“Días y cuerdas”: nuevo disco de Sebastián Kotliar
Foto: Bárbara Kessler
Después de Historias del aire (2016), su álbum debut solista, el cantautor, actor y escritor Sebastián Kotliar lanza Días y cuerdas. En este nuevo trabajo, el músico recorre nueve canciones fusionando géneros como el rock o el jazz con ritmos tradicionales como la chacarera, el candombe, el carnavalito o el bolero.
Aunque las letras mantienen protagonismo, el recurso vocal se potencia particularmente: además de ser palabra, se transforma en percusión, coro, trompetas o texturas ambientales. Todo esto, entrelazado con el universo del sonido digital y con los creativos aportes de los músicos invitados, logra potenciar el “decir” en un cuidadoso trabajo conjunto donde cada palabra, color, timbre e intención son actores de una "nueva escena".
El disco comenzó a grabarse en 2019 y fue atravesado por la pandemia, por lo que la noción de quiebre/ transformación empapó la producción, que fue interrumpida, reposada y luego reiniciada a distancia, desde la casa de cada artista. De este modo, las canciones, que fueron compuestas en un período anterior, al ser retomadas cobraron nuevos sentidos.
Eugenio Schraier, quien participó como guitarrista en el álbum anterior de Sebastián, esta vez se le une para llevar adelante la producción artística de las canciones. La heterogénea dupla Schraier/Kotliar atravesó así diversidad de momentos donde Kotliar aportó al proyecto el sonido acústico y la dirección desde su visión intuitiva y expresiva y Schraier sumó arreglos y la ejecución de instrumentos reales y digitales (sintetizadores), complementando la canción de un modo singular.
AGENCIA PACO URONDO: Acabás de lanzar tu segundo disco, Días y cuerdas, después de un largo camino en la música y en otras expresiones como las artes plásticas, la magia, la poesía, el teatro. ¿Cómo dialogan en vos estos elementos diversos a la hora de componer tus canciones?
Sebastián Kotliar: Hay algo de síntesis en cada una de las expresiones artísticas y eso es algo que me convoca siempre a explorar las distintas artes, tanto desde el rol de hacedor como el de receptor. Creo que quienes estamos en el arte solemos tener afinidad con más de una disciplina y sabemos que se entrelazan permanentemente. En mi casa de infancia, la música fue particularmente importante (mi papá y mamá se conocieron en un coro) y las guitarreadas y encuentros musicales los recuerdo como momentos de comunión y alegría. Desde muy chico me formé en el Instituto Vocacional del Arte (I.V.A) de Parque Avellaneda donde el diálogo entre disciplinas era cotidiano. Después en la secundaria Fernando Fader donde el arte surgía en nosotros, efervescentes jóvenes, de infinidad de maneras. Más tarde apareció el interés por profundizar en el arte escénico y desarrollé mi camino actoral y musical de una manera conjunta.
El teatro, para mí, significa atravesar emocional y sensorialmente las cuestiones humanas de un modo increíblemente vasto y múltiple, donde lo corporal, la voz, lo poético y filosófico, se tejen con el universo de la plástica (la luz, vestuarios, objetos, escenografía) en rítmicas musicales. En el mundo de la actuación se suele tomar registros/apuntes de lo sucedido, ese registro muchas veces fue puntapié para escribir canciones. Como cantante de mis canciones, a su vez, el desarrollo de la expresión vocal está íntimamente ligado a la idea de interpretar y contar.
La canción es una condensación. En ese sentido, es más parecida al cuento corto: algo que sucede en un tiempo muy acotado. Mis canciones son por lo general cortitas y relatan micro escenas donde aparecen actores al igual que en el teatro: la voz (y su emoción, colocación), la poesía y la maravillosa música, con todos sus elementos propios, ocurriendo en el espacio. En este último disco, hubo un particular tratamiento del espacio sonoro, tanto en lo musical como en la búsqueda de texturas, ruidos, sonidos tanto digitales como acústicos, que conforman cada uno de los momentos.
APU: ¿Cómo fue la experiencia de grabar el disco antes y durante la pandemia? ¿Aparecieron nuevas ideas ante las limitaciones?
S.K.: Indudablemente el disco está atravesado por la pandemia y todo lo que significó la transformación que vivimos en los últimos tiempos. Podría decir que tanto la noción de impermanencia, como la intimidad que generó "parar la pelota", se volvieron eje conceptual del disco. Fue bocetado y maquetado en el estudio Casa Escorpio de Eugenio Schraier en la pre pandemia. Interrumpido y reposado con la aparición de una escena totalmente distinta, y retomado y concluído, desde otro lugar durante la pandemia.
Con cambios muy concretos, como el trabajo a la distancia de los músicos invitados que grabaron desde sus hogares (Manuel Bergallo en batería, Nahuel Cerna en acordeón y piano, Pablo Peralta en cello, Matías Merelli y Mariano Asseff en bajos) y en la producción y mezcla junto a Eugenio, donde intercambiamos ideas y puntos de vista por mensajes, con la doble labor de hacerse entender e interpretar lo que el otro dice sin estar cara a cara. Hasta la resignificación y revisión de las canciones que tomaron en algunos casos nuevos rumbos en su proceso de construcción. Todo lo inusual y novedoso de la situación se trató de usar a favor, más allá de la adversidad. Las voces las terminé de grabar en mi casa y disfruté mucho de hacerlo tomándome los tiempos para probar y jugar.
APU: En "Al sol que salga" decís: "De las ramadas surge luz como un abrazo que salva", justo en épocas donde el contacto físico escasea. ¿Qué te pasa hoy con esa canción que escribiste mucho antes de esta realidad inimaginable?
S.K..: Algo muy curioso que me ocurría mientras trabajábamos, era sentir que muchas de estas canciones estaban hablando de lo que veníamos viviendo, como si de alguna manera se hubieran anticipado a la realidad actual. Quizás eso mismo se volvió motor del trabajo después de la pausa, e hizo que se me vuelva importante lanzar este álbum. "Al sol que salga" la compuse en 2016, desde otra óptica, tal vez previendo algo de las relaciones humanas que cada vez se disponían más a la virtualidad, y la desconexión y devastación de la naturaleza que lleva a un futuro incierto ("en los bordes el porvenir"), pero sin imaginar que enuncia muchas de las cosas tan vitales que nos vienen haciendo falta.
Cuando busqué un tema como adelanto del disco para hacer el videoclip con Mariano Asseff, pensé en este como un bálsamo que le podía hacer bien a quien lo reciba, sabiendo que estábamos en un momento difícil. En ese sentido, me gusta pensar que las canciones, además de ser la foto de un momento o vivencia particular, son reservorios que resignificamos y nos acompañan para tender un lazo cuando lo necesitamos. Supongo que eso es lo que puede mantenerlas vivas.
El disco Días y cuerdas se puede escuchar en YouTube
Video del tema "Al Sol que salga”