La compañía de danzas marplatense Comfluir presenta “Reverdecer”
Por Laila Desmery
Cae la tarde en la plaza Peralta Ramos de Mar del Plata. Grupos de familias y amistades se acomodan guardando distancia, se sientan en los bancos de cemento o sobre mantas (nunca falta el avispado que lleva su propia reposera). Hay una cierta timidez en el aire, los cuerpos adultos aún están descubriendo cómo es esto de volver a ocupar la calle. Los niños y niñas, no, sencillamente corren. Quienes solo salieron a pasear a su mascota o a caminar, pululan, curiosos, con la mirada puesta en el centro de la plaza. El terraplén donde se sitúa la biblioteca hace de escenario, creando un anfiteatro al aire libre. Un piso desmontable, dos trípodes de iluminación y un parlante enmarcan el área que hasta hace un rato era solo un espacio verde y ahora es un pequeño escenario donde las y los bailarines elongan, precalientan o ya sin más se disponen a la danza. Reverdecer, el primer espectáculo de la compañía marplatense Comfluir, está por comenzar.
Hace un año su directora Jésica Arias (37) no hubiera creído posible esta imagen. En primer lugar, porque Comfluir aún no existía. Pero mucho menos hubiera imaginado que sus bailarines actuarían con barbijos o que estrenarían, no en una sala, sino a plaza abierta. “La danza no es muy habitué de la calle y los bailarines no estamos acostumbrados a hablar o interactuar con el público, dice, pero llevarla a la calle es lo mejor que podemos hacer: mostrarle a la gente que hacer danza no significa solamente ponerte un tutú o bailar La bella durmiente”.
Entre las artes escénicas, la danza tiene fama de ser abstracta, como si al no tener palabras, no tuviera un contenido comprensible o como si fueran solamente pasos de una coreografía vacía. Sin embargo, en este caso la convivencia de cuerpos tan distintos ya de por sí cuenta, extraña y fascina. Comienzan a caminar y en esa acción tan mínima y cotidiana, se notan diferentes calidades de movimiento y energías. No hay uniformidad, ¿por qué tendría que haberla? Justamente, como cuenta la directora, la idea de Comfluir es construir un lenguaje de movimiento en base a la pluralidad, no solo de lenguajes sino de generaciones. Hay bailarines de folklore, popping, urbano, jazz, clásico y acrobacia, donde el integrante más joven tiene 16 y la más grande 46. Lo que se pone en juego no es una cuestión de edad, sino de “lo que puede ofrecer cada uno” en pos de una convivencia y un aprendizaje común.
Nómade dentro de la provincia de Buenos Aires, Jésica Arias nació en Bahía Blanca, se formó principalmente en el Teatro Argentino de La Plata y hace 11 años vive en Mar del Plata junto a su hijo. Durante la cuarentena, tomó una decisión un tanto inusual para estos tiempos: renunció a su trabajo como profesora en un instituto privado de danza y apostó por la autogestión y la construcción colectiva. Hoy día es parte del Instituto Artístico Multidisciplinar (AMAR) situado en la zona del puerto y en diciembre al recibir la propuesta de formar parte del ciclo de Plaza en Plaza de la Municipalidad de General Pueyrredón, se dio cuenta de que era hora de concretar uno de sus sueños: armar su propia compañía.
Después de un año de pandemia y crisis, no todo está perdido. Pero, como dice la canción de Perotá Chingó: “Hay que mirar pa’ dentro cuando el trabajo sea reverdecer”. En ese sentido, la obra hace un trabajo de revisar las situaciones que vivimos a lo largo de 2020: la soledad, la convivencia en pareja, la comunicación virtual, las clases por zoom, los reencuentros... Estas escenas son representadas con humor y también desde una mirada crítica, sin perder por ello, el cuidado y la empatía. Por eso impacta la imagen final del espectáculo cuando los 14 integrantes miran al público con tapabocas puesto. “El tapabocas tapa nariz y boca, pero los ojos no. La mirada dice muchísimo de nosotros. Aceptar y cuidar al otro también es poder mirarlo. Es importante entender que no se está solo, que hay un montón de gente que está en la misma. El tema es mirarnos”, remarca Arias.
Reverdecer tiene una duración de 35 minutos. Está adaptada al espacio público con modalidad a la gorra. Esto no es menor. Por un lado, los artistas escénicos han visto totalmente mermada su fuente de trabajo por el cierre de salas durante la pandemia. Por otro, si bien el Ciclo De Plaza en Plaza comenzó en enero, los artistas recién han firmado un contrato laboral a principios de febrero y, de no ser por centros culturales que prestaron el equipamiento, no habría iluminación ni sonido. ¿Es este el trato que los trabajadores de la cultura se merecen? ¿Qué posibilidad está dando la Municipalidad para que la cultura y el arte reverdezcan en Mar del Plata si estas son las condiciones laborales de los y las artistas locales?
En un mundo lleno de clasificaciones, Reverdecer se vuelve inclasificable: un espectáculo que podría atrapar a un adolescente como también conmover a un adulto. Si algo tiene esta obra es la potencia de generar un terreno común, accesible, empático, donde nadie queda fuera de esta posibilidad de ver el mundo desde otra óptica y, como comunidad, empezar a reverdecer.
La última función de Reverdecer se realizará el miércoles 24 de febrero a las 19:00 h en la Plaza Peralta Ramos (Av. Colón y 20 de Septiembre), Mar del Plata.