Cristina y el trasvasamiento generacional
Por Juan Manuel Ciucci
"Tengo claro también que es el precio que debo afrontar por ser Cristina"
La aparición del libro generó el hecho político que prácticamente inauguró el año electoral. Su presentación en la Feria del Libro materializó esto, y el comentario que nos hacíamos ese día ("cómo lo levantó a Alberto", tras su agradecimiento por su idea del libro) terminó anticipando lo que sería la fórmula presidencial. Sinceramente es pues central en la estrategia política que Cristina organizó para este 2019, de la mano del triunfo de una de las autocríticas posibles, como comentamos en otra nota.
Comencé a leer el libro apenas había salido y lo terminé recién hace unos días, cuando ya no buscaba claves para pensar su tercera presidencia, sino para explicarme una decisión que no comparto. De allí esta idea de una autocrítica triunfante, y el rumbo moderado que parece adquirir el frente que ahora "encabeza" Alberto Fernández. "En retrospectiva, imagino que después de la muerte de Néstor tendría que haber pensado en alguien para cubrir la parte que hacía él con el peronismo, con el PJ, con los dirigentes", dice Cristina. Creo que por allí rondan muchos de los pasos dados para que hoy transitemos este "Frente Todes" que irá camino a las PASO. "Tal vez a mí me faltó todo lo que me aportaba él y eso no me permitió ver ciertas cosas en la construcción política", agrega.
Se ha escuchado mucho esta idea, con la cual discrepo en torno a las falencias que le impondrían a Cristina. Pero leer cómo ella las valida nos obliga a repensarlas, quitando el uso que de ella hicieron quienes querían (y aún quieren) construir un Néstor bueno y una Cristina mala. Lo que vería en esa falta es la posibilidad de lo nuevo, justamente, que no se sintiera atada a viejas formas patriarcales de la política que se resisten a desaparecer. Aquí cabe una lectura feminista del accionar y el pensar de la actual candidata a vicepresidenta, de esta delegación en un hombre "moderado" que permita la unidad. De este sacrificio a fin de que varios machirulos puedan ahora sí entender la gravedad de la situación y sumarse a un frente popular. ¿Hacía falta que ella se baje para que estos suban?
La idea que ya es pretérita sería que no, que justamente era ésta la oportunidad para arrasar con viejos dogmas y evitar los grises. Ciertamente, el riesgo de 4 años más de Alianza Cambiemos vuelve conservadoras las apuestas, y todas/os parecemos contentas/os con ganar y ya. "Después vemos", decimos, como para calmarnos. Aquí es donde creo podemos pensar otra de las ideas fuerza que aparecen en el libro, y que viene siendo explicitada por Cristina desde hace rato.
"Pienso que tal vez ese sea mi rol, el de ser un puente entre las nuevas generaciones y las anteriores; nosotros tomamos la posta de otros para construir la Argentina y, a pesar del fuerte revés que nos acecha, serán los y las jóvenes quienes deberán seguir adelante", indica. Este lugar nos es sumamente interesante para pensar el mañana, cuando logremos ganar las elecciones y el famoso "gobierno de transición" conduzca el país. Digo así porque ya en muchas charlas surge esta idea, en especial cuando se marcan los límites que acarrea esta unidad que ha llegado hasta Massa, parece. El lugar de Cristina de aquí en más pudiera ser muy cercano al que ella se imagina, pues son las nuevas generaciones las que ya la están viviendo como faro hacia lo que vendrá. Es casi la única representante del pasado que permite vislumbrar triunfos y derrotas de un pensamiento y una acción futuras.
El famoso trasvasamiento generacional del que habló Perón, debe darse con urgencia en el hoy, ya que será el único que permita pensar una realidad distinta, diversa. "Ser dirigente no es tener o ejercer un cargo, por más alto que este sea, sino la capacidad de poder ver y anticipar lo que vendrá", explica Cristina. En esa práctica se funda su rol de estadista, capaz de unir generaciones, de comprender la información que habita en esos "nervios del futuro". "Creo en eso de 'la revolución de las hijas'", indica, y agrega explicando su voto positivo a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo: "no estoy dispuesta a ser recordada mal por mis nietas".
Parecen ser los feminismos populares las fuentes desde donde pensar otros modos de concebir y accionar nuestras realidades. Desde la construcción de nuevas identidades, a la organización por fuera de las lógicas del poder patriarcal. "Los hombres tienen un concepto del ejercicio de la jefatura totalmente diferente a nosotras, las mujeres", dice también Cristina. Debemos construir pues las herramientas y los modos organizativos que permitan consolidar esas nuevas subjetividades que vamos siendo. A fin de que encuentren espacios que superen los decorados establecidos, que agiten otras formas de la vida: una corriente contrahegemónica que produzca otra realidad. Quizás algo de esto también dice Cristina: "yo no tengo ningún problema con que el otro parezca tener más poder o menos poder que yo, si hace lo que quiero". Construir estrategias que transiten este conservador presente, pensado en un futuro de emancipación.