"De todas las flores”, de Natalia Lafourcade: crónica de un proyecto multisensorial

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    Natalia Lafourcade
    Foto: Cris Sille
CRÓNICAS

"De todas las flores”, de Natalia Lafourcade: crónica de un proyecto multisensorial

06 Agosto 2023

Para que esta narración sea completa debería comenzar por la primera vez que la escuché cantar. Intento ser precisa pero Google no me devuelve la fecha exacta. Creo que fue por 2003. Estoy intentando concentrarme en estudiar para la universidad y escucho por la radio que Natalia Lafourcade y sus Forquetinas están en el estudio montado en el shopping que me queda a unas cuadras sobre la avenida Santa Fe, en Palermo. Lugar emblemático por aquellos años como punto de encuentro de citas por Messenger. Siempre di lugar a las distracciones creativas, esas que al volver al estudio o al trabajo hacen que todo se resuelva mejor que estando horas sentada frente a la hoja en blanco o la computadora. Esa tarde bailé al ritmo de “En el 2000”. Si bien el tema era pegadizo y bastante pop, la letra era una especie de proclama contra los mandatos que tanto nos inculcaron desde pequeñas. Sin darme cuenta comenzaba a caminar con zapatillas feministas.

“De todas las flores”, el disco

Ya no soy, ya no soy/ la infantil criatura, la inocencia se acabó (eh eh eh)/ Ya no soy, ya no soy/ la de ese cuerpo extraño/ ahora siente el corazón. Pasaron 20 años. Yo tampoco soy la misma. Sin embargo, varios detalles nos asemejan: tenemos la misma edad, varias canas, un amor innegociable tras algo de llanto en el camino y sobre todo la necesidad imperiosa de conectar con la naturaleza, no sólo la que nos rodea sino la interior. Y a su vez, buscamos que ese viaje o largo proceso no sea solas. Hace semanas que escucho camino a uno de mis trabajos su nuevo disco titulado De todas las flores (2022). (Imagino que a vos también te debe gustar atravesar la ciudad sumergide en temas musicales que generan vuelo al instante.) No puedo elegir un tema preferido ni ser objetiva en esta crónica. Lejos de eso estoy. Últimamente prefiero y recomiendo el periodismo narrativo, que como afirma Roberto Herrscher: “No busca sólo informar, entretener o enseñar algo. Busca el mayor objetivo al que puede aspirar un escrito: que el lector cambie, crezca, conozca no solo una parcela del mundo que desconocía, sino que termine conociendo una parcela de sí mismo que no había frecuentado”.

Creo que Natalia, como cantautora, tiene este mismo propósito en este álbum de 12 canciones que fue creado en el contexto de encierro del Covid-19, lo que posibilitó que pudiera volver a su casa de la infancia en Veracruz, México, y dedicarse a seleccionar canciones, músicos y un modo especial de grabación. Desde Hasta la raíz (2015) que ella no lanzaba un disco con canciones inéditas y la unió a diversos artistas de enorme talento y sensibilidad como Adan Jodorowsky en la producción o Marc Ribot en guitarra, entre otros. Es de sus trabajos más artesanales, ya que decidieron grabarlo en cinta y en un cuarto sin metrónomo, todo un manifiesto contra los tiempos de discográficas capitalistas. El “Quedate en casa” a ella le permitió coincidir su deseo de parar un poco tras años de shows con un mundo detenido por una pandemia mortal. Fuera del drama Natalia se refugió en la creación y gracias a un amigo que le preguntó por qué había dejado de cantar canciones propias es que comenzó un nuevo proceso. Hurgó en su celular y, para su suerte, encontró muchas canciones grabadas a capella, algunos arreglos…y de pronto, se dio cuenta de que el disco inédito podía ser una realidad cercana.

 

“De todas las flores” es de sus trabajos más artesanales, todo un manifiesto contra los tiempos de discográficas capitalistas.

El podcast

El verano no quiere irse. Es abril pero el calor insiste y los mosquitos no dan tregua con el Dengue. El Covid 19 parece haber mutado a una gripe más, ya tenemos vacunas y bastantes anticuerpos en la sangre. (Afortunadamente si me leés también sos un sobreviviente). En mi cabeza resuena uno de los estribillos de De todas las flores: Todo va a estar bien,/ pajarito colibrí/ ya no tengas miedo de vivir./Todo va a estar bien/ pajarito colibrí/ tú llegaste al mundo para ser feliz. Lo canto como mantra por las mañanas. Reviso en Spotify y encuentro un podcast que lleva el mismo nombre del disco. “¿Qué es esta rareza?”, me pregunto, y enseguida comienzo a escuchar el primer episodio titulado “Vine solita: la imaginación”. Allí, me detengo en un diálogo entre Natalia y Adán Jodorowsky -músico, productor y cineasta, hijo del también reconocido cineasta y escritor chileno Alejandro Jodorowsky-. Son intercambios de audios de Whatsapp entre ambos durante un año. Ella le manda las canciones que va terminando y él le da una devolución. Adán, como conté antes, terminó siendo el productor de esta nueva joya musical de la artista mexicana.

Esta idea del podcast fue la de compartir un eslabón del proceso de creación de un disco muy personal. No sería el único. Hay un fragmento de la canción que da título al episodio y que encuentro de los más poéticos pero también funciona como manifiesto: Aunque pal mundo soy invisible/ yo siento marea que danza agitada en mi piel/ Y al viento entrego todas mis penas (...) En cada día estoy naciendo/ en cada día estoy partiendo de mí/ De mí me aferro a la vida…. Otro momento sublime es cuando Natalia afirma que tuvo que aprender a hacer una pausa, que deseaba desde 2016, para poder volver a su hogar, cerca de seres que ama. Al respecto nos cuenta: “Fue un momento de confrontación. Tenía que encontrar el verdadero espacio de silencio en el ocio profundo del solo estar”. En total son 12 episodios y en cada uno se aborda una canción del disco a través de entrevistas a los artistas participantes y también hay charlas con amistades y familiares, entre los que se encuentran Maricarmen Silva, madre de Natalia, con quien conversa de la vuelta al hogar, del jardín o de la creación y la artista Gaby Muñoz “Chula the clown”, con quien reflexiona sobre la importancia del juego y de la amistad más allá de las distancias en kilómetros. Todos los episodios dejan algún momento para atesorar. Recomiendo escucharlo más de una vez por la riqueza de los temas que aborda, entre los cuales figuran la paz, el mar, la catarsis, el amor, la libertad, la sanación, la muerte y la confianza. 

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Tapa de todas las flores

 

Una chamana en la Feria del Libro

Es domingo 1° de mayo en Buenos Aires y dejo el posible descanso para asistir a la presentación del libro también titulado De todas las flores, publicado en México por Fauna editorial, con una tirada de 5.000 ejemplares. Algunos de ellos serán puestos a la venta en la 47° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Faltan tres horas y ya hay más de 200 personas haciendo cola afuera de la sala Victoria Ocampo del pabellón blanco. Me encuentro con colegas que intentan conseguir el libro. Entre todos logramos rastrear el stand de Big Sur donde los venden y vamos tras él. Algunos tienen que publicar la nota mañana. Los caracteres queman. Yo opto por tomarme el tiempo necesario para abarcar cada pieza creativa de esta experiencia multisensorial. (Deseo, lectore o fan, que leas esta crónica más cerca de la fecha de su vuelta a nuestro país, no para la presentación literaria con límite de asistentes sino para su regreso multitudinario a los escenarios en agosto).

Pero estamos en mayo y la encargada de prensa de la feria me confirma que la esperada entrevista no será posible. Tendré que conformarme con estar en primera fila de la presentación y dejar que otro lleve adelante las preguntas. Mientras esperamos que den ingreso a la sala hojeo el ejemplar. Su tamaño es de bolsillo, luego sabría que por decisión de su autora, y no sólo encuentro el cancionero del disco sino más de 100 fotografías e imágenes tomadas durante la grabación, pero lo más valioso son las reproducciones de los borradores de las canciones y anotaciones de sus libretas. También tiene un prólogo de Lafourcade, del cual resalto las siguientes confesiones. Sobre el trabajo en equipo dice: “La colaboración es la celebración del proceso en sí (...) es la parte fundamental de un proyecto, de un sueño o de un deseo; es dejar que otros enriquezcan mi mundo con sus talentos…”. 

Parece una chamana a la cual rodeamos atentos, en busca de sabiduría ancestral.

Y recomiendo la lectura de una entrevista a la artista realizada por Elvira Liceaga, quien además es la voz de la narración y guía en el podcast. Ella también se atreve a compartirnos un texto sobre su rol en esta obra desde la intimidad familiar: “En esas semanas en que hice del mundo de Natalia el mío, planté con mi hija de dos años menta, romero y lavanda. Vamos a decirles todos los días cosas bonitas (...) Ponemos el disco otra vez, sembramos canciones de Natalia y le digo a mi hija, no dejemos de preguntarnos cuál es el lenguaje común que tenemos con las plantas”. Toda la edición es bilingüe, en español-inglés, y prima el anaranjado en la tapa y su interior, color referente en el mundo de la espiritualidad. También hay páginas en blanco “para que en ellos puedas anotar, dibujar, pegar una foto, escribir una canción o un poema, hacer un collage o, si quieres, romperlo todo”, nos dice Natalia. Entonces el “diario musical” se convierte -o esa es la intención- en nuestro propio diario. Somos parte del proceso, ya no como testigos sino también como protagonistas. Igual, lo de romperlo es ironía, ya que sobre el final del prólogo nos invita a conservarlo “para honrar ese vínculo y complicidad que ya existe entre nuestros mundos”.

De pelo largo y suelto, con algunas canas que comienzan a aparecer, casi sin maquillaje, su metro y medio envuelto en una túnica se vuelve imponente a través de su cálida voz, pausada y llena de reflexiones. Parece una chamana a la cual rodeamos atentos, en busca de sabiduría ancestral. La hora que compartimos con ella alternan entre las preguntas que le harán sobre el disco, pocas preguntas destinadas a la publicación -un desperdicio de la organización- y afortunadamente, un momento destinado a escucharla cantar temas a pedido del público, en tono intimista, con su guitarra en mano. Para el primer tema, “Pajarito colibrí”, destaca la influencia de su madre, quien es pianista y pedagoga musical, la cual aplicó su propio método a Lafourcade cuando era niña, tras un accidente ecuestre por el que precisó rehabilitación. Luego, vendrá “El lugar correcto” y cerrará con “Hasta la raíz”, quizás la semilla que daría lugar a “De todas las flores”. Ella nos cuenta que aún no cerró la lista de artistas argentinos que la acompañarán. Entonces, me animo a sugerirle que tenga en cuenta a Lisandro Aristimuño. Ella lo celebra y pide más recomendaciones. Me doy cuenta que entre el público está uno de los músicos de Conociendo a Rusia. ¿Habrá aprovechado la ocasión para sumarse en agosto?

Para cerrar, retomo el prólogo a días de su regreso a la Argentina. Allí confiesa: “Uno de mis tantos sueños es volver al escenario y cantar esas canciones con la gente linda, que tanto sentido le da a este libro. Me doy cuenta de que en realidad sigo soñando con lo que soñé desde los cinco años: “MÚSICA”. Deseo que su “jardín interior” siga brindándonos nuevos discos o proyectos creativos en los cuales refugiarnos en tiempos que intentan corrernos de lo importante, volver al origen en armonía con la pachamama. Sin dudas escucharla esta semana será un modo de honrarla, caña con ruda en mano.

Natalia Lafourcade se presentará el 10 de agosto a las 21 horas en el Movistar Arena, Humboldt 450, CABA. El libro estará disponible el día del recital y luego será distribuido por Big Sur.

*Por decisión de la autora, el artículo contiene lenguaje inclusivo.