Libros: Vida íntima de Perón, por Juan Ciucci

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Libros: Vida íntima de Perón, por Juan Ciucci

24 Enero 2012

Las biografías oficiales son un tanto inquietantes. Esa historia que aparece narrada, es la voz del personaje retratado, que elige a un escritor para expresarla. Entonces, al leerla, sólo sabremos lo que él nos quiera mostrar. ¿Qué interés tiene saber sólo lo que quieren que sepamos? Al ser el relato oficial, nos permite analizar cómo se muestra y cómo se oculta el personaje biografiado.
 
Enrique Pavón Pereyra es el biógrafo oficial del General Perón. Se acaba de editar Vida íntima de Perón, su libro póstumo, que narra la historia privada de Juan Domingo. E incluye su vida sentimental, no como una debelación de relaciones y secretos, sino como parte de la construcción del sujeto retratado. Hechos personales que transcienden hacia lo social: cómo fue su primer matrimonio, cómo conoce a Evita, cómo conoce a Isabel. Con palabras de Perón, nos permite obtener una visión distinta de sucesos conocidos.
 
Esas visiones a veces construyen una mitología exuberante (el primer peronismo), pero van tornándose cada vez más oscuras a medida que avanzan las décadas. Es que ese Perón del final, en su retorno a la Argentina, sigue siendo un material difícil para quienes quieran retratarlo. Lo fue sin dudas para Leonardo Favio, que en su monumental Sinfonía del sentimiento, apenas dedica unos minutos al tercer gobierno del General, y ninguno a López Rega. Pavón Pereyra tampoco indaga demasiado en ese final ambiguo, en esa tríada entre Perón, su mujer y su mucamo.

Es más, ofrece una visión positiva de esa mujer extraña que aún es María Estela Martínez, dando a entender que fue su ambición la que la malogró. Desde su humildad hasta su entrega, nos permite entender su acercamiento a Perón a partir de la soledad de éste en el exilio. Testimonia esos primeros días de la pareja, de esa secretaria multifuncional que termina casándose secretamente en noviembre de 1961 con su admirado General.

“La mejor alumna del líder hace, con provecho, sus primeras armas en la política. Ya ha dado algunas muestras de su finísimo y obstinado pulso. Hay quien sintetiza su historia biográfica, nada menos que en la historia de su voluntad; pero de una voluntad que confunde a menudo la determinación obstinada con el capricho y, aún más, con la novedosa obsesión con el poder. El empecinamiento y la testadurez reemplazan la íntima naturaleza de Isabel y deforman lo que pudo coadyuvar a la forja de un temple de acero”. Tampoco escapa Pavón Pereyra a obscurecer al personaje más siniestro de esa época, López Rega; casi como una reacción contra aquellos que sólo intentan a través de él entender la época.

El ‘45

Por eso los mejores momentos del libro son los que retratan la vida íntima de Perón y Evita, y los años de oro del primer peronismo. Recupera, de sus entrevistas con Perón, ese primer momento de unión entre ambos. “Me gustó la forma de obrar y de pensar de esa mujer sensible. Era práctica y traía ideas nuevas. “Bueno, ya que la idea partió de usted, asuma la responsabilidad de darle forma”, le dije. Ese día, Eva Duarte, la que resultaría ser una mujer inconmensurable, me respondió: “Es lo que pienso hacer: ¡organizarlo todo!” Y me advirtió: “Eso, si Usted me lo permite. Si, como afirma, la causa del Pueblo es su propia causa, por lejos que vaya, por grande que pueda ser el sacrificio, no dejaré de estar a su lado”.

Y cuando cuenta el casamiento, Perón no deja de asociar su vida privada a lo social. “En realidad el propósito de unirnos en matrimonio surgió desde el primer momento y se acentuó, acaso, con la desazón que originaron los sucesos de octubre del 45. Digo más, interpreto que tal decisión constituyo el primer acto revolucionario que produjo el Justicialismo. Un jefe del Ejercito Nacional debía descartar la hipótesis de casarse con una artista. Equivalía a una ofensa grave para la prefabricada asepsia de la institución castrense.”

Quizás uno de los testimonios más valiosos del libro sea el relato de la enigmática Blanca Luz Brum, un personaje tan particular que en su arrolladora vida fue testigo y participe del 17 de Octubre. Su relato, aparecido en la revista Primera Plana en 1973, es de los más ricos y conmovedores de aquella gesta popular. A continuación, transcribimos una parte del relato.

“Así las cosas, llegó el 17 de octubre. Manteníamos una clave para comunicarnos entre los departamentos; por ejemplo, llamábamos 4 veces y decíamos luego ‘Aquí el Museo de Bellas Artes’. A mí me asignaron la misión de integrar un comando que vigilaba el movimiento de barcos desde y hacia la isla Martín García. Teníamos también algunos compañeros marinos, al fin hijos del pueblo, que estaban en naves surtas en las proximidades de la costa y nos transmitían las novedades. Fue una sorpresa escalofriante cuando llegué a las inmediaciones del río y me topé con un escuadrón de la policía montada, integrado por tipos sumamente negros, con pelos negros, con uniformes negros y con los caballos relucientes; un espectáculo digno de Violeta Parra.

“Del otro lado del río, en el límite de Avellaneda, la muchedumbre peronista gritando que levantaran los puentes, componía un cuadro formidable. Hacia el mediodía se produjo un hecho inesperado y extraordinario que, tal vez, ni el mismo Perón conozca: esa muchedumbre, cansada de esperar, se  tiró al riacho para cruzarlo a nado. Yo buscaba desesperadamente la cara del oficial que comandaba el pelotón porque, según informes, la policía debía estar al lado del pueblo; pero no pude ubicarlo. De repente, este hombre desenfundó el sable y gritó ‘¡Viva Perón!’; luego el escuadrón hizo lo mismo y sus hombres gritaron: ‘¡Viva Perón!’ Agregó el jefe del pelotón: ‘Bajen el puente para que pase el pueblo’. Así pasó la gente, y la policía del general Velazco entró en la ciudad escoltando a la masa peronista de Avellaneda y Berisso.”

Vida pública, vida privada

Conocer la intimidad del líder, nos ofrece diversas herramientas que no siempre elegimos utilizar. Lo vemos en sus grandezas y en sus miserias. Conocemos sus afecciones hacia el cine de John Ford, por ejemplo; o sus reuniones y placeres ya instalado en Puerta de Hierro. Pero nos es difícil escindir ese relato de la vida diaria, con el de aquellos que en esos momentos daban su vida en su tierra por su patria.

El derrotero del exilio de Perón parece ser inevitable para Pavón Pereyra, enmarcado en la voluntad de un hombre que siempre persiguió su historia. No hay errores, o disonancias entre su accionar y los sucesos que acontecen en la Patria. Esas mujeres que van y vienen, esa comodidad en la nación franquista, tiene que necesariamente chocar con los relatos que la resistencia iba construyendo. Esa estancia pacífica, esa espera del General a que su tiempo llegue, contrasta con la urgencia de aquellos que se inmolaron tras la consigna ¡Luche y vuelve!.

Por eso este texto es un complemento necesario, de todo aquello que sabemos y desconocemos en la vida de un hombre destinado a marcar el Siglo XX y el XXl de la Argentina. Un libro que dialoga con todos aquellos que han intentado retratarlo, con todos aquellos que intentan reconstruir una vida que es muchísimo más amplia que la que le fue propia.  

 

Vida íntima de Perón,
de Enrique Pavón Pereyra.
Editorial Planeta.