9 de Julio: sin afrodescendientes no hay revolución
El 9 de Julio, Día de la Independencia Nacional, conmemoramos la heroica convicción de nuestrxs patriotas para poner fin a siglos de dominio español.
A 207 años de la emancipación corroboramos en cada revisión documental de nuestra historia que el relato oficial ocultó deliberadamente el protagonismo de hombres y mujeres afrodescendientes en la lucha por la liberación. ¿Escuchaste alguna vez hablar de ellxs?
Algún día sabrán…
Como población incorporada forzosamente por el tráfico esclavista de los imperios europeos en el Virreinato del Río de la Plata, los batallones de personas esclavizadas y libertas fueron fundamentales en los procesos de revolución y guerra.
Entre 1806 y 1860 no hubo un solo cuerpo del Ejército en nuestro territorio nacional que no tuviera presencia de africanxs esclavizadxs y sus descendientes. Esto sucedió no solamente porque durante la época colonial la esclavitud era una institución social que obligaba a la participación de las víctimas de la trata en las contiendas bélicas, sino también porque como expresó el general San Martín, “los ricos y los terratenientes se niegan a luchar, no quieren mandar a sus hijos a la batalla, me dicen que enviarán tres sirvientes por cada hijo para no tener que pagar las multas. Dicen que a ellos no les importa seguir siendo colonia”.
Cabe destacar que este rol histórico e identitario de las clases dominantes en nuestro país configura la clave del comportamiento social en el presente. En tiempos en que la acción patriótica requería decisiones firmes, encumbrados generales del Ejército “sin campo de batalla” negociaron inescrupulosamente la ausencia de sus cuerpos en el combate, pero no renunciaron a que sus nombres quedarán grabados en la historia.
En consecuencia de este accionar, y a través de sucesivas “leyes de rescate” decretadas en distintos momentos por la suprema autoridad del Virreinato colonial, se aceleró el reclutamiento de esclavizadxs que pertenecían a los residentes españoles y criollos en las Provincias Unidas del Rio de la Plata.
Ni blancos, ni europeos: afrodescendientes
Desde las Invasiones Inglesas, como primera defensa de Buenos Aires en 1807, hay presencia de afrodescendientes en los Ejércitos Patrios. La creación del llamado “Batallón de Castas” que luego de la Revolución de Mayo de 1810 pasó a ser elevado como Regimiento de Pardos y Morenos, configuró una opción invaluable en un contexto histórico que proclamaba la necesidad de una Nación libre e independiente, a sabiendas de que esa libertad no sería fácil de obtener y mucha sangre sería derramada.
Para la población esclavizada el bando enemigo no fue un dato menor. Se entendía perfectamente que el Ejercito Realista era el objetivo a vencer, no solamente para la liberación del territorio que defendían, sino también para la “liberación negra” de la esclavitud.
Desde las Invasiones Inglesas, como primera defensa de Buenos Aires en 1807, hay presencia de afrodescendientes en los Ejércitos Patrios.
En este período de épica revolucionaria comienza a trazarse la historia de honor y valor de varias generaciones de afrodescendientes en el Ejército. Entre ellos, la Madre de la Patria, Capitana María Remedios del Valle.
La data histórica la contempla, entre otras batallas por la Independencia, combatiendo con tenacidad en la defensa de Buenos Aires y aun siendo capturada por los realistas, sufriendo azotes correctivos por nueve días en la plaza pública, logró escapar y liberar a sus compañeros de batalla.
Las crónicas de época destacan la fortaleza heroica de la Capitana y también la bravura de anónimos guerreros afrodescendientes en los combates cuerpo a cuerpo. Su incidencia no solamente fue numérica sino también estratégica para la victoria. En este sentido africanos y sus descendientes eran enviados colectivamente como “carne de cañón” en la primera fila de combate, sin uniforme oficial, sin más que lanzas y cuchillos y no podían montar a caballo porque era categoría de oficiales y generales del Ejército.
Para "los negros" sobraban dificultades y promesas de libertad. Sólo tendrían esa posibilidad después de cinco años de servicios cumplidos, situación en la cual pocos podían llegar a sobrevivir. En efecto, si lograban sobrellevar toda la adversidad de la guerra los soldados afrodescendientes eran obligados a continuar fortaleciendo las batallas o perseguidos y buscados por las autoridades para regresar con sus propietarios, quienes bajo la excusa de enfermedades o vejez solicitaban la devolución de sus esclavizadxs. Muchos preferían darse a la fuga antes de que eso sucediera..
El caso testigo de Doña Josefa Tenorio, "la abanderada del Ejército de los Andes", da cuenta de la mentira emancipadora para el pueblo negro.
Josefa Tenorio fue esclavizada de Gregoria Aguilar. Se enlistó en las tropas de general Las Heras, participando en el Cruce de los Andes y de varias campañas junto al Ejército Libertador del Alto Perú. A pesar de sus años de entrega a la Patria, en una carta dirigida al general San Martín tuvo que enumerar su recorrido y escribió: "Suplico a Vuestra Soberanía que examine lo que presento y juro, y sirva declarar mi libertad que es lo único que apetezco". Pero este pedido sólo la incluyó en el "primer sorteo" para la libertad de esclavizadxs. Se desconoce si esa libertad llegó a sus manos y cómo fueron sus últimos años hasta su muerte.
A 10 años de la ley 26.852 ,“Dia Nacional de los afroargentinos y la cultura afro”
La historia oficial continúa negando los aportes de la comunidad africana y afrodescendiente en la lucha por la independencia de nuestro país.
Quienes ostentaron el poder de escribir académicamente las páginas de nuestra historia abogaron sin duda alguna, como una estrategia más de racismo, a romantizar las epopeyas de lxs esclavizadxs en las guerras de la independencia, en lugar de visibilizar las razones concretas por las cuales lxs esclavizadxs realmente se unían al ejército. No era una cuestión de una lucha orgullosa por su Patria, si no que este ingreso estaba vinculado con la propia libertad de las personas esclavizadas.
Desde la comunidad afrodescendiente argentina (del Tronco Colonial o descendientes históricos como se hacen llamar esos grupos), nada más alejado de la realidad que las gloriosas manifestaciones de loor patriótico hacia quienes profundizaron la tragedia de la esclavitud al grito de "pobres negros" sin ningún tipo de contemplación, aún cuando fueron testigos de la lucha y convicción con la que africanxs y sus descendientes juraron con gloria vivir en libertad o directamente morir.
La historia oficial continúa negando los aportes de la comunidad africana y afrodescendiente en la lucha por la independencia de nuestro país.
La Madre de la Patria no llegó a recibir su pensión, a pesar de su lucha, arrojo y también la defensa de sus compañeros de armas, siendo Tomás de Anchorena y Viamonte, entre otros, los que defendieron su reconocimiento en la Sala de Representantes (espacio histórico en la Manzana de las Luces).
Muchos afrodescendientes dejaron un legado imborrable en el Ejército Patrio y, contrario a lo que la historia visibilizó, valerosos héroes de la Patria han destacado el protagonismo en terreno militar de los llamados "beneméritos" de la estirpe africana.
Entre ellos Antonio Ruiz, más conocido como “Falucho”, el sargento Juan Bautista Cabral (desde 1933 lleva su nombre la Escuela de Suboficiales del Ejército pero siempre se ocultaron sus raíces afroindígenas), el capitán Manuel Macedonio Barbarin y el coronel Lorenzo Barcala, del Regimiento de Pardos y Morenos. También el coronel Domingo Sosa que fue enrolado en el Regimiento de Castas y luego enviado al Ejército del Norte como instructor de soldados afrodescendientes. Asimismo el sargento Cipriano de la Campaña del Ejército de los Andes, el capitán Andrés Ibáñez del 8vo Batallón de Cazadores del Ejército de los Andes y el coronel José María Morales, presente en innumerables batallas.
Los sobrevivientes de las guerras de la independencia se repartieron en uno y otro bando en el marco de los enfrentamientos entre unitarios y federales. La Guerra de la Triple Alianza es una de las últimas referencias en la que se destaca la actuación de afrodescendientes pero, más allá de ese conflicto bélico puntual, muchos soldados sobrevivieron y sus historias y las de sus familias tuvieron continuidad: no murieron todos. Sin duda dejaron un legado indeleble no sólo en el plano de las luchas por la Independencia sino también en la música, en la cultura, en definitiva, en la identidad argentina.
Sólo se hará justicia cuando la Patria pida perdón por tanto negacionismo histórico, y la comunidad afrodescendiente sea debidamente reivindicada como esencial en la construcción de nuestra identidad nacional, de nuestro país y de su soberanía.
*Por decisión de la autora, el artículo contiene lenguaje inclusivo.