La rabia de Los Rusos Hijos de Puta
Por Juan Ciucci
Y sí, arranquemos por aclarar que la banda se llama Los Rusos Hijos de Puta. Listo, ya está. Gran nombre para una banda, claro. Y más si intenta reflejar un poco de la rabia que en escena pueden demostrar.
Este cuarteto se brinda sin demasiados tapujos acompañando esas letras furibundas que nos gritan en la cara, ante lo que podemos optar por seguirlos o putearlos, tal vez. Puede ser que otra reacción natural sea escupirlos, lejos del enojo y el divismo que el Indio supo reclamar. “¿Qué te crees, que es un recital de Los Rusos Hijos de Puta?”, podría decir ahora, actualizando un poco su reto a los púberes salivadores.
Con una lírica casi tan colérica como su música, podemos escucharlos gritar “se casan tienen hijos y no hacen más nada, los pibes de hoy los viejos de mañana”. El video de Los pibe deja clara esta intención contestataria, disruptiva, insoportable. Más de uno tiene ganas de partirles algo por la cabeza, o caso contrario, gritar con ellos tanta rabia contenida.
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¿Pero rabia de qué, a qué? “Contra el mundo que es una verga, básicamente. No se puede creer que haya tanta injusticia, que nos dejemos morir y matar tan fácilmente”, dicen. Punkrock. “El disco refleja algo de lo que sentimos sobre las bases sociales de este mundo, regido por el dinero y la injusticia”.
Bueno, esa bola de furia puede escucharse en este disco grabado en directo en el estudio, como quien dice. “Nuestra música esta en el ruido y no en la separación de instrumentos, en la comunión arriba del escenario, y eso lo pudimos traspasar al estudio”. Se siente, se escucha, en Halloween o La federal, por ejemplo. En este mundo que (por fin! por fin!) las mujeres van copando, la banda es una mancomunión de dos damas y dos caballeros, lo que les permite escapar a los lugares comunes con que el rock suele encontrarse, Pomelos mediante.
En fin, una gran banda para ver en vivo, con un gran disco que harán escuchar por algunos otros lugares de este continente. A la par que nos plantean las diversas batallas que perdemos (o dejamos que nos ganen) en esta vida, contra aquella moral que sigue siendo mayoritariamente burguesa. “Estoy cansada de morirme de lunes a viernes, no quiero trabajar para otros, no quiero trabajar para gordos en camioneta”. Yo tampoco.
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