La Laguna: una historia en el camino

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La Laguna: una historia en el camino

22 Septiembre 2012

María y Lucía, son hermanas. María (Denise Groesman) es la mayor y Lucía (Martina Juncadella), la menor. Ambas deciden emprender un viaje junto a su papá (Germán de Silva) quien debe volver a su pueblo y casa natal porque su madre se encuentra gravemente enferma. Hasta ahí, la trama narrativa de esta historia, que surge, que acontece, más bien, en el camino.

En medio de la ruta y de la geografía hostil, el auto se detiene y los personajes comienzan a habitar las pampas, a enredarse con los yuyos, a ensuciarse, a perderse en el paisaje y a inmiscuirse en la laguna. Ellos se van, entran; cantan, callan; se ríen, lloran; se miman, discuten; accionan ante la detención.

El auto se estanca ante la imposibilidad paterna de continuar y enfrentarse al “tiempo”, a su paso -su propia vida recorrida- y a su inminente porvenir -la muerte. Pero la presencia de María y Lucía, pone en movimiento una serie de planteos, recuerdos y reflexiones (lo que fue, lo que no, lo que pudo haber sido) que afectan y entran a resquebrajar al núcleo familiar instituido, al tipo de relación sostenida entre ellos tres. Así emergen algunos reproches, las cosas no dichas, los deseos truncos (formar una banda, vivir los tres juntos). Ambiciones, juegos y proyectos en los que, incluso, la figura materna aparece desdibujada, o mejor dicho, no aparece.

Es que esa es otra cuestión que emerge a medida que nos adentramos en la laguna. El tema del amor filial y fraternal, que en la obra adquiere otro matiz, una cierta connotación sexual amparada un poco en la idea del "triángulo amoroso" por esta relación particular, cálida, afectiva (a veces, hasta extremadamente afectiva) que el padre mantiene con sus hijas y ellas entre sí. Los celos que a María le despierta el vínculo que su papá tiene con su hermana, ese un vínculo de cercanía, conexión del que ella, muchas veces, se siente ajena. Lucía es la que conecta al padre con su aspecto lúdico, su debilidad, su niñez (es la que canta con él en la banda, la que se tira a la laguna como él, la que lo contiene desde un lugar de comprensión y proyección), a diferencia de María, quien en su vida actúa como una especie de madre y de mujer. Es la que lo desespera, lo persigue, lo increpa, lo reta; pero también, la que lo divierte y lo fascina. Ella se vincula más con la imagen del padre centrado, responsable y maduro, ese que inicia el viaje bien vestido, limpio, varonil antes de sumergirse en la laguna y quedar empapado, hecho un niño, inseguro y endeble.

Apéndice:

Pequeña entrevista con Martina Juncadella. Joven actriz (20) ha actuado en diferentes películas –Cara de Queso, Desmadre, Los Santos Sucios, Abrir Puertas y Ventanas- y hoy se destaca en el papel cálido, sútil y sensual de Lucía en “La Laguna”:

APU: ¿Cómo describirías a tu personaje - Lucía- y a la relación que ella mantiene con su hermana (María) y su papá?

Martina Juncadella: Construir el personaje de Lucia fue para mí conocer otra manera de abordar el trabajo. Al principio me costaba comprender que casi no hablara, guiada por la lógica absurda de que la expresividad pasa por la palabra. A medida que fuimos ensayando entre en su órbita: una chica adolescente muy enfrascada, en crisis, con una emocionalidad a flor de piel y que no puede expresarla. El vehículo era su silencio. Fue entonces que descubrimos que Lucía y María se complementaban, y la relación de cada una con el padre se fue delineando más profundamente. Lucía es como una esponja: capta todo lo que sucede y la sensibiliza. Pero no lo dice y es ahí donde se vuelve interesante, para mí, por oposición a la hermana que necesita nombrar todo (la muerte, el viaje, los celos), ella lo traga y expresa en gestos.

APU: ¿Cuál es tu mirada, tu interpretación de la historia?

MJ: A la obra la veo no tanto desde una óptica narrativa, sino como un instante que se desarrolla. No hay necesidad de dar información sino que ellos tres ahí, cómo son, cómo hablan, cómo resuelven lo mínimo, son la información, No se propone ir hacia un fin, cerrar, sino que para mí es como si abrieras una puerta cualquiera y vieras lo que sucede ahí. A medida que transcurre la obra vas viendo cómo son, su capacidad de crecer, etc, pero no veo la necesidad de mostrar, montar una estampilla para que se entienda la "historia" desde un lugar lineal.

Lo lindo para mí, es ver la vida y la intimidad de esa relación familiar. La describiría así: como un instante de una intimidad increíble entre un padre y dos hijas, y los límites de esa relación, que en este caso se borran porque es como un rol ser padre, ser hija, y la obra trata también de un padre fracturado en ese lugar.

El Camarín de las Musas – Mario Bravo 960 – Tel: 4862 – 0655
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