Cine: “Pobres criaturas”, el Frankenstein expresionista

Hace dos semanas fui a ver Pobres criaturas, la nueva película de Yorgos Lanthimos. Tenía especial interés en su última obra, ya que me habían parecido interesantes sus películas anteriores, en especial La favorita, una especie de retrato de humo negro sobre la monarquía con toques de surrealismo, es decir, contar la intimidad del poder sin ningún tipo de solemnidad y burlándose de cómo son esos que toman decisiones que afectan el destino de un país, dando por añadidura la arbitrariedad que da la monarquía.

Me encontré una parodia surrealista de Frankenstein que también tiene crítica social, pero empecemos por el principio. Pobres criaturas comienza con una clase de anatomía que bien podría salir de un cuento gótico del siglo XIX, pero con un toque de sorna. Tanto el vestuario como los diálogos dan más un tono de parodia que de oscuridad y el profesor es ni más ni menos que Willem Dafoe, actor multifacético que interpretó desde el Duende Verde hasta a Pasolini. El film continúa en su casa, mostrando una colección de rarezas y la actriz Emma Stone como una niña pequeña en el cuerpo de una mujer adulta. El rol que cumple el doctor es el de un padre que le enseña a vincularse con el mundo.

Lo anterior es la premisa inicial de la película, en donde se ve una niña inocente encerrada en una mansión tragicómica, pero el film se aleja del lugar común, ya sea cómo se da el vínculo con Dafoe, mostrando que incluso debe dejarla ir por el hecho de su propia maduración, y cómo reflexiona para entender qué rol debe ocupar con ella a medida que deje de ser lo que fue en un principio. El vínculo con lo que en un comienzo es la maldad o la falta de escrúpulos, con el tiempo se mostrará como el recorrido de una joven por la adolescencia y cómo él representa la liviandad y la superficialidad de una época de la vida, terminando en un lugar ridículo por no ver cuando ella ya no es más una adolescente en búsqueda de su rumbo. Tiene en este punto una interesante reflexión sobre las primeras relaciones sentimentales y cómo estas gozan más de memoria que de historia, es decir que se entienden mucho después de haberlas tenido.

No debemos olvidar el aspecto estético de la película, que es francamente descomunal, en donde con un tono pictórico ridículo y expresionista se muestra lo que sucede en la anárquica mente de la protagonista, además de ser cada toma una especie de pintura barroca de gran esteticismo, con el aliciente del vestuario que toma el estilo de fines del siglo XIX y le da un tono punk.

La película tiene influencias de dos clásicos de la cinematografía europea; El joven Frankenstein, comedia ridícula de Mel Brooks en donde se parodia la ciencia como la medicina de manera marcada, con personajes hilarantes. Y también tiene reminiscencias de Belle de jour, la recordada película de Buñuel de 1967 sobre la vida íntima de una mujer de la pequeña burguesía parisina y cómo mediante una especie de episodios oníricos ella puede conocer sus fantasías, ya sea sexuales o amorosas, para terminar volviendo a una realidad incierta. La película del título tiene un final mucho más esperanzador y cálido que el de Belle de jour.

Para concluir quiero resaltar el trabajo de todos los actores, pero en especial de la protagonista, Emma Stone, en ella se puede ver la evolución desde la niñez hasta la adultez en sus gestos, su dicción y la forma de mover el rostro. Stone fue ganadora de un Oscar por La La Land, una reversión de los musicales del Hollywood dorado.

Finalizo recomendando todos los films de Lanthimos por cómo muestra de manera cruda pero también irreverente la condición humana, y en especial su última película, una interesante reflexión sobre el paso del tiempo y los amores que conlleva.