Atentado CFK: ¿Cuánto puede un cuerpo?

Cierro los ojos y todavía puedo tocar el 2011 momento culmine de una historia que había empezado décadas atrás, el olor a chori, el abrazo compañero, las ganas locas de cambiar el mundo, las posibilidades todas. Y ella, poniendo su cuerpo, encarnadura del proyecto de país, patria sí, colonia no, entregando sus horas, posponiendo su duelo, haciéndonos creer que de verdad el amor derrota al odio y que nada nos iba a detener si estábamos unidos y organizados.

Quizás no lo estuvimos, o quizás si un poco pero no alcanzó. Y otra vez el cuerpo. Gases, palos, resistencia en forma de apretones y empujones. La angustia de la amenaza. Y ella, poniendo la voz, la palabra justa, denunciando con una claridad única, aguantando. 8 indagatorias en un día. Titulares y más titulares. La hija enfermada. Un abrazo de amor debajo de la lluvia, el cuerpo vestido de trajecito sastre amarillo saliendo del auto en movimiento enfrentando a la policía que no permitía el contacto.Y no pudieron, o si pudieron pero no tanto y por eso el renunciamiento planteado como jugada maestra, el cuerpo en un video y la asunción de cargar con la cruz. Ser la palabra maldita. El cuerpo prohibido. 

1 de septiembre de 2022. La bala no salió, el fallo si. Quien fue la valla? Ella. Otra vez el cuerpo. Siendo contención exponiéndose a la muerte para ver si así sí, unidos y organizados. Y no, parece que tampoco. La tozudez de no morirse, último gran acto de resistencia, vital enseñanza que nos está costando aprender.

Desde ese día el cuerpo que fuimos ya no es. Esta proscripto. Impedido. Aleccionado. No encuentra forma. Nadie lo habita. 

Que orfandad, Cristina, siempre tuviste razón no era magia, era cuerpo, y valentía, y decisión.