Historia de los tres hachazos
Por Elías Alejandro Fernández
El libro “La clase un cuarto”, escrito por los hermanos Hugo y Vicente Muleiro podría ser declarado en los próximos meses de interés cultural por la Legislatura Porteña. Vicente, escritor y periodista, nos anticipa la primicia desde la cocina de su departamento en el barrio de Congreso, mientras busca yerba para ofrecernos un mate. Esperamos a su hermano Hugo, también periodista y presidente de la asociación COMUNA (Comunicadores de la Argentina), con quien escribió este trabajo, mixtura de periodismo e investigación académica. Encuestas privadas que miden la capacidad de consumo indican que la clase media (familias con casa propia o alquiler cómodo, vehículo, vacaciones, educación universitaria, salud privada y equipamiento tecnológico mínimo) se ha reducido al 10% de la población.
No es la primera vez que Hugo y Vicente trabajan juntos, ni que se refieren en sus producciones a tipologías de grupos sociales argentinos. Han escrito “Los Garcas”, en relación a varias ideologías retardatarias que atravesaron nuestra historia, y “Los Monstruos”, que retrata al núcleo de los represores en la última dictadura. En esta ocasión dicen que tuvieron otros desafíos de por medio. Entre risas cómplices reconocen sus limitaciones en el terreno académico y nombran a una seguidilla de sociólogos con cuya participación contaron, como ser Ezequiel Ipari, Eduardo Chávez Molina y Andrés Valdéz Romano, quien llevó adelante las encuestas basadas en los indicadores que los hermanos seleccionaron para medir a esta “clase un cuarto”. Fueron también imprescindibles los aportes históricos de Ezequiel Adamovsky, Torcuato Di Tella y Maritella Svampa. La investigación troncal, llevada adelante por Ipari, se conformó a través de un cuestionario repartido en ocho ciudades del país, y referido a variables tales como la capacidad de consumo, la manera de plantarse ante la política, los medios de comunicación, la educación, la religiosidad, el consumo y la circulación de la cultura.
Los Muleiro identifican el momento actual con una tercera etapa de descomposición en las condiciones de vida de la tradicionalmente llamada “clase media”. Tras un ciclo económico en el que este grupo social se había visto favorecido, comenta Hugo, parecía más difícil de entender por qué el electorado sumó su voto mayoritario a favor de Mauricio Macri. Vicente opina que el Rodrigazo, el Cavallismo y el Macrismo son “tres hachazos” que reconfiguraron la clase media devaluando su capacidad de consumo. Los sectores más deteriorados por los vaivenes económicos son, luego, los que muestran un tinte más intolerante a partir de su angustia por caer en la pobreza, al mismo tiempo que las corporaciones coptan la política para tranformar subjetividades, concentrando el poder y la riqueza mientras degradan económicamente a su clientela más numerosa: la ex clase media.
El segundo mate de la ronda se desliza hacia nosotros.
Agencia Paco Urondo: ¿Por qué este libro en este momento? ¿Por qué la legislatura porteña estaría barajando declararlo de interés?
Hugo Muleiro: Aparece en este momento porque el devenir de la política Argentina parecía volver más difícil de entender por qué el electorado (y dentro del electorado lo que llamamos históricamente la clase media) había sumado al voto mayoritario a favor de Macri, pensando con el preconcepto de que la incidencia de la clase media había sido especialmente determinante. Veníamos de un periodo en el que se supone que la clase media había sido favorecida por un ciclo económico (accedió a más bienes, progresos materiales y demás). Entonces dijimos “sería bueno investigar esto”. Ahí empieza a definirse el formato del libro. Cuando entendemos que hay una clase social inspiradora de muchos discursos, de muchas conductas sociales –incluso de los que no son de clase media-, vale la pena investigar a la luz de ese resultado. Después la investigación te abre la cabeza hacia otras propuestas a casos diferentes al menos en matices diferentes a lo que vos suponías. Si uno suponía que la clase media mejor acomodada (o más estable) podía estar rotundamente favoreciendo el triunfo del macrismo, la investigación no necesariamente da esa marca. Porque hay algunos estudios o indagaciones nuestras y trabajos de campo que leímos que no son nuestros pero que fueron nuestro insumo que demuestran que por ahí los sectores más deteriorados y perjudicados por los vaivenes económicos del país son los que por ahí tienen un tinte más intolerante o más proclive a la intolerancia política que alguien que está más cómodo y ve la vida con más tranquilidad, entonces puede pensar mejor en los derechos de los otros, entonces ahí la explicación es esa. Y después se ve acompañada por la realidad en el sentido de que la política económica del gobierno efectivamente produce un derrumbe de los estándares habituales que uno consideraría de clase media.
APU: De clase media a clase un cuarto. ¿Qué es lo que se perdió? ¿Es económico o es cultural?
Vicente Muleiro: Yo creo que son varios movimientos. No es una cosa o la otra. En lo económico ha7y tres hachazos que van reconfigurándola, que son la dictadura con el Rodrigazo, el Cavallismo, tanto con Menem como con la alianza y lo que estamos viviendo. Son tres períodos que la devalúan en cuanto a su capacidad de consumo. Paralelamente se va produciendo otro fenómeno que es la incorporación de lo que se llama la clase política bajo el ala de las corporaciones. Y paralelamente se va reconfigurando en todo occidente el poder con patas donde los partidos políticos no tienen la incidencia fundamental que tuvieron durante el período 1945-1975. Los llamados “30 años dorados del Estado de Bienestar”. La política es muy coptada por las corporaciones, que empiezan a hacer además estrategias de captación y de transformación de las subjetividades hacia debajo de la sociedad, para concentrar el poder y concentrar también al riqueza.- Esas dos cosas van de la mano. Cómo actúa el poder sobre los sujetos de clase media hacia abajo, que es su clientela más numerosa, y una degradación económica que la acompaña. Eso serían dos factores fundamentales.
APU: ¿Viene de la mano de los grandes relatos de individualismo?
VM: -Grandes relatos, penetraciones moleculares en la manera de pensar, en la manera de crear subjetividades por ejemplo por medio de la publicidad, por medio del mundo del espectáculo, que tiene un rol que va a haber que investigar mucho, porque parece que está en un rol mucho más fuerte del que se piensa. Desde aquellos estudios de la cultura de la sociedad del espectáculo como alienación que completa al capitalismo, aquella que estudio la escuela de Frankfurt hasta ahora, donde hay una penetración capilar desde esos lugares, hay que laburar muchísimo para ver qué hacen. Más el uso a favor de las nuevas tecnologías, porque son los dueños de las nuevas tecnologías. Así que te encontrás con un montón de cosas que arman este escenario y que o se puede decir que es una sola.
APU: Este espanto ya no los une sino que los divide.
VM: Claro, una de las cosas que vimos en las encuestas son las fragmentaciones sociales.
HM: Ahí quiero apuntar algo respecto a lo que vos decís. Un conjunto social que uno supone homogéneo porque más o menos vive la misma vida, tiene los mismos intereses, las mismas necesidades, los mismos padecimientos, las mismas carencias, los mismos avances cuando la cosa pinta más o menos bien, y que sin embargo el sistema logra fragmentar. Ahí hay factores de todo tipo interviniendo. Algunos son los que mencionó Vicente, la precariedad como sistema permanente en la vida laboral es un gran factor de incidencia sistémico sobre lo que en otro tiempo podríamos haber llamado solidaridad de clase. El hecho de que dos trabajadores casi en una misma función y en un mismo ámbito estén en situaciones claramente distintas. Uno que trae la condición permanente y la sindicalización, la obra social, y otro que tienen que pagar impuestos para laburar. Que son instalaciones del sistema que te fragmentan, porque ponen a dos sujetos en situaciones muy diferentes a hacer lo mismo o casi lo mismo. O con pequeñas diferenciaciones. Y después las estrategias de comunicación, que son de los medios en su más amplio sentido. La ficción, los modelos que tenemos, te ponen a mirar al otro de una manera adversa. Esto ha llegado a límites que uno no ubicaría dentro de una estrategia de un poder misterioso que está en alguna parte y diseña todo, pero yo recuerdo, por ejemplo, durante el menemismo, que vos sufrís un hecho delictivo en la calle, ibas a declarar a la policía y la policía trataba de que vos definieras a un individuo de relativamente baja altura y de tez oscura como boliviano. Y vos decías “no, qué sé yo”. Pero había una estrategia para engrosar una curva delictiva del inmigrante. El discurso del inmigrante que viene a robar está muy instalado en Argentina. Y sin embargo, si vos mirás las estadísticas más serias de las proporciones de la delincuencia, la población carcelaria argentina no tiene una población inmigrante superior a la de toda su historia. Y sin embargo vos preguntas en un ámbito urbano por los inmigrantes más pobres y seguramente están señalados como proclives a lo delincuencial. Todo eso son construcciones que también fragmentaron mucho. Que en otros países tiene otros modelos. Es el que usa no sé qué en la cara, y así. Es ahí si una estrategia de fragmentación de los grupos sociales.
APU: ¿Esto contradice una idea nodal de clase media tradicionalmente concebida?
VM: La clase media tradicionalmente concebida tiene algunos matices ideológicos que no son precisamente a favor de los sectores postergados. En una era moderna en Argentina ideológicamente se consolida con el anti peronismo. En 1965 era catolicismo y anti peronismo una manera de diferenciarse del ser plebeyo que era el anti peronismo. O sea que tienen una marca muy fuerte reaccionaria. Pero además hay un basamento anterior. Porque el Estado Argentino, que se constituye bajo la ideología positivista, es un Estado que se constituye prácticamente contra la posible rebelión social. Primero con la matanza de los nativos, y después con la rebelión social de los descendientes de los nativos o de los inmigrantes que venían con otras ideologías. Es un Estado que se constituye como adversativo de lo popular. Y es ideología muy arraigada. Hasta que se empiezan a medir las clases sociales y la sociología va creciendo como disciplina, tenés una sociedad binaria de decentes y canallas, y fuera de eso no hay casi anda, aunque existieran formaciones de clase media, de clase un cuarto, ¿no? O sea que hay una corriente ideológica que a la clase media no la favorece, que sufre dos cambios fuertes en dos periodos del siglo XX en cuanto que hay una apropiación ideológica de un lugar de más resistencia. Que son los años 70, sobre todo con la juventud y el alfonsinismo, que es un fenómeno de clase media y que apuesta a valores positivos de la vida democrática. Yo creo que el apoyo al Kirchnerismo por ahí no es tan ideológico como si la eficacia en controlar la situación económica que había llevado este país a empobrecer al 54%, aunque después se carga de ideología, de su propia mitología, de figuras fuertes, que son odiadas y al mismo tiempo mitificadas como al de Cristina, por ejemplo. Pero la clase media ideológicamente es muy lábil y muy veleidosa. Y muy heterogénea. Esta es una marca muy fuerte. Siempre decimos: no se puede sacar una foto fija de la clase media, y no somos los primeros que lo decimos. Porque es bastante posible que si generalices cometas un error. Por ejemplo, los movimientos de derechos humanos salen de la clase media. Y muchos de la clase media baja, además. Si vos ves a los personajes, sus historias de vida con de ahí. De un campo popular. Otra vez no se puede hacer una respuesta que te tranquilice y te englobe, digamos. Hay mucha movilidad ideológica, también. En Francia se han pasado votos de la ultraizquierda a Le Pen, por ejemplo. Más labilidad que esa…
APU: ¿Eso también viene de la mano de la disolución de los partidos políticos y los sindicatos?
HM: Ahí sí, vos mirás y detectás un trabajo minucioso de desarticulación de la capacidad de representación que los partidos políticos y los sindicatos tenían históricamente en argentina. Una construcción que empieza muy minuciosamente con el propio Alfonsín. Al poco tiempo Alfonsín empieza a abundar un mensaje que se ancla en parte en al realidad de la frustración económica del alfonsinismo, en tanto no pudo responder a la expectativa social con lo que llamaríamos progreso económico. Anclándose en esa dificultad económica del alfonsinismo, al que además el propio poder internacional contribuyó para que el alfonsinismo fracasara, ahí empieza un trabajo de operación que empieza a degradar la política. Empieza a aparecer la política como incapaz de responder a las necesidades de la gente. De la famosa Doña Rosa de Neustadt, los sindicatos empiezan a ser también señalados como organizaciones cuasi delictivas. Y ese trabajo ha persistido con mucha energía. Así que eso también contribuye a diluir los sellos políticos de los países más fuertes de la argentina, y a quitarle capacidad de acción a los sindicatos. Cuando uno pierde identificación con la organización sindical en el trabajo donde se encuentra, lo más probable es que empiecen a navegar solo. O te metes en u proyecto que tienen que ser consistente y que es riesgoso incluso para tu puesto de trabajo, de construcción de una fuerza sindical alternativa (lo cual no es una buena noticia, porque si en una fábrica de 2000 empleados a hay dos o tres sindicatos, para el patrón la cosa está más fácil. O te metés en eso o vas por la senda individual. Decir “bueno, veo que pasa, me voy acomodando, paro, no paro, voy, no voy, depende lo que me digan”. Entonces ahí ese proceso es de una perdida de las representaciones que como quedan vacías las vienen a ocupar otros actores de poder. La comunicación, los medios. Los medios tienen sus propios tropiezos y dificultades, hay picos de cuestionamiento muy altos a los medios como vos sabrás. Pero son espacios vacíos que las fuerzas con más poder tienen la fuerza para ocupar.
APU: Si tenés individuos que se cierran, familias que se cierran mientras afuera todo es hostil…
HM: Y con un sistema que todo el tiempo te invita y te abastece permanentemente para que te quedes en tu casa a buscar la autosatisfacción. Eso en el libro lo vemos incluso en el plano religioso. Hay gente que se declara creyente y católica, y les preguntamos en al investigación que hicimos “¿cómo practicás la religión?” “bueno, yo rezo en mi casa de vez en cuando”. Pero hasta el templo perdió su lugar. El templo que en muchas historias y países puede ser también un campo de acción política, en Argentina está en problemas también.
APU: ¿Cómo creen que opera este grupo en este momento de expectativa electoral?
VM: Qué buena pregunta. Se lo están preguntando todos los equipos de campaña. Yo creo que esta labilidad que te dijimos sigue vigente: pero la lastimadura que se ha hecho sobre la materialidad puede jugar un rol de ciertos cambios. Al mismo tiempo hay que seguir viendo hasta qué punto ciertas estrategias nuevas en el sentido que cambiemos impuso una manera de crear realidades virtuales que fueron aceptadas por la audiencia en muchos casos, es persistente o ya está encontrando un discurso crítico. Esas son cosas que hay que estar observando permanentemente. Sin dudas que ha mutado, esto que veníamos hablando. La precarización, el proceso de desolidarización y la apoliticidad y la caída de los sujetos colectivos cambia con respecto al hecho de “yo soy de clase obrera, voto al peronismo., yo soy de clase media, voto al radicalismo”. Ya no se dan esas linealidades hace tiempo. Entonces es un escenario muy móvil que hay que seguir observando.
HM: Si la materialidad no hubiera sido tan golpeada por este gobierno creo que la reelección no estaría en discusión. Este núcleo de clase “un cuarto”, que nosotros creemos es la mayoría del país en este momento, como está muy golpeado por esa materialidad es probable que tenga una reacción en principio contraria hacia aquello que esperaba y no sucedió (el proyecto político de Cambiemos), pero eso no garantiza una salida de una reacción de clase o una conjunción. Incluso las condiciones de materialidad que se están ando podrían decir “más o menos, porotos más, porotos menos, podríamos estar cerca de un estallido tipo 2001”, porque el retroceso material tiene aproximadamente esa envergadura, por más que tenga mucha cosmética la estadística. Y sin embargo parece que está muy lejos de suceder eso en la argentina de hoy. Eso es porque hay una atomización (entre muchas cosas) en este núcleo que, compartiendo experiencias materiales similares en el sentido de la perdida, el entendimiento respecto de lo que está en disputa es como se interpreta esa pérdida. Porque hay personas que todavía están diciendo que el sacrificio material que él mismo y su propia familia están sufriendo es algo que necesita el país. Esto no es que uno pueda decir que tenga un volumen tan grande como para determinar un resultado electoral. Pero son nociones que están muy bien implantadas en el consumo social y que todavía están apalancando. Lo que pasa es que partimos de una ilusión de clase media que es una situación de por sí virtuosa. Que viene de Aristóteles, del “punto medio”. Para gobernar una ciudad de los extremos, ¿qué necesitamos? Una fuerza que haga el equilibrio. Ese lugar virtuoso de la clase media está descripto desde hace dos siglos. Y la preferencia por el inmigrante del norte europeo en lugar del sur europeo que en su momento la propia clase dominante que lo convocó lo empieza a despreciar. Porque además les trae ideologías nuevas, cuestionamientos, protestas. Todo eso, a pesar de que no tenga una materialidad, son nociones que están conviviendo en este grupo social. Y eso también contribuye a la dispersión.
VM: Este sector es el mayoritario, estaba erigido y bombardeado por el poder para capturar su subjetividad y dirigirla a una actitud de no resistencia y no rebeldía ante un status quo. Y que tiene que estar permanentemente bajo observación de quien es quien, una política que amplíe los límites de la emancipación tanto personal como social. Tiene que estar permanentemente bajo estudio para saber cómo se apela a ese sujeto. Es un tema, porque sin duda que el poder lleva ventaja.
HM: Claro, porque es propietario de los instrumentos para hacer ese trabajo. Entonces claro, es muy difícil. Ellos crean los sistemas y uno los tiene que entender para usarlos cuando ellos ya los están usando. Incluso con posibilidades de acción que a veces se les escapan de las manos.
VM: Automatizadas, inclusive.
HM: Lo más inquietante de eso es cómo hay un conjunto de instrumentos capaces de intervenir tan efectivamente en la subjetividad del individuo ya no como un sujeto perteneciente a un colectivo, sino llegar a su dormitorio, casi.
VM: Para inventar un nuevo goce que sea funcional al sistema. La pornografía, por ejemplo.
HM: Eso es impresionante. Es el gran instrumento del poder.
“La clase un cuarto” - Editorial Planeta - Marzo de 2019