Lo erótico amoroso: imaginación e insurrección
Por Sofía Guggiari | Ilustración: Silvia Lucero
La nota contiene lenguaje inclusivo por decisión de la autora.
¿Si no podemos imaginar otro mundo, podemos producirlo? ¿Si no podemos imaginar otros modos de encuentros y lazos erótico amorosos, podremos reinventarlos?
La imaginación al poder y el poder de fantasear e imaginar lo inimaginable, lo todavía no vivido, lo no esperado ni guionado. La posibilidad de reinventar nuestras maneras de querernos o de odiarnos, de desearnos, de excitarnos, de acompañarnos, de amarnos y de separarnos también, ¿por qué no?
Hay una imaginación, un relato y una memoria oficial de las relaciones humanas, y entonces también un guión de cómo deberían ser; la protagónica, con ustedes: la historia de la heterosexualidad.
En las relaciones heteronormadas todo se sabe, se espera, se organiza y se clasifica en dos. La pareja heteropatriarcal como fuerza centrípeta jerarquiza los amores de todo tipo, los divide y opone como si fueran variables a manejar para que todo " funcione bien", siendo muchas veces -la pareja- el único sentido de la vida, construida en una fuerte idealización y produciendo una promesa de felicidad privada.
Y esto no significa que no podamos llevarnos re bien con nuestrxs novixs, que no nos sintamos comodxs al abrigo de un compañerx, que no podamos disfrutar de encuentros con otrxs que impliquen prácticas eróticas heterosexuales (en tanto erotismo entre mujeres con hombres - cis género- y viceversa) y que estemos a gusto allí.
Se trata más bien de entender que la vida heteronormada, que implica esta imaginación oficial que menciono arriba, en su sentido amplio excede la elección o elecciones sexuales; es todo lo que construimos a partir de eso. Los encuentros, los desencuentros, las amistades, los amantes, los parentescos, lo que proyectamos, lo que nos erotiza y deseamos. Las fantasías que sostienen nuestros vínculos. Lo que no decimos por miedo, lo que gritamos con enojo, lo que abandonamos por presuponer, lo que nos imponemos arbitrariamente para encajar. Y mucho más, es también la manera por ejemplo en que pensamos la política, la salud, el derecho, la cultura, la educación.
¿Por qué la insistencia en pensar otras formas para amar, vincularnos, enlazarnos, producir afectos, amores y erotismo? Porque creo que re inventar este campo es también re inventar el mundo en el que vivimos; mundo que grita con fuerza transformar los modos en que lo habitamos.
¿Cómo pensamos la imaginación erótico amorosa?
La socióloga Eva Illouz en: ¿Por qué duele el amor?, identifica que en las sociedades de consumo (podríamos ubicarlas a partir de la mitad del siglo pasado hasta la actualidad) ha habido una serie de transformaciones e incluso invenciones en las tecnologías de la imaginación e idealización de los vínculos erótico amorosos, dado por un proceso de institucionalización, masificación, individualización y privatización. Al mismo tiempo que se conquistaron derechos políticos, sociales y civiles para las existencias oprimidas por el patriarcado, la vida toda, se fue mercantilizando.
En el llamado por la sociología, "mercado del amor heterosexual", las fantasías e imaginarios están totalmente codificados. Y las personas, parecieran, tienen ahora la supuesta libertad de buscar y elegir compañías sexoafectivas. Pero ojo, no olvidemos, no existe el "libre mercado" como tal. Siempre hay quienes gozan de mayores privilegios y están en mejores posiciones para tomar decisiones y por lo tanto regularlo; y en este caso son los varones hetero cis, quienes ocupan este lugar por su posición histórico política.
Entonces re inventar lo erótico amoroso: ¿es solamente la discusión por la monogamia o las relaciones abiertas? ¿La revuelta se suscribe solamente en repensar con quién, quiénes y cómo nos acostamos y con quién no? ¿Se trata solamente de "la libertad sexual"? ¿No es también la idea repensar los conceptos por ejemplo de libertad y sexualidad en el dispositivo heterosexual? ¿La libertad sexual sin igualdad es libertad o sigue siendo ejercicio de poder de género? ¿Es por otro lado producir relaciones profilácticas, sin riesgo ni dolores? ¿Con quiénes sí y con quiénes no vamos a poder armar otros imaginarios?¿Cuáles son esos imaginarios, relatos y memorias no oficiales del amor, de lo afectivo y de lo erótico? ¿Cuál es la materialidad ya existente de esos imaginarios? ¿Serán esas afectividades más transversales y menos jerárquicas? ¿Podemos desterritorializar los fantaseos para nuevos universos?
Imaginación e insurrección
Los sueños sueños son, pero también son la materia de un real que necesita desplegarse. Y entonces imaginar, como acto subversivo, de formas más tiernas, menos idealizadas, más cuidadas, más sensibles, menos crueles del lazo social, y no por eso ni asépticas ni lavadas.
Pero acá lo más importante, no es el pensamiento como una utopía, como un objetivo inalcanzable que en un futuro inaugure aquello imposible; sino como una práctica de existencia en el presente, una política y una ética, en la prueba, el error y en el ensayo de la vida. El amor no como una teoría sino como un campo a experimentar y componer con otros cuerpos.
¿Será en esos actos, quizás imperceptibles, actos de huida o de fuga del amor y de lo erótico, como ideales, como guiones o como fantasías fijas heterosexuales donde se vuelve potencia la imaginación? ¿O cuando habitamos en esos lugares borrosos; en los intersticios, en los huecos y vacíos que dejan esos contratos obligados y ya sabidos, con las parejas, lxs amistades, lxs amantes y con las formas todas del amor? ¿En las veces que podemos silenciar, por momentos aunque sea, los imperativos que la vida heteronormada impone a nuestros cuerpos y a nuestras maneras de desear?
¿Cuándo se deserta con alegría de los mandatos de masculinidad? ¿Cuándo se politizan las opresiones de las existencias feminizadas? ¿Será eso que hacemos cuando tratamos de escapar de los modos preestablecidos de lo vivo, del sexo, del amor, que se pretenden con objetivos y finalidades concretas de reproducción de lo social?
Torcerle entonces, un poco al sentido su sentido más obvio. En ese mensaje que no se envía por miedo, en esa llamada que se espera con desesperación, en esa discusión que retorna una y otra vez de la misma manera, jugar a fantasear otra posibilidad.
Allí donde la existencia se vuelve un desierto es allí donde se vuelve un territorio de creación. La imaginación al poder de inventar, de transformar y de poder producir, afectividades distintas, sensibilidades insumisas, roces compañeros imperceptibles, miramientos tiernos, complicidades amistosas, afectos subversivos si los hay.