Arte social versus arte implantado
Por Gabriela Canteros
Natalia Eichhorn es artista visual y docente; Antonella Riso es periodista, docente y artista visual. Ambas abordan estos conceptos en sus intervenciones artísticas, realizadas en territorio sobre las que expondrán en el Centro Cultural Haroldo Conti, en el marco del X Seminario Internacional de Arte y Política.
Agencia Paco Urondo: El arte popular plantea la toma del espacio público, ¿Qué mecanismos se activan para realizar esa toma?
Natalia Verónica Eichhorn: En primer lugar, hay que considerar al espacio público como una construcción colectiva. Luego hay que poner en marcha un mecanismo de poder, en el sentido de decir, mostrar. La concepción de mundo que construimos y en base a eso, poder hacer, ya sea una pintada, un mural, una pegatina o un grafitti. Lo que sigue, son los mecanismos de negociación y participación, tanto con los vecinos como con los artistas.
Antonella Riso: El puntapié inicial se da en el fortalecimiento de vínculos, es decir, plantear situaciones de encuentro entre los vecinos, quienes viven y transitan cotidianamente esos espacios, poder abrir la mirada de manera colectiva en función de resistir. La intervención artística es una manera pedagógica de visibilizar las problemáticas, de enseñar a los chicos y a los grandes, de mostrar lo que viven muchos de los habitantes de La Boca. Frente a la invisibilización por parte de los medios de comunicación y la falta de acciones del estado, existe la necesidad de tomar consciencia y accionar en pos de defender sus derechos. Transitar la calle, intervenirla, bailarla, cantar y defender el barrio.
A.P.U: ¿Cuáles son los agentes involucrados?
NVE: Tenemos sujetos organizados. Otras veces, un grupo con un interés o demanda particular, como el propietario de la pared, algún artista convocado para brindar su experiencia técnica, las fuerzas policiales que pueden o no intervenir durante la producción. Y los vecinos que seguramente sentirán curiosidad sobre lo que se está haciendo en el lugar.
A.P.U.: ¿Cuánto respeto se genera sobre las producciones logradas? ¿Existe una apropiación de parte de los vecinos del barrio?
AR: En general las producciones se mantienen intactas durante varios años, lo cual indica cierto grado de protección y ganas de que siga estando. Los que desaparecen son por reformas edilicias, demoliciones, publicidad y, en el último tiempo, por el programa de GCBA que limpia frentes y pinta de colores neutros los que ellos, arbitrariamente, consideran vandalizados.
A.P.U.: ¿Cuál es el grado de identificación que generan los sujetos productores y consumidores de la producción simbólica lograda?
NVE: En el caso de los murales relevados, al representar preocupaciones e intereses de La comunidad, son sentidos como propios. Representan las multiplicidades que habitan La Boca actualmente. No solo los estereotipos turísticos. Los vecinos se sienten reconocidos en su identidad y en sus cotidianeidades, como el hostigamiento policial o la demanda habitacional. En el caso de los murales de color BA, si bien son celebrados por su colorido y dimensión, generan una sensación de extrañeza, cómo algo implantado a lo que hay que acostumbrarse. Algo realizado por otro, para otros.
A.P.U.: La obra final colectiva ¿escapa a los parámetros del arte contemporáneo académico? ¿Bajo qué cánones se construye?
AR: Se sigue una idea: el arte al servicio de la transformación social. Luego las técnicas y parámetros pueden variar, pero no sé privilegia el uso del color en sí, o la excelencia académica por sobre lo que se está contando. Muchas veces son palabras. La palabra como imagen pregnante que interpela al transeúnte, o a quien la visualiza desde el transporte urbano e incluso turístico.
La ponencia es “Resistencias estético-políticas en el Barrio de la Boca”. Está a cargo de Antonella Riso y Natalia Eichhorn, desde las 9:00 AM, en el marco del X Seminario Internacional Políticas de la Memoria, en el Centro Cultural Haroldo Conti. Arte, memoria y política.