"Los medios tienen una mirada superficial sobre la violencia de género"
Por Enrique de la Calle
AGENCIA PACO URONDO: Estamos preparando un dossier para el día sábado sobre mujeres, agenda de género y uno de los temas que queríamos abordar tiene que ver con el relato periodístico, la construcción que hacen los grandes medios de comunicación. Aprovechando que sos parte de la RED-PAR queríamos reflexionar en torno a este eje.
Amanda Alma: Cuando hablamos de cuestiones vinculadas a los derechos de las mujeres, no tenemos que perder de vista que vivimos en una sociedad patriarcal que tiene una mirada sobre los roles de género. Sobre los roles que debemos cubrir hombres y mujeres y en ese sentido se van construyendo relatos en relación a esto. Me parece que los grandes medios de comunicación intentan permanentemente ponernos en un lugar de que las mujeres estamos tratando de salir todo el tiempo, de ese rol del cuidado para los otros, maternal, como es exclusivo de las mujeres, de servicio para el resto de la familia.
Por eso desde los espacios militantes activistas que tienen que ver con la discusión de los derechos de las mujeres, hay una mirada muy crítica sobre los medios de comunicación de no poner en cuestión esta concepción social que lo que termina haciendo es estigmatizar las acciones de los hombres y las mujeres para volvernos a un lugar de control y naturalización de los cuerpos. En ese sentido vamos viendo cómo por un lado los medios de comunicación van tomando temas problemáticos, como es la violencia contra las mujeres, casos de homicidio que se cuentan por montones en los medios de comunicación y al mismo tiempo, son los medios que promueven la explotación sexual de las mujeres y nos pone en un lugar de ser objeto de deseo solamente, no sujetas de deseo. El tratamiento que se hace en los medios de comunicación sobre la problemática que ponen en riesgo la vida de las mujeres y las libertades que tenemos, creo que hay una mirada superficial que expresa el periodismo en los medios de comunicación porque descontextualizan o no ponen en relación, todas las opresiones que vivimos las mujeres, precisamente por el hecho de serlo.
No somos las únicas que las sufrimos pero sí me parece importante destacar que, por lo menos en los últimos años en Argentina y, en otros momentos en el mundo, el visibilizar y hacer concientes algunas problemáticas específicas de un género, se torna como en un cliché y eso tiene que ver con un mecanismo que tiene el sistema patriarcal capitalista de ir vaciando de contenidos las luchas. Nosotras estamos, desde hace muchos años, tratando de construir sociedades. El movimiento de mujeres organizado en la Argentina pero también en otros lugares del mundo, desde la irrupción del feminismo, intentamos poner de manifiesto que las cosas no son tan naturales como se muestran y este es un gran aporte que ha hecho el Movimiento Feminista a la teoría política en el mundo y no son reivindicaciones como “Basta de asesinar a la mujer” o “Cuando tocan a una mujer están violentando a todas”, como consigna. No se trata de la igualdad por el hecho mismo de alcanzar igualdad de oportunidades o el hecho de ser sujetos políticos sino porque la violencia y la opresión que se sufren como no-varón, como sujeto sexual que no es un varón, repercute directamente en su vida cotidiana.
No es solamente una expresión de deseo de conseguir una sociedad mucho más igualitaria. Tiene que ver, específicamente, con la vida cotidiana de las personas y los medios de comunicación tenemos una responsabilidad muy grande de reproducir las historias y los hechos de una manera tal que se vacían de contenido y de profundidad y ahí hay una batalla que dar. Recuperar el poder de la palabra y recuperar, desde los medios de comunicación, las discusiones que tienen que ver con aportar desde este espacio, profundizar en las problemáticas sociales que aquejan a la sociedad en su conjunto.
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APU: Te llevo a otro tema. Lo pensamos en relación a ciertas disputas políticas que se están dando en este último tiempo. ¿Al interior de los medios y los grandes colectivos de prensa se discute esto que vos planteabas? ¿Hay un debate en torno a esto o son cuestiones que todavía no están muy incorporadas a las discusiones?
AA: No están muy incorporadas a las discusiones. Cuando fue la discusión de la ley de medios de comunicación audiovisual, la REDPAR y otros espacios donde las mujeres también participamos fuertemente, sobre todo en la universidad, se planteó la necesidad de incorporar algunos artículos. Finalmente fueron tres que tienen que ver con la no estigmatización, desde los medios de comunicación, de las mujeres, la inclusión de temáticas que tiendan a prevenir la violencia contra las mujeres y fue una decisión muy grande porque estas cuestiones se minimizan, se plantea la banalización de algunos conceptos y de algunas problemáticas. En los últimos tiempos se escucha una banalización muy profunda con respecto a la violencia que sufrimos las mujeres, se plantea que lo del femicidio no es tan así, que siempre hubo violencia en las relaciones amorosas entre las personas, vaciando de contenido la cuestión de que hay casi doscientas mujeres asesinadas en lo que va del año.
No es que son mujeres que murieron en un conflicto bélico o que murieron en una circunstancia de robo o en un hecho de violencia determinado. Murieron porque sus parejas o ex parejas decidieron acabar con sus vidas porque no pudieron seguir adelante con el proyecto que ellos consideraban que tenía que ser su relación amorosa. Esa banalización que se construye sobre que las mujeres sufrieron todo el tiempo violencia. Desde las publicidades que vemos en la calle, el lugar en que se nos deposita cuando decidimos no hacernos cargo, de la manera que la tradición impone, de la familia, desde que decidimos salir a trabajar y ser tan agresivas como los varones para obtener mejores puestos de trabajo, hay una estigmatización de las mujeres. Hay un trabajo de mucha violencia y los medios y los sindicatos no están discutiendo nada más allá de la situación salarial.
Nosotros no discutimos cómo se hace la práctica periodística. Como periodistas, analizamos qué pasó en los 90 con la forma de hacer comunicación en este país, no solamente la concentración de medios en tanto empresa o construcción discursiva, que es lo que está saliendo a la luz pero no así las condiciones de trabajo, las formas en que conseguimos las fuentes de información y así reproducimos en los medios de comunicación los hechos de la realidad. Es casi imposible no poder pensar como estamos cómo estamos aportando, o no, a transformar la mirada del mundo sobre los vínculos entre los hombres y las mujeres. Por eso desde la REDPAR hicimos un decálogo sobre cómo trabajar los temas de violencia de género en los medios de comunicación y ahí planteamos claramente que estos no son sólo una herramienta para difundir un hecho sino también para construir conciencias, entonces, cuando vas a hablar de violencia contra las mujeres, es fundamental, como estrategia, acercar la información a muchas mujeres en situación de vulnerabilidad porque sufren violencia, teléfonos de asistencia, mostrar historias en que las mujeres han podido sobrevivir a situaciones de violencia y han podido construir sus vidas de una mejor manera, dejar de estigmatizar y revictimizar a las víctimas contándonos como era su vida privada o si tenían o no vida social, llamando a los asesinos para que sean testigos de un hecho criminal donde tienen que aparecer cosas más autorizadas como por ejemplo, quiénes están haciendo la investigación.
De todas estas cosas que son tan habituales en la práctica periodística, sobre todo en la tele, donde ante el asesinato de una mujer, le preguntan a los vecinos si se llevaba bien o mal la pareja, van corroyendo la situación y desvirtuando la complejidad del problema.
Lo mismo pasa con la prostitución y la trata de personas: “Bueno, por algo habrá sido”, “salía mucho de noche”, “ se puso esa minifalda”, “buscó que la violaran”, esos conceptos, que el periodismo permite que se filtren ante determinadas formas de obtener la información, sobre la subjetividad respecto a las mujeres nos vuelven cada vez más vulnerables. Esas cosas no se discuten. En mi caso, desde mi participación como periodista hace ya bastantes años, no he podido, en ninguna instancia laboral, con mis compañeros y compañeras, discutir cómo desarrollamos nuestro trabajo. No solamente las condiciones materiales sino las construcciones subjetivas, qué nuevos conceptos vamos incorporando, cómo vamos mirando la sociedad a partir de un montón de debates teóricos que se van dando. La ley de identidad de género, por ejemplo, o de matrimonio igualitario, tuvimos que, todavía en estos tiempos, soportar en distintos portales de diarios de las provincias argentinas que repitieran Florencia de la V como “el trolo que tenía dos hijos”, cosas que se fueron multiplicando, cuando la responsabilidad de un medio de comunicación es que la ética periodística no sea sólo para informar sino para construir una subjetividad donde no haya violencia verbal y simbólica sobre una travesti que jugó un montón de cosas para hacer visible su opción de género.
APU: Te corro un segundo del tema. Para este dossier, charlábamos ayer con una Diputada Nacional del Movimiento Evita, Adela Segarra, y en tanto vos, que también sos militante, quería preguntarte: ¿Cuánto espacio hay en la política para que las mujeres puedan intervenir, participar? Adela decía que hay cada vez más participación de las mujeres pero que también es cierto que muchas veces, se dificultan los caminos para que tengan algunos lugares de protagonismo en la toma de decisiones. ¿Cuál es tu mirada sobre el tema?
AA: Creo que los espacios de las mujeres los estamos ganando. Todos los lugares de representación y toma de decisiones que tenemos hoy son la consecuencia de la lucha de un montón de otras mujeres que no accedieron a esos lugares. Yo también lo hablaba hace poco con Adela Segarra por el espacio del Movimiento Evita que se hizo público la semana pasada y hablábamos de eso. También en el FPV, cuya máxima referencia de conducción es Cristina Fernández de Kirchner, es muy complicado que las mujeres tengan espacio de discusión. Esta semana, en el 75º aniversario de la radio pública, se les puso nombre a los estudios y de los ocho nombres, sólo dos son de mujeres: Niní Marshall y Mercedes Sosa, mujeres admirables de la cultura argentina que no objeto pero el estudio de Radio Nacional de Tucumán también se llama Mercedes Sosa.
Hay un montón de otras mujeres que han aportado al periodismo o a la comunicación que no tienen la trascendencia porque la fama se construye y las referencias se construyen, también, por las miradas de los demás sobre las prácticas que uno hace y en ese sentido, la falta de reflexión que hay en torno a la real desigualdad en cuanto a la posibilidad de acceso a distintas prácticas y, sobre todo, a la construcción de discursos y objetivos, la posibilidad de tomar la palabra, lo que denota claramente que las mujeres somos fuerza de trabajo, estamos en las bases, hemos cortado rutas, nos hemos hecho cargo de la alimentación de muchos movimientos, de muchas organizaciones, pero respecto a los espacios de decisión, en los momentos que había que hablar en un micrófono para reivindicar y reclamar, son pocas las mujeres.
Para mi, un ejemplo paradigmático son las Madres de Plaza de Mayo para quienes, justamente, fue un proceso largo la toma de la palabra pública para dar un discurso, para manifestar su reclamo por sus hijos y toda esta transformación política que adquirieron las Madres en su búsqueda, también por el esclarecimiento de la represión en la Argentina, las hizo sujetas políticas y se transformaron, no sólo en fuerza militante y activismo que sostiene, organiza y lleva adelante un proyecto político sino en las voces de estos. Ahí es donde tenemos que profundizar un poco más.
Las mujeres siempre participamos en política pero ¿qué lugares hemos tenido? y ¿hasta dónde nos bancamos, como sociedad, que las mujeres hablemos y planteemos otra experiencia de vida? porque nunca la experiencia de las mujeres es igual a la de los varones. Es muy difícil para las mujeres moverse por el espacio público porque es un espacio de varones históricamente. A lo largo de la historia, cuando recorremos la construcción de la sociedad y, sobre todo, el desarrollo del sistema capitalista, vamos encontrando cómo las mujeres, tardíamente entramos a la cultura y accedimos a los espacios de formación y, entonces, tardíamente entramos a la voz pública y en ese sentido, cuando vemos a estas mujeres que acceden a los espacios de poder, no tenemos que perder de vista la cantidad de mujeres que han puesto su cuerpo su vida y que han sido silenciadas porque a las mujeres, en la Argentina, no solamente se las torturaba por participar en organizaciones revolucionarias. Se las torturaba y violaba por participar en política, por salirse de su rol social histórico de estar dentro de la casa y participa sólo de la educación de los hijos y de la conformación de la familia.
Eso me lo han contado las mujeres en sus relatos sobre la tortura, el hecho de desafiar al poder patriarcal que las deposita dentro de la casa y de la esfera privada, también fue objeto de violencia, principalmente sexual. Lo importante, en ese sentido y para terminar, es entender que la reflexión que plantean las problemáticas de género están interpelando a hombres y a mujeres, a la sociedad toda y a medida que vemos qué lugares tenemos nosotros, varones y mujeres, en la sociedad, vamos a encontrar, seguramente, una sociedad mucho más igualitaria porque nos vamos a dar cuenta que las capacidades no tienen nada que ver con el género sino con las inquietudes personales y con las posibilidades de crecimiento que vamos construyendo con la discusión.