“El artista más grande del mundo”, una novela caótica y brutal

El artista más grande del mundo, de Juan José Becerra (editorial Seix Barral), es una novela sobre el escultor más reconocido y brutal del momento, Esteban Krause, a quien todos idolatran. Su mujer, el público, pero -sobre todo- el mercado del arte y todos sus afluentes están a su merced. Para contar su historia, describir su personalidad única y caprichosa, su amigo Alejandro Del Valle es el indicado. Sin embargo, Del Valle está imposibilitado para escribir, por lo que dictará su libro a una máquina: Siento como si escribir fuera quedarse, y hablar, en cambio, irse lejos, muy lejos: irse y no volver.

La novela se lee como una sátira, en una crítica clara y potente hacia los artistas, al arte contemporáneo y en su unión con el mercado, que pareciera ser una sucesión inherente al proceso artístico. Al dictar el libro, Alejandro dice: Algo pasaba para que cualquier acontecimiento del mundo pudiera imaginarse como una obra de Krause.

Mientras Béccar, que cumple el rol del agente artístico, retractor y denunciante de todo lo que se encuentre fuera de la norma, acusa al artista y a su amigo, ellos aprovechan a diluir tiburones en ácido fluorhídrico. La impunidad del arte es total, no tiene límites morales. El lector pasa a ser un espectador de este mundo. La novela logra su objetivo: expresar una idea a través de la ficción, que es, quizá, el objetivo de todo texto de estas características. 

En El artista más grande del mundo hay un concepto claro, y a partir de ahí, Becerra trata con gran habilidad el texto y subtexto. El arte es locura y lo mismo el texto, que se puede leer únicamente como una concatenación de situaciones bizarras hasta la locura. Orgías, viajes por distintas partes del mundo, muestras disparatadas y surrealistas, compras millonarias por una obra sin sentido, mujeres que se entregan por fascinación, hombres que las comparten por calentura. La clara interpretación de una época es lo que le da un lugar destacado a Becerra en el universo literario y en nuestras bibliotecas.

La novela es amigable a la lectura y atrayente, con un lenguaje sin oraciones ni palabras rebuscadas, ¿no me parezco al boludo de Hemingway hablando así?, se disculpa Del Valle. No hay búsqueda de erudición, hay búsqueda literaria. Tiene la forma del arte que critica: caótica, sin sentido, exagerada y brutal.

Publicada en 2017, El artista más grande del mundo actúa como un sensor del clima de la época, del arte, de las relaciones, y de la locura.