Novedad literaria: “Cuál es el pez que tiñe el mar”
Por Milagros Carnevale
Es una novela que contiene mucho de la experiencia personal de la autora. En 2016 Antonella Saldicco obtuvo una beca del Goethe Institute para ir a Berlín, a un encuentro en el marco del Festival Internacional de Teatro. “Fue una experiencia muy linda, porque pude tomar un taller con un japonés, Akira Takayama, y después viajé a visitarlo en Japón. Estaba montando una obra en la calle y me invitó a acompañarlo y a hacer una asistencia. En ese viaje conocí Kyoto e Hiroshima, y desde entonces tengo una pasión con ese país” dice en una entrevista con la Revista Sophia.
Clara y su novio están en Japón, pero en dos ciudades distintas. Ella está haciendo una residencia. Él consiguió un trabajo. Quieren estar en Japón un año. Quieren vivir juntos en Japón un año. Pero a veces la vida quiere otra cosa. Esa es la impresión que da la novela: que las decisiones que toma la protagonista no las toma realmente ella sino la vida, algún ente que sopla desde un lado y desde otro. Y el resultado es bellísimo: Clara termina siendo una persona a la que le cuesta mucho tomar una decisión, pero cuando la toma, sin entender muy bien por qué, se la apropia con todos sus pros y sus contras, se la apropia aunque no esté completamente segura, como si no hubiera ninguna otra alternativa, como si solo se pudiera hacer eso y nada más. Aunque duela, aunque dude, aunque la pase mal.
En Cuál es el pez que tiñe el mar hay tanto de Argentina en Japón y a la vez es tal la impresión de lejanía que el libro genera un ambiente muy confuso, incómodo, nostálgico, un ambiente que hace que la novela se pueda leer de una sentada. Yo la leí entera en un viaje de dos horas que hice sin querer porque me confundí de colectivo. Fue una gran experiencia. La distancia que fui recorriendo desde Capital hasta la zona sur del conurbano se amalgamó perfectamente con la residencia de Clara en Kyoto y su repentina vuelta a Buenos Aires.
Cuál es el pez que tiñe el mar retrata la experiencia de estar en un lugar pura y completamente diferente del hogar, cómo es relacionarse con gente nueva tan lejos de casa, y cómo se van desgastando las relaciones incluso cuando no nos damos cuenta. Vemos lo complicado que es moverse en un idioma distinto y la satisfacción que produce lograr reconocer alguna grieta, alguna esquina, reconocer para dónde hay que doblar en tal calle. La apropiación del espacio desconocido a través de la poética, de lo mínimo, de los sentimientos más interiores. Vemos cómo las similitudes más bobas pero más que nada las diferencias entre culturas trazan rutas para que se gesten relaciones tan efímeras como significantes. Vemos como la relación entre Juan y Clara se va agrietando desde Buenos Aires, en un pequeño departamento de Recoleta y todo lo que va sucediendo parece inevitable pero no deja de ser triste.
El desparpajo y la levedad de todas las actividades que realiza Clara durante la residencia y la profunda conciencia artística que despliega en los momentos de soledad (esos momentos en los que se tiene que enfrentar con esa realidad que intenta ignorar) generan una tensión narrativa sobre la cual marcha la novela. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Para qué hacemos lo que hacemos? ¿Queremos seguir haciéndolo?