Érase una vez la familia: “Jufré”, libro de fotos de Diego Wisniacki
Por Dani Mundo / Foto: Diego Wisniacki
Tu amor me salva y me sirve.
¿Qué es una familia? Tal la pregunta que me saltó al cuello ni bien me puse a “leer” el libro de fotos del Doctor en Física Diego Wisniacki: Jufré. ¿Qué encarna una familia?
El pensamiento crítico, informado y progresista de los dos últimos siglos nos hizo pensar que la familia era lo que había que destruir para poder imaginar una nueva sociedad, un Hombre Nuevo, desde Friedrich Engels para acá. La familia era imaginada como la célula orgánica mínima que garantizaba la reproducción de nuestra sociedad desalmada y alienante. Hoy, viendo el libro de Diego, se me confirmó la idea de que es al revés. O tal vez no al revés, pero diferente. La familia en realidad es el último reducto para protegernos. Es el bastión inclaudicable que nos garantiza el amor mínimo necesario para sobrevivir, mientras que otras veces nos desborda de amor. La familia es la red sobre la que bailamos en la cuerda haciendo equilibrio. En verdad no era la familia el problema, era la pareja, que muchas veces se veían y se siguen viendo como la sinécdoque una de la otra: ¿o acaso nos atrevemos a pensar una familia sin pareja? Eso sí, la familia no necesariamente tiene que ver con la sangre y las relaciones obligatorias que ésta impone. No. La familia va mucho más allá de la sangre. Es una forma plástica que adopta diferentes organismos.
Como vengo repitiendo desde hace unos años, la pareja no logró adaptarse a los cambios que sufrimos incluso en nuestra propia vida, mientras que la familia sí lo hizo. Obviamente, el referente hoy de la familia es una cosa muy diferente a cuando yo era chico, hace medio siglo atrás. Los hombres no se daban besos en mi infancia. No era por falta de amor que no se hacía, simplemente no se hacía y chau. Los viejos rituales de la masculinidad. ¡Qué toscos los cuerpos de los hombres! ¿¡Cuánto cambió el vínculo familiar desde aquellos años donde no estaba legalizado el divorcio, a hoy, donde la familia va incorporando en su seno hasta a los compañeros de ruta de cualquiera de sus integrantes, o incluso las hijas de estos compañeros o parejas más o menos efímeras!?
Por suerte en el libro de Diego no hay autorretratos (salvo al final, cuando hay una foto de él abriendo la boca en su máxima extensión, como si quisiera devorar algo que lo excede… lástima que todos los signos que lo rodean remiten al banquillo del dentista), pues lo que Diego quiere es representar a sus tres diosas, esos seres luminosos (y numinosos) que son sus dos hijas y su pareja de los últimos 25 años (la gata también entra dentro de este conjunto de seres adorados). En el libro hay gestos capturados en su espontaneidad que dan pistas psicoanalíticas sobre lo que vamos viendo página tras página. Es una gran aventura sumergirse en esos colores rimbombantes.
El libro de Diego es un canto a la familia, a esa energía amorosa que lo salvó del patetismo de ser él mismo. Es un agradecimiento. Jufré es hasta ahora el nombre de una calle mítica de Villa Crespo, pero desde este libro es también el nombre de un hogar, de una casa, de una familia. De un proyecto que puede mutar (y va a mutar, porque todo cambia todo el tiempo) pero que no va a destruirse.
El libro se consigue en Editorial La Luminosa