrimiento de las áreas sembradas a través de variantes de soja que son más resistentes a suelos secos. En este punto la contribución de las Ciencias Sociales es central. El capitalismo crudo puede llegar a generar problemas éticos que violan la esencia del objetivo generando hechos desagradables desestimando elementales normas de justicia y humanidad. La generación de capacidad científica, y de desarrollo tecnológico deben estar entrelazados con normas éticas y conductas justas, muy bien comprendidas y articuladas por nuestros recursos humanos provenientes de las Ciencias Sociales.
APU: ¿Qué reflexión puede realizar sobre los dichos del candidato Javier Milei en relación al CONICET?
CDV: Vivimos en la sociedad del conocimiento. Y son la ciencia y la tecnología las impulsoras del mismo. Hemos dejado prácticamente de ser analógicos para convertirnos en seres digitales. Es un cambio notable en el que ha habido una reconfiguración de las formas en la que se recibe la información y, en ciertos casos, el conocimiento. La democracia se encuentra en riesgo, cada ser con un celular está perfectamente caracterizado y por ende existe la posibilidad de que reciba informaciones parciales (a veces engañosas) que tensionan sus creencias anteriores. Evidentemente resulta de importancia para la política y la sociedad civil que se encuentre una metodología que se sitúe fuera de la arbitrariedad para que sean cuestiones metodológicamente comprobables las que sean suministradas como insumos de información.
APU: ¿Qué papel ha tenido el peronismo a lo largo de la historia en relación al desarrollo de la ciencia y la tecnología?
CDV: El mayor éxito de la gestión del peronismo fue seguramente el de la distribución de las proteínas para su población, especialmente para los niños “los únicos privilegiados”. Juan Perón sostenía también la idea que la mejor manera de honrar a un prócer era la de imitarlo. Y la honra a Don Manuel Belgrano la construyó a través de las políticas llevadas adelante en relación a la educación pública, a los organismos de ciencia y técnica fundados durante sus gobiernos y a toda la labor concentrada en la convocatoria de prominentes científicos a nuestro país durante sus mandatos.
Es así que varias de las medidas implementadas durante sus primeras dos presidencias sirvieron para modificar varios de nuestros porvenires. Durante 1948 crea la Universidad Obrera Nacional, que luego tomó el nombre de Universidad Tecnológica Nacional. El 22 de noviembre de 1949 estableció la educación universitaria gratuita. El 17 de mayo de 1951, mediante el decreto 9695 creó el CONITyC (Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas). Un enroque de letras lo transformó en el CONICET refundado por Bernardo Houssay en 1958 durante el gobierno de la autoproclamada Revolución Libertadora. El CONITyC no fue solamente un ensayo de deseos. Varios organismos relacionados legitiman la amalgama política y del impulso hacia la amplificación de la Ciencia y de la Técnica como para sentar presencia en la sociedad del conocimiento. Antes de su fundación, durante el año 1950, había sido creada la Dirección Nacional de Servicios Técnicos. También durante 1950 creó por decreto 10398, nada menos que la Comisión Nacional de Energía Atómica, la CONEA. Y también en 1950 comenzó a funcionar la Dirección Nacional de Investigaciones Técnica y Científicas. El Antártico, el Instituto Antártico Argentino, fue creado un mes antes que el CONITyC, el 17 de abril de 1951.
Durante el primer gobierno de Perón en 1948 también se creó el Plan Analítico de Construcciones Universitarias para armonizar las construcciones y en 1949 una Subsecretaría Universitaria dependiente de la Secretaría de Educación. Se fundaron 14 nuevas facultades en las 5 universidades existentes, en la UBA comenzó a funcionar la carrera de Odontología, Arquitectura y Urbanismo. Se fundaron una innumerable cantidad de Institutos en todas las facultades. En la Facultad de Filosofía y Letras se creó el Instituto de Filosofía (1947), el Instituto de Geografía (1947) y el Instituto de Ciencias Antropológicas (1948). Durante 1952 se formó una Comisión Honoraria Pro-Restauración del Pucará de Tilcara, con el objetivo de instalar un museo arqueológico y una residencia para estudiantes y profesores.
APU: Además. existió la colaboración de científicos internacionales relevantes...
CDV: Con esta base varios científicos internacionales fueron invitados para unir sus esfuerzos y trabajo en nuestra Argentina, durante una época geopolíticamente cambiante, es decir, a continuación de la segunda guerra mundial. Uno de los más conocidos y difundidos fue Ronald Richter, impulsor del famoso proyecto “Huemul”. Esa presencia podría caracterizarse como un revés, pero otros proyectos fueron más que exitosos como el de Kurt Tank, quien tuvo a cargo el desarrollo del avión Pulqui causando un desarrollo formidable en la industria aeronáutica. El caso de Werner Karl Heisenberg, premio nobel de Física de 1933 por el desarrollo del principio de incertidumbre es interesante y estuvo muy cerca de desempeñarse en nuestro país. Si bien Heisenberg aceptó la propuesta, su llegada a la Argentina se vio frustrada, se le negó el permiso de salida desde los EEUU.
En la ciudad de La Plata Hans Joachim Schumacher fue el impulsor de la fisicoquímica, semilla extendida en la actualidad a todo nuestro territorio. El Dr. Ramón Carillo expandió hacia lo incontable sus conocimientos como neurólogo, cirujano y especialmente médico.
La Constitución de 1949 y, en particular, su Artículo 40 representa el sustento de la política científica soberana tendiente a lograr la felicidad del pueblo y la grandeza de la República. Una de sus partes es ejemplificadora en tal sentido: “Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedad imprescriptibles e inalienables de la Nación, con la correspondiente participación en su producto que se convendrá con las provincias. Los servicios públicos pertenecen originariamente al Estado, y bajo ningún concepto podrán ser enajenados o concedidos para su explotación. Los que se hallaran en poder de particulares serán transferidos al Estado, mediante compra o expropiación con indemnización previa, cuando una ley nacional lo determine.”