Diego Alonso ("El Pollo"): "Okupas empezó a mostrar lo que se venía"
Por Mariano Nieva
Okupas, recientemente estrenada y masterizada por la plataforma de Netflix para celebrar los 20 años de su aparición por la pantalla del viejo canal 7 atravesó el tiempo sostenida por la devoción de mucha gente que la transformó en objeto de culto. La tira que constó de 11 episodios ganó tres estatuillas del premio Martín Fierro a mejor unitario, mejor director (Bruno Stagnaro) y actor revelación (Diego Alonso). Fue posible gracias a una deuda que tenía Marcelo Tinelli con el viejo Comité Federal de Radiodifusión (COMFER), dirigido por entonces por Darío Lopérfido, y que pudo saldar financiando a través de su productora Ideas del Sur, una serie de ficción para la televisión pública.
En diálogo con AGENCIA PACO URONDO (APU), Diego Alonso, que encarnó al inolvidable “Pollo”, reflexionó sobre la producción que mostró como ninguna otra la decadencia final de la Argentina neoliberal, el nuevo cine testimonial que encarnaron una nueva camada de directores como Bruno Stagnaro, Pablo Trapero y Adrian Caetano, entre otros/as, formados al calor de la época y de ficciones posteriores como Malandras, Un gallo para Esculapio y El marginal. “Además de actor, fui guionista por ejemplo del programa periodístico La Liga (2005) y más acá en el tiempo de la miniserie sobre la vida de Carlitos Tévez Apache (2019). Pero sucede que mucha gente no lo sabe porque se niega a no verme solo en el mundo de los marginados. Y eso es por la huella que dejó Okupas”, razonó.
AGENCIA PACO URONDO: Pasaron más de dos décadas del estreno de Okupas. ¿Cómo transcurriste todo este tiempo con el karma de seguir siendo "El Pollo" para tanta gente?
Diego Alonso: Ahora que está muy fuerte esto de los 20 años de Okupas con la remasterización y la reposición de la serie en la plataforma Netflix tengo que decir que transcurrí todo este tiempo amigándome y paleándome con el Pollo. Pero con sinceridad siento que llevo bien el karma de que me sigan llamando por la calle con el nombre del personaje. Es más, una vez le dije a Dante Mastropierro, el actor que encarnó en la tira al Negro Pablo: “El día que nos muramos vos y yo todos van a decir que se murieron El Pollo y El Mascapito. En nuestros obituarios no vamos a estar nosotros (risas).
APU: ¿Cómo fue tomando forma tu personaje del Pollo; costó mucho lograrlo?
D.A: Como yo viví toda mi vida en La Matanza me daba cuenta por ejemplo, que caminaba de una manera muy distinta a la que camina El Pollo. Porque en el conurbano bonaerense nos movemos un poco más lento, con desparpajo y con más música al andar. Y mi personaje no, él siempre estaba como más tenso. Por eso, el director Bruno Stagnaro me sacaba a dar vueltas a la manzana para ir corrigiendo la marcha y eso hizo también que pudiera construir a ese muchacho tan urbano y citadino como El Pollo. Un trabajo que tiempo después lo ví en las cárceles, cuando los guardias sacan a los presos a caminar pegados a la pared con las manos por detrás de la espalda para ir marcándoles el paso.
APU: ¿Lograste dimensionar lo que significó la serie?
D.A: Me doy cuenta de esto que decís cuando veo la cantidad de pibes y pibas jóvenes que me paran y me dicen que yo fui parte de sus infancias y que muchos/as se vieron reflejados/as. Y eso es algo que me llena un montón porque yo tuve una infancia muy dura en términos de haber sido discriminado en más de una oportunidad. Por eso siento que los/as tengo atender y dedicarles todo el tiempo que pueda a cada uno/a para agradecerles yo a ellos/as. Por otro lado, los/as amigos/as de Agustín, mi hijo mayor que tiene 18 años, flashean con que su papá es El Pollo. Lo cual me parece increíble también porque estos/as chicos/as no habían nacido cuando Okupas salió al aire y sin embargo la conocen. Entonces me pregunto: ¿Cómo saben de la serie, dónde la vieron, quién les contó?
APU: Siempre se dijo que Okupas reflejó una época de pauperización social sin precedentes que trajo consigo nuevas formas de vincularse y de supervivencia también, y que tuvo su punto más trágico en las jornadas de diciembre de 2001 que culminaron con el derrumbe del gobierno de la Alianza. ¿Qué pensás al respecto?
D.A: Que en la serie se vio claramente como nosotros éramos parte de una generación de jóvenes que después de la dictadura empezamos a ver y entender el mundo desde otro lugar. Y es cierto, Okupas empezó a mostrar lo que se venía porque no hay que olvidar que se rodó en el 2000. Un año antes del estallido social que puso fin al gobierno del presidente Fernando De la Rúa. Por otro lado, en la tira se podía observar como por esos años se desarmaban muchas familias tradicionales y comienzan a surgir otras que no tenían ni lazos parentales ni sanguíneos. De hecho, los cuatro personajes de la ficción Ricardo (Rodrigo de la Serna), Walter (Ariel Staltari), Chiqui (Franco Tirri) y yo, cada uno veníamos de lugares muy distintos. Y de esta manera se puede decir que también formamos una familia que elegimos para vivir todos los días y en donde cada uno se preocupaba por el otro. Por eso creo que Okupas entre tantas cosas mostró una nueva construcción social.
APU: ¿Sabías que la casa ubicada en el centro porteño donde se filmó Okupas se fue convirtiendo en un lugar de culto donde el público que sigue la serie, me incluyo, va a sacarse fotos?
D.A: Totalmente. Muchas veces pasé por el frente de la vieja casa, que todavía existe y queda en el pasaje Del Carmen al 700 entre Viamonte y la Avenida Córdoba, y siempre veía a la gente sacándose fotos. Y en realidad allí grabamos muy poco, tres días solamente si no recuerdo mal. Porque el interior que se ve en la serie fue filmado íntegramente en una casona del partido de San Fernando en la provincia de Buenos Aires.
El nuevo cine testimonial y lo que vino después
APU: En cuanto al director Bruno Stagnaro no hay que olvidar que dirigió una película en tándem con Adrian Caetano como Pizza, birra, faso (1997). Un film bisagra para el cine testimonial.
D.A: Pizza, birra, faso marca para mí el nuevo cine argentino. Y esto se dio además bajo la gestión de Julio Márbiz, de quien se pueden hacer muchas críticas de su actuación al frente del Instituto Nacional de Artes Audiovisuales (INCAA) pero que le dio lugar a todos estos nuevos directores como Bruno Stagnaro, Pablo Trapero, Adrián Caetano y otros/as más. Todo/as jóvenes que se formaron durante el menemismo y que absorbieron el clima de época.
APU: Por otra parte, se podría tomar a la serie como la primera de un género a la que después le siguieron varias producciones con historias crudas de los márgenes, delincuenciales y carcelarias.
D.A: Claro. Un par de años después del estreno de Okupas apareció por ejemplo una nueva serie llamada Malandras (2003) dirigida por Ana Piterbarg y Diego Suárez que iba por canal 9 y que la verdad era un circo por más que se enojen mis compañeros/as que actuaron en la tira. Si bien eran interpretaciones bien delineadas que formaban parte de la ciudad. En cambio Un gallo para Esculapio (2017), también obra de Stagnaro, que cuenta con la participación actoral y guión de Ariel Staltari tiene una historia, un hilo conductor y un buen trabajo con los personajes. Pero eso tiene que ver mucho con Bruno que labura de esa forma y que basta con ver su obra para darte cuenta del estilo por donde va el pibe. De todos modos, cuando me dicen que Okupas llegó para cambiar la televisión les contesto que no es verdad. Y muestra de esto es que Mirtha Legrand con sus almuerzos, y ahora también con sus cenas, sigue estando al aire.
APU: ¿Y de El marginal, que pronto va a estrenar su cuarta temporada, qué opinás?
D.A: Sinceramente no vi la serie. Intenté ver más de una vez la primera temporada y no pude porque por ejemplo había cosas del vestuario que me molestaban. Como ver tanta ropa blanca en los reclusos que en esos lugares no existe. Y lo más grave de todo me parece es que le están mostrando a futuras generaciones que algunos de esos personajes son como ejemplos a seguir. Sí me alegra por otra parte, ver que pueda laburar el enano Brian Buley que lo conozco y es un muy buen pibe. Pero ver a Rodrigo Noya metido ahí adentro, no es necesario. Después está Esteban Lamothe por ser uno de los actores del momento y aparece algún musculoso que tal vez sea el novio de algún productor o productora, porque de otra manera no se explica su participación. Y que actúen tipos con tanta trayectoria como Gerardo Romano y Roly Serrano para después pasearse por todo los programas de chimentos que existen tampoco me cierra.
APU: Particularmente la serie me pareció excesivamente salvaje y violenta lo que quizás contribuya también a justificar aún más el odio de un gran sector de la sociedad para con los presos y presas. ¿Coincidís?
D.A: Dejame decirte que es verdad que existe gente que odia a los/as detenidos/as. Pero que después de mirar la serie no creo que los vaya a odiar más. No es tan así me parece. Por ejemplo, el actor Nicolás Furtado no tiene nada que ver con ser un verdadero preso, no está en cana de verdad. Él es un chico que gana buen dinero, encarna un personaje cono “Diosito” y que seguramente tendrá una enorme carrera por delante. Por eso digo que El marginal cuenta una historia de manera zoológica y si bien está perfecto que se quieran llenar los bolsillos no hay que olvidar que del otro lado, hay gente mirando. Entonces así como decíamos antes que después de películas como Pizza, birra, faso o Mundo grúa por citar dos casos no hubo más cine como aquel... ¿Por qué creés que todavía seguimos hablando de Okupas? Es más, si querés te llamo dentro de 20 años y conversamos a ver si alguien se acuerda de El marginal.