“Quien lee el Adán Buenosayres comprende que ahí estaba el germen de lo mejor del peronismo”
Por Santiago Asorey
Mario Quintana nació en 1917, a los 96 años mantiene su militancia política. Trabajó como periodista en el mítico diario Crítica de la década del treinta. Es miembro histórico del Partido Comunista y entabló una relación político cultural con el peronismo a partir de su amistad con Marechal y Cooke. Participó junto a Alicia Eguren y Cooke en la resistencia peronista del 55. Su amistad con el poeta José María Castiñeira de Dios lo acercó a Leopoldo Marechal a quien recuerda lucidamente y homenajea a partir de su recuerdo para la construcción de la memoria colectiva.
APU: ¿Cómo conoció a Leopoldo Marechal?
Mario Quintana: Yo hacía periodismo y era muy difícil no conocerlo a Marechal. Teníamos amigos en común. El era muy buen anfitrión y hacia reuniones muy lindas en su casa. La primera vez que fui a verlo fui acompañado de José María Castiñeira de Dios, con quien yo tenia una muy buena amistad. Era un gran poeta. Lo conocí cuando trabajaba en el Banco Central. Un dia me invito para ir a la casa de Leopoldo, era un tipo con un enorme sentido del humor. Marechal tenía una gran capacidad de afecto hacia los amigos. Era conmovedor verlo como nos trataba. Pero era un poco haragán, en ese tiempo se había mandado hacer un sillón muy especial diseñado para no moverse. Tenia una maquina de escribir portátil que salía de un ala del sillón, que se podía acercar al cuerpo. Tenía al costado de la silla una bolsa con los libros que estaba leyendo. Y nos recibía así. Conmovía también la relación que tenia con su mujer Elvia, le decía Elbiamor. Tenía un trato con ella de amante tierno que ella correspondía. En las reuniones siempre bailaban mucho. Muchos años después yo me entere, que él murió bailando con ella. La verdad que era una fiesta ir a las reuniones que él hacia en su casa.
APU: ¿Cuándo lo conoció a Marechal usted era militante del Partido Comunista y él tenia una relación muy estrecha con el Peronismo? ¿Cómo recuerda esa relación de Leopoldo con el Peronismo?
MQ: En esa época el nacionalismo y el peronismo tenía cierta cercanía. Siempre pensé que Leopoldo era más nacionalista que peronista. De todas maneras era un gran admirador del peronismo. Era una época de un Perón en pleno auge y vigencia. Era difícil encontrar antiperonistas.
APU: ¿Cuan cierto es que la obra de Leopoldo Marechal tuvo problemas de legitimación en la institución literaria por su vinculación con el peronismo?
MQ: Bastante, en ese tiempo el círculo de la prensa eran cuevas antiperonistas. Estaba lo más recalcitrante de la reacción conservadora. Lamentablemente eran ellos quienes manejaban los comentarios literarios de los grandes diarios. Pero la aparición de Adán Buenosayres fue increíble. Conmovió totalmente y fue un llamado de atención para todos. Leopoldo Marechal le dio un sacudon a la sociedad argentina. Quien lee el Adán Buenosayres comprende que ahí el estaba el germen de lo mejor del peronismo que vendría después. (El Adán Buenosayres se publicó en 1947 pero se empezó a escribir a fines de la década del veinte). Lo que el Peronismo había logrado juntar dentro de las voluntades populares.
APU: Tuvo una relación de amistad con Raúl González Tuñon. ¿Qué detalles recuerdan de él?
MQ: Con Raúl teníamos una relación distinta. Él había sido compañero de una prima segunda de mi padre. Él era muy paternal y yo era mucho mas joven que él. Estuvo viviendo un tiempo en casa cuando volvió de Chile. Era muy tímido, le costaba hablar y siempre daba posibilidades de mejorar al interlocutor lo que decía. Pero era muy distinto a Marechal, que era puro dinamismo. Raul era un hombre melancólico. Tenia sentido del humor pero su actitud era nostálgica. Un hombre que llevaba la poesía con él y la ejercía en todo momento. Su conducta, su forma de ser, sus opiniones iban en esa dirección. Tenía una orientación política completamanete firme. Fue un gran marxista. Yo lo conocí siendo pibe, cuando estaba en la redacción de crítica. Después lo visite en Córdoba donde habían alquilado una casa junto a Petit de Murat, Darío Quiroga y su hermano Enrique.