"Podemos pensar en tener una vacuna propia gracias a lo que hizo Argentina en ciencia y tecnología entre 2003 y 2015"
Por Enrique de la Calle
Con mucha trayectoria en el campo de la historia de la ciencia, el doctor en Física Diego Hurtado es actualmente Secretario de Planeamiento y Políticas, del ministerio de Ciencia y Tecnología. Su mirada sobre cuál fue la respuesta del país a los desafíos que propone la pandemia.
APU: Antes de meternos en el tema central de la entrevista. ¿Qué puede decirnos sobre lo que pasa con las respuestas estatales a la pandemia?
Diego Hurtado: Acá hay dos planos para analizar. Por un lado, está la respuesta de los estados nacionales y de las sociedades organizadas frente a la pandemia, a la emergencia. Desde el ministerio de Ciencia nos interesa pensar qué pasa con la pandemia, porque muestra fenómenos que estaban invisibilizados. Por ejemplo, la pandemia nos mostró con claridad qué pasa con el libre mercado, con aquellos países neoliberales, con ese sistema que tanto se celebra y que funciona como funciona. Es un sistema irracional que tiende a la concentración de la riqueza, a abandonar a la gente a la vulnerabilidad y la pobreza. Lo estamos viendo con el manejo de la pandemia y la incapcidad de tantos estados de organizar a sus sociedades para enfrentar la pandemia.
APU: Se anunció que un laboratorio podría producir la vacuna Sputnik en Argentina a gran escala. ¿Qué puede decirnos del laboratorio Richmond y que puede decirnos de la capacidad de un país que puede hacer eso?
Diego Hurtado: Para entender lo que pasa con el laboratorio Richmond hay que entender que nuestro sistema farmacéutico es muy robusto, está integrado por sectores privados que recibieron el apoyo del Estado. Está el video de cuando Cristina anunció en 2011 la ampliación de una planta en Pilar. Es interesante escuchar ese discurso. Teníamos un Estado que proponía la producción pública de medicamentos, por ejemplo. Después, llegó el gobierno neoliberal macrista, que buscó desfinanciar muchas medidas y programas que se estaban tomando.
APU: ¿Con el regreso del peronismo al poder, se recuperan viejas capacidades estatales en la materia?
DH: Con la llegada de Alberto Fernández, Salud y Ciencia y Tecnología vuelven a ser ministerio. El ministerio de Producción asiste y se pone a trabajar con el sector privado, entre ellos, el laboratorio Richmond. También hay articulación con instituciones de Rusia. Hablamos de diferentes organismos de dos Estados y de un actor privado, coordinando. Eso es posible porque hay capacidades que no son espontáneas, que no se generan a partir del libremercado. La ANMAT, que tiene altísimas capacidades, aprobó de forma muy temprana la vacuna Sputnik, en noviembre de 2020. Después todos coincidieron con esa decisión temprana. Eso te demuestra la capacidad de ANMAT. En resumen, en 2011, un gobierno financia a un laboratorio, diferentes organismos articulan con otros organismos públicos, ANMAT como institución autónoma y estratégica. Hablamos de mucha capacidad estatal. Todo esto es coronado por la noticia actual. Y hay más: pensemos a Ritchmond en contexto y veamos qué pasa con el laboratorio LEA, desarrollando el suero equino, que lo produce una empresa que es un desprendimiento del Instituto Leloir y hoy funciona en el campus de la universidad de San Martín (INMUNOVA). La empresa Chentest con Fundación Cassará e Instituto Milstein desarrollando un kit molecula de diagnóstico rápido. O la experiencia de los respiradores, donde dos empresas hoy están exportando gracias al respaldo del Estado argentino.
APU: Cuba está trabajando en una vacuna propia que está en etapa muy avanzada y Argentina desarrolla otra que va un poco más lento. ¿Ve que en el corto plazo ambos países puedan desarrollar y producir a gran escala sus propias vacunas?
DH: Desde el primer día que empezamos nuestra gestión en el ministerio de Ciencia y Tecnología, yo me puse en contacto con la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos para ver cómo hacíamos para potenciar las capacidades estatales para la producción de medicamentos. Esto lo empezamos antes de la pandemia. Hemos avanzado mucho en ese sentido. La pandemia nos alteró este escenario, como es lógico. Pero seguimos trabajando en la misma línea. Ahí apareció la posibilidad de crear una vacuna local, encarnada por el grupo de investigadores dirigidos por Juliana Cassataro, de UNSAM - Conicet, a quien también estamos respaldando. Es muy importante trabajar en una vacuna propia porque no sabemos qué puede pasar con la pandemia, es una línea estratégica. Tenemos que trabajar para desarrollar las capacidades autónomas para enfrentar la crisis sanitaria. Viendo lo que es la geopolítica de las vacunas, la peor cara del capitalismo vigente, hace muy importante el desarrollo autónomo frente al coronavirus u otras pandemias que pueda haber en el futuro.
APU: Hablando sobre esas capacidades autónomas, Argentina trabaja en una vacuna propia, mientras desarrolló un suero equino hiperinmune y también experimentó con plasma para tratar enfermos. Además de fabricar otros insumos críticos (desde barbijos hasta test rápidos).
DH: Tal vez me repita pero quiero subrayar: fue muy importante la capacidad pública de respuesta a la pandemia. Muchos de los logros que hemos tenido (entre los que vos señalabas) se deben a lo que pasó en Argentina entre 2003 y 2015. Ha sido muy importante, por ejemplo, la articulación pública - privada. Muchas empresas que hoy están dando resultados han sido fomentadas o apoyadas durante esos años. Es un sector que, además, pudo sobrevivir al macrismo y al neoliberalismo periférico.
El suero equino hiperinmune, por ejemplo, es desarrollado por la empresa Inmunova, que nació en el período 2003-2015. La Universidad de San Martín ha tenido mucho que ver con la creación de INMUNOVA y ha hecho otros aportes en medio de pandemia. También recibió mucho respaldo entre 2003 y 20015. Con orgullo, puedo decir que fui Secretario de Investigación y de Innovación y de Transferencia de Tecnología de esa universidad pública en buena parte de ese período. Nosotros decíamos que queríamos una UNSAM que fuera un Instituto Tecnólogico potente. Esto que pasó en San Martín pasó en muchos otros lugares del país. Sin entender ésto no se comprende cómo nuestro sector de ciencia y tecnológica está dando respuestas a la situación sanitaria después de 4 años de devastación macrista.