Las fotos de Spinetta: la sangre les hierve por el morbo

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Las fotos de Spinetta: la sangre les hierve por el morbo

29 Diciembre 2011

En mdzol.com I Mostrame lo decrépito. Mostrame la herida del otro. Mostrame algo que me diga que puede morir, algo en lo que regodearme, un poco de mierda para refregar en mi lomo, como los perros, para que lo fétido me llegue de lejos y mi fetidez no me atormente.

Los tipos no pueden poner una foto del Flaco joven, de ese que hizo historia, no, tienen que ir a clavarle a un paparazzi en la puerta de la casa para sorprenderlo y perderse la ética en el más recóndito y oscuro lugar.

No tienen la decencia de cuidar de la persona, de las personas. No tienen el cuidado de recordar que un resfrío ya es molesto, así que imaginate algo más serio, algo que altera a todos los que están a tu alrededor.

Ahí corren, detrás de una imagen que hable por ellos, que diga lo que no se animan a decir. Qué no pagarían por una foto de Cerati y qué no hubieran pagado por una de Sandro cuando aún estaba internado en la Italiana.

La sangre les hierve por el morbo. Y la lectura es muy clara. Si es un cadáver, no tiene tanta importancia su imagen, salvo que los pedazos estén esparcidos por el suelo. La imagen que importa es la que muestra la caída, el estado al que se arribó, ese del que uno no tiene opciones de huir, porque es el cuerpo, no la mente, no los sentimientos, no los amores.

Y en el medio de una revista en la que todas son caras bonitas, aparece ese ente que es el Flaco, porque su situación está complicada, y da la sensación de que todas esas fotos, todas las que ilustran la publicación, no servirán más que para mostrarnos el antes de un después que es el que verdaderamente están esperando los editores.

Al carajo con la ética. Al carajo con el respeto. Al carajo con cualquiera de los principios que después desde sus páginas van a pretender defender.

No tienen que hacer eso. Poné que Spinetta está enfermo y ya vas a vender suficiente. Para qué mostrarlo.

Para qué.

Para quién también es la pregunta.

Para quién.

Para los lectores que supimos conseguir.

Para esos que ni siquiera van a leer el texto de no más de 300 palabras que acompaña la nota de cuatro páginas.

Una imagen dice más que mil palabras.

Pero hay momentos en los que es mejor escribir las mil palabras y dejar a la gente tranquila.